Más que la discreta presencia que pueda tener en la mesa familiar, la aspiración de sembrar unas 7 500 hectáreas en la actual campaña de frío parece tener su mayor impacto en el hecho de mantener viva parte de la infraestructura agroproductiva del macizo arrocero de La Sierpe, golpeada este año por una contracción de recursos que pone en peligro la subsistencia del escenario con mejor desarrollo en Cuba para el cultivo del cereal.
Cuando se descascara la noticia trasciende que tal nivel de plantación es inferior al área de suelo que en condiciones normales utiliza la Empresa Agroindustrial de Granos (EAIG) Sur del Jíbaro en la época invernal —la mejor para el cultivo—, una ocupación marcada por la aguda limitación de recursos que ha frenado este año la producción de arroz, en tal magnitud que en primavera apenas se sembraron unas 4 000 hectáreas y entre los meses de junio y julio se perdieron en los campos cerca de 2 000 toneladas de arroz porque la falta de combustible impidió la cosecha.
El demandado grano se ha puesto el traje de la empresa porque su presencia en el plato ha estado jíbara; por eso activar la plantación en una arrocera que utiliza hasta el avión en muchas de las labores siempre será un paso positivo para atenuar la costosa importación.
Se trata de un programa discreto no solo en área, sino que debido a la escasa garantía de recursos se planifican rendimientos agrícolas por debajo de las 3 toneladas por hectárea —allí la media histórica oscila entre 4 y 5— y una producción cercana a las 20 000 toneladas de arroz cáscara húmedo, menos de la mitad de una cosecha tradicional.
Edemir Hernández Meneses, director técnico productivo en la EAIG, detalló a Escambray que no llegarán a los niveles de siembra que están acostumbrados a realizar en esta campaña —entre 12 000 y 13 000 hectáreas — por la escasez de insumos, en tanto en noviembre, de unas 1 500 planificadas, esperan cubrir cerca de 1 200.
“De las 7 500 hectáreas previstas en el plan de siembra de frío hasta febrero están protegidas con parte de los recursos alrededor de 2 600 hectáreas, para el resto no se dispone de insumos; los productores y las bases productivas se van a arriesgar a plantar el área con alternativas de medios biológicos”, comentó Hernández Meneses.
Subrayó el especialista que la campaña de siembra abarca un nivel de terrazas en todas las unidades productivas del sector estatal y cooperativas campesinas, a la vez que dentro del programa se protege la semilla con más de 1 000 hectáreas.
“En todas las bases se va a plantar un nivel de arroz, no tenemos los recursos que necesitamos; pero aun así queremos sembrar para respaldar la fuerza de trabajo, utilizar la infraestructura y buscar economía, de lo contrario se nos va a perder la arrocera, teniendo ahora la seguridad del agua en la presa Zaza”, acotó el directivo.
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