No fue, como hace casi tres años, el más valioso del torneo; sin embargo, para Roberto Hernández Navarro la VII Serie Nacional de Béisbol Sub-23 que está por finalizar fue una prueba de fuego.
La pudo empezar y terminar; ya eso es suficiente para quien, luego de arrasar en su debut nacional tras regresar de República Dominicana a las puertas de las Grandes Ligas, apenas pudo lanzar por constantes lesiones en su brazo e intervenciones quirúrgicas en la capital, la última de ellas en febrero pasado.
Por eso, aunque el evento fue corto, cuando se vio completar 19.2 entradas, ganar tres juegos y sufrir solo una derrota, sintió que tocaba la mayor de las glorias. “Gracias a Dios se cumplió el primer objetivo, que era mantenerme saludable, ayudé al equipo lo que más pude. Al principio sentí ansiedad, también estaba un poco rígido por querer hacer cosas y demostrarme, no a nadie, sino a mí mismo que estaba al ciento por ciento, llevaba mucho tiempo sin subir al montículo después de varios años de lesiones que me habían alejado, ha sido un paso grande dentro de esta etapa de recuperación en que la mente vuelva a estar donde tenía que estar, sobre todo en recuperar la confianza en mí y en mi brazo que un poco había perdido”.
Su primera salida no fue la mejor al enfrentar una derrota; mas, para el yaguajayense resultó una victoria personal: “Esa misma ansiedad creo que llevó a que la actuación no fuera tan efectiva, pero no sentí ningún tipo de molestia, incluso después de cada salida la recuperación fue excelente, mantengo la rutina de recuperación para estar listo lo más pronto posible”.
Designado como líder de staff, Roberto fue creciendo con la competencia y, tras el primer descalabro, no perdió más. Terminó con efectividad de 1.78 PCL y 29 ponches, 13 de ellos en un juego contra Las Tunas: “Fue un torneo corto, di más bases por bola de las que esperaba; en realidad, es uno de los aspectos que tengo que seguir mejorando, llevaba tiempo fuera del box y creo que el trabajo de bullpen es lo que hace ir recuperando esa visión del juego, para mejorar ese acápite del control el receptor es muy importante para el lanzador. Lo de los 13 ponches fue una excelente salida, hacía años que no me veía en esas condiciones, incluso me vi mejor que en la serie Sub-23 pasada”.
La dosificación de los lances resultó también una buena clave, ayudado por los juegos limitados a siete innings, lo cual le ahuyentó la “tortura” de los 126 pitcheos que debió realizar en un partido de la serie del 2019. También trató de estar de espaldas al velocímetro. Mas, su entrenador Ismel Jiménez corrobora que se mantuvo por encima de 90.
“Nunca pasé de los 100 lanzamientos, creo que solo en una ocasión estuve cerca de los 100; el resto, alrededor de 80-85, estuve siempre sobre las 90 millas, en esa salida en Las Tunas me sentí un poco más fuerte, aunque no había radar y no me midieron, la velocidad no es algo que me preocupe, mantengo esperanzas de avanzar un poquito más, tengo 21 años y creo que se puede mejorar, pero gracias a Dios con la lesión nunca perdí velocidad, me encuentro saludable y potente, que es lo importante”.
Para llegar hasta aquí, Roberto hizo alianzas con la perseverancia. En todo este tiempo no dejó de entrenar. Solo unas semanas después de salir del quirófano del Frank País ya se le vio en el estadio José Antonio Huelga en el área del bullpen.
“Fueron varios meses, un proceso largo, semanas después de operarme ya estaba en el terreno, no paré nunca de entrenar, eso me motivaba a estar en los terrenos y hoy que estoy saliendo de ellos victorioso. Lo mejor es que el trabajo ha sido dosificado y, claro, siempre contando con los comentarios, de los médicos, su apoyo y en cada salida dosificando los lanzamientos sin abusar. Creo que ha sido la llave de que haya podido terminar saludable el campeonato y mantenerme así para otros torneos”.
Aunque, como el resto del equipo, se quedó con las ganas de la clasificación a los play off, se contenta porque “demostramos que teníamos fuerza”.
Ahora aprovecha para seguir su recuperación activa, mientras disfruta el desempeño de su hermano, también lanzador, Robier Ernesto Hernández Navarro, en el Mundial Sub-15 con sede en México, y también de la compañía de su familia entre Trinidad y ese terruño de Batey Colorado, en Yaguajay, que siempre lo hala.
“Llevo un mes sin ver a los niños y extraño la casa, quiero aprovechar ese poquito de tiempo que a veces los atletas no tenemos y seguir haciendo alguito. Ahora viene como un stand by, pero me mantendré haciendo algo para estar en forma, espero me llamen a la preselección”.
Podra o no recuperarse totalmente, podra o no imponer su calidad en nuestra SN, pero desde ya se ha ganado el mas notable premio a la perseverancia y la voluntad. En el debieran mirarse muchos que, sin lesiones y con similares cualidades, no son capaces de hacer valer sus capacidades fisicas por falta de preparacion mental y sacrificio personal. Mis mejores votos para Robertico!!!
Estuvo cerca de la gloria y se regreso a la finca,Dios le de consuelo