Puede ser una avería por la caída de un árbol sobre una línea secundaria, un cambio de metrocontador, cables caídos por los vientos de una tormenta local severa o hasta un cortocircuito que dejó a oscuras un sitio cualquiera; no hay descanso para la brigada de operarios radicada en el poblado de Banao, en el municipio de Sancti Spíritus.
No por pequeña el trabajo es menor para los tres integrantes del equipo que lidera Bismei Ferrer Bernal, el mismo que no duda en definir a estos hombres como indetenibles y casi imprescindibles en todos los tiempos: “El liniero trabaja cientos de metros sobre el suelo de instalación y reparación de líneas eléctricas y son a menudo los primeros en ser llamados ante los desastres naturales, en tiempos de contingencia y en momentos de crisis.
“El trabajo de nosotros es duro, riesgoso, peligroso, no tiene horarios y la mayoría de las veces hay que hacerlo en condiciones adversas, de noche y madrugada, al sol, y bajo la lluvia. Tienes misiones, hay que trasladarse a otras provincias o municipios, es decir, que sales de tu casa, pero no sabes cuándo viras”, reconoce Yeinier Yanes Maró (El Negro), un joven que no sabe perder la sonrisa, la misma con la que se trepa a montar estructuras y componentes para líneas de transmisión de energía o monta sistemas de puesta a tierra para la protección.
HOMBRES EN CALIENTE
Haber estado en la caliente fue una de las experiencias más vívidas e intensas para estrenarse en el oficio, al integrar una de las brigadas a cargo de devolver la vitalidad al tendido eléctrico, tras el paso del devastador tornado que hace dos años se paseó por la provincia de Artemisa y afectó las líneas eléctricas y también las de la telefonía. Una verdadera prueba de fuego que supieron vencer no sin contratiempos.
“Pero no creas, éramos un grupo de 24 linieros y trabajamos sin parar durante siete días porque era monte, manigua y cuando es así el acceso lo tienes que buscar tu macheteando y si se te va de las manos, que no puedes, hay que buscar equipos, motosierras buldóceres y cualquier cosa que te abra camino”, cuenta Esmelys García Crespo ya pegado al poste, listo para empezar a trepar y con la mirada puesta en el amasijo de cables en busca de la avería.
Como ellos, suman decenas los operarios de toda la provincia, más de una veintena de brigadas donde se mezclan la juventud y la experiencia, los mismos que, quizás para alejar el peligro hacen bromas en medio del monte, o en empinadas cuestas desde donde se ven los cables bien elevados, muchas veces en zonas de alta tensión y hay que trabajar en caliente para poder reparar y mantener las principales líneas de transmisión y distribución.
“Aunque hemos corrido riesgos no tenemos accidentes, explica El Negro. Después del huracán Irma estuvimos 15 días en Yaguajay a todo tren. Fuimos a la zona de Llanadas Arriba y Abajo y en Juan Francisco; allí no dejó poste parado ni mata en pie y las líneas había que recogerlas a campo traviesa, en medio de los potreros. Era plantando postes y poniendo líneas de noche a noche, veíamos salir el sol ya trepados, así pasábamos horas. Cuando te bajas te tiemblan hasta las piernas”, cuenta El Negro entre divertido y aliviado por lo lejano del evento.
EL OFICIO DE DESAFIAR DESCARGAS
Mucha vocación se requiere para enrolarse en este oficio, aseguran todos ellos, en el que los mantienen el sentido de pertenencia, el amor por la rama de la electricidad y la satisfacción de que se haga la luz en cada hogar.
Quizás por eso Bismei recuerda sin pesar, aunque todavía le duela la columna, el esfuerzo de hace solo unas semanas, cuando una tromba de viento y agua azotó Sancti Spíritus y parte de la zona del Circuito 115.
“Trabajamos jornadas corridas para restablecer el servicio lo más rápido posible en el área de Colón en la poda de árboles, el empate de líneas partidas, el cambio de postes y transformadores. En ese circuito, para dar corriente en el lugar de la vaquería, tuvimos que cambiar un poste primario que puede pesar aproximadamente más de 500 libras, no había acceso en esa zona de la Carretera de El Jíbaro y lo cargamos al hombro una buena distancia, fue terrible porque después hubo que normalizar todo el tendido y así se trabajó durante dos días”.
En lo que todos coinciden es que a los linieros les gusta el trabajo, que les está permitido equivocarse, por eso se cuidan entre sí y extreman las medidas. “Es de las labores más sacrificadas dentro de la empresa, pero para nadie es fácil estar a oscuras por una avería, así que el peligro que corremos vale la pena si el servicio llega” confirman con la misma firmeza con que curan las líneas cuando trepan poste arriba.
Estos son nuestros hombres, trabajadores, consagrados, sacrificados y solidarios, a ellos se suman el resto de los trabajadores del sector que tambien estamos presentes ante cualquier desafio, somos una familia dedicada a prestar un servicio que aunque no siempre hagamos sentir a nuestros clientes satisfechos, estamos ahi en los momentos dificiles y cuando mas nos necesitan
Bravo por nuestros trabajadores eléctricos. Merecen nuestra gratitud y respeto. Su trabajo es consagrado y sacrificado. Aplausos para todos los que integran este sector