Todavía no sé si es de los jóvenes muy fiesteros o tranquilos, de los que tienen demasiada energía para un solo cuerpo, o de los que no le pierden ni pie ni pisada al entorno virtual. Mas, si algo distingue a Iván González González del resto de sus coetáneos es su sombrero tejano, su camisa, sus pantalones de mezclilla y su vocación por el campo, esa que no se viste, pero se lleva de igual forma a la vista de todos.
Y es que este muchacho “enterrado” en el municipio espirituano de Taguasco habla de proyectos con una seriedad que no cabe en sus 27 años. Con esta corta edad no sabe lo que es dormir más de siete horas, porque para él todos los días comienzan a las cinco de la mañana y terminan bien entrada la noche.
Entre la atención a sus cerca de 80 reses, la siembra de cultivos como tabaco, frijol, yuca, tomate…, y el cuidado de su abuela, de la cual heredó las costumbres campesinas, se evaporan las horas del guajiro y militante de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en la CCS Antonio Riverol Acosta a la que pertenece. Puede que Iván siempre haya sido así, con esas ganas tremendas de ser partícipe de todo.
“Lo primero que hago cuando me levanto es ordeñar las vacas y llevar la leche para el termo del pueblo. Después, me dedico a alimentar el ganado, a mantener limpia la finca y a ayudar a mi papá en el resto de las faenas”, cuenta González González.
Sin embargo, si algo ayuda a este muchacho en las labores de la agricultura son los conocimientos adquiridos durante su formación como técnico de nivel medio en Veterinaria. Gracias a este oficio sabe cómo lidiar con sus animales cuando algo atenta contra su bienestar.
“Como veterinario estuve trabajando un año en la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Primero de Mayo y en la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) Las Mercedes, aquí en Taguasco. Después me dediqué enteramente al trabajo en la finca de mi familia.
“Allí estoy pendiente de la desparasitación del ganado y trato de mantener su alimentación a base de caña, king grass, yuca, bagacillo, sin descuidar los nutrientes que lleva cada uno de ellos. Desde muy joven siempre tuve mis animalitos hasta que, con el paso del tiempo, he incrementado la masa”, detalla el campesino taguasquense.
En las 40.26 hectáreas de tierra que posee, Iván dedica espacio a la siembra de diversas plantaciones. Para mantener sus producciones y cumplir con ellas sortea, como todo campesino de estos tiempos, las malas rachas que suelen aparecer en el camino.
“Hasta la fecha tengo 12 vacas en ordeño, porque he tenido otras que se me han secado, sobre todo por la actual sequía. No obstante, trato de aportarles la alimentación que necesitan para lograr cumplir el plan de producción de leche que, este año es de 8 050 litros”, confiesa el joven.
No obstante, este muchacho de Taguasco también ha sabido contribuir con su localidad. Durante la etapa de auge de la covid en el territorio donó parte de sus producciones al hogar materno, al hospital y al círculo infantil del municipio.
“Para mí fue un placer ayudar a mi terruño de la manera que podía. Fue una etapa en la que se batallaba por la vida en la mayoría de las instalaciones de Salud, y me sentí útil entregando algunos alimentos. Lo hice y lo haré siempre que lo necesite mi pueblo”, comenta.
Pero, Iván prevé desde las etapas idóneas para sembrar los cultivos hasta la preparación de las tierras. Según él, “la agricultura tiene sus secretos y hay que planificarlo todo”.
Este joven alega que cree tener un pacto con el campo hasta que se le acaben sus fuerzas, como lo han hecho todos en la familia. Por eso, quizás, no se arrepiente de entregar sus años de juventud al surco.
“Mis padres son campesinos, y desde muy niño ayudaba en todas las tareas, por lo que, poco a poco, fue naciendo una pasión por las plantas y por tocar sus frutos. Más tarde, cuando crecí, me di cuenta de que ser agricultor era mi prosperidad, en muchos sentidos. Hay que sacrificarse, pero ves los resultados”, asevera.
Como si fuera poco, también cumple con su labor como militante de la UJC en la cooperativa a la que pertenece. Lo hace porque han creído en él y en todos los miembros que integran la organización de base.
“El campesino está casi siempre en el mismo sitio. Por lo general vive en su finca. Todo para él es su tierra, sus animales y cuidar de los sembradíos, pero ser un joven vinculado a las organizaciones políticas significa salirse de ese día a día. Cada militante tiene el deber de llevar a los demás todo el conocimiento que llega a nuestras manos”, manifiesta González González.
No por gusto cree que la agricultura necesita de los jóvenes, porque solo ellos pueden impulsar la producción de alimentos en el país. De ahí que, según aclara, en su comité de base se toman con seriedad las reuniones y los encuentros de la dirección de la CCS. “Allí hablamos de todo y expresamos las inconformidades con el quehacer diario”, apunta.
Por sus logros en el sector agropecuario y el compromiso que muestra con la nación desde su esfera, Iván es el único joven de Sancti Spíritus que en días recientes recibió el sello Vanguardia Juvenil Campesino, lauro que avala su esfuerzo en aras de buscar la seguridad y la soberanía alimentaria.
“Este reconocimiento implica que a partir de ahora no descanse en el afán de incrementar y diversificar las producciones, además de continuar con el mismo protagonismo en las actividades juveniles, porque desde el campo se puede hacer mucho por la organización”, asegura el joven.
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