En la pescadería especializada, ubicada aquí mismo en la nariz del periódico Escambray, ocurre casi todos los días. Esta misma reportera lo ha vivido en carne propia cuando ha intentado comprar unas salvadoras croquetas y se ha quedado con las ganas. Los revendedores se atrincheran, se lo llevan absolutamente todo y nadie, absolutamente nadie, hace nada.
O casi nada que —como en la canción de Silvio— no es lo mismo, pero es igual. El oficialmente llamado enfrentamiento existe, ya sea por los cuestionados cuerpos de inspectores o por la Policía, pero resulta mínimo ante la avalancha de traficantes de mercancía que pululan hoy aquí y al parecer en toda Cuba.
Sancti Spíritus se ha convertido en un gigantesco bazar. Como las tiendas y los mercados se mantienen semivacíos —excepto aquellos que venden en MLC—, en los portales, las salas, los enrejados se exhiben las más variadas mercancías. Y virtualmente ni hablar: Revolico en sus muchas versiones, Compra y venta en Sancti Spíritus y un larguísimo etcétera.
Casi todo el mundo vende o intercambia algo, al estilo del antiquísimo trueque practicado en los lejanos tiempos de la comunidad primitiva: picadillo por champú, pollo por detergente, vinagre por acondicionador.
Sin descubrir el agua tibia, claro que la causa de esta revendedera sin frenos radica en la escasez. Escasez que a todas luces pica y se extenderá no se sabe hasta cuándo. Escasez que engorda la inflación y obliga a buscar dinero a toda costa porque los precios actuales mandan. Escasez que gravita en el vórtice de todo.
Y el descontrol también porque no es lo mismo vender lo propio que lo ajeno. Para nadie, ni para los cuerpos legales vigentes siquiera, resulta pecado que si usted tiene jabón y necesita aceite expenda lo uno para comprar lo otro o intercambie ambos productos. Pero revender los escasos productos que el Estado distribuye y vivir de eso sí constituye un delito penado por una ley que bien poco se aplica en los tiempos actuales.
Al ejemplo de la pescadería se le pueden sumar los mercados La Casiguaya y El Convenio, la Feria y cuanto lugar exista con mercancías disponibles en el territorio, ya sea en pesos cubanos e incluso aquellas que se comercializan en moneda libremente convertible.
Nadie me lo contó, lo vivo con frecuencia, como los miles de coterráneos que se diluyen en el habitual dilema de trabajar o salir a zancajear el pan de cada día, muchas veces sin éxito porque ya estos coleros vándalos se lo llevaron todo para luego comercializarlo sin escrúpulos a sobreprecio, cinco y 10 veces más caro.
Y, por cierto, hablando del pan, vale la pena una digresión incidental porque también las panaderías se encuentran tomadas por estos personajes, que luego revenden lo mismo la bolsa a voz en cuello en 70 pesos que la propia harina, igualmente robada al Estado porque aquí nadie la importa en barcos.
En verdad los acaparadores semejan un sindicato, un clan. Personajes escurridizos, problemáticos, simuladores, con mala pinta y modus operandi que no falla: cuando la cola parece fluir arman un nudo gordiano, lo enredan todo y vuelven a comprar. Siempre se enteran primero, hacen listas, reparten y atrapan los primeros números. Arman un embrollo y siempre ganan. Especímenes egoístas, sin escrúpulos ni compasión.
¿Y las administraciones de las tiendas, los comercios y demás puntos oficiales de ventas? Por lo general, bien y tú. Se cruzan de brazos como si con ellos no fuera “porque a nosotros no nos pagan para organizar colas, eso es problema de la Policía y esa gente se pone agresiva”.
Otra práctica corrupta de enriquecimiento ilícito, nada exótica en estos tiempos, también empeora el desabastecimiento y multiplica el disgusto: tantas voces no pueden andar equivocadas cuando cuestionan que en las tiendas también esconden los surtidos para luego abastecer a familiares y amigos o revenderlos por la izquierda a dueños de restaurantes y cafeterías.
Propuestas de soluciones más y menos razonables abundan en la vox populi: distribuir todo por la Libreta de Abastecimiento como parte de la canasta familiar normada, acabar de descentralizar el comercio minorista y que incluya las ofertas de cooperativas, cuentapropistas, y mipymes, permitir la inversión de cadenas de supermercados extranjeros en el país, potenciar el comercio electrónico, entre otras.
En verdad repartir lo poco entre muchos constituye arduo empeño, pero no puede ser más difícil, por ejemplo, que diseñar y fabricar las vacunas que hoy permiten mantener la covid a raya en Cuba, una victoria aún lejana para naciones del solvente primer mundo.
Durante los momentos más duros de la pandemia fuerzas del orden público, apoyadas por representantes de la comunidad, de algunas empresas y organismos, lograban cierto orden en las colas, pero ya queda poco de aquella experiencia. Ahora, en algunos lugares, han comenzado a exigir la Libreta de Abastecimiento para vender determinados productos, una decisión que quizás rinda frutos.
Urge tomar esta y otras cartas en el asunto. Corresponde a los gobiernos locales en sus distintas estructuras hasta la base (consejos populares y circunscripciones), con el apoyo de las organizaciones de masas no pocas veces subutilizadas como los CDR y la FMC, buscar soluciones organizativas con más creatividad e iniciativa. Hacer cualquier cosa menos cruzarse de brazos, tirar la toalla y dejar que aquí mande el monopolio de los revendedores.
Estoy de acuerdo 100% con todo expuesto por la periodista
Al final no hay un solo comentario que de respuesta por parte de las AUTORIDADES. Más de lo mismo. El mes que viene puede repetir el artículo del otro y así sucesivamente y siempre será la misma respuesta.
Todo debe ser por la libreta en los momentos actuales de crisis, es lo más justo, pero hay que lograr acercarselo más a la población, sobre los precios todo esta por encima y a nadie le importa, pues según yo escuche al ministro de economia si regula los precios los productos se pierden, me pregunto que papel juega entonces el estado con tantos organismos tien para supervisar y controlar esa situación, digame usted los particulares vendiendo papa, de donde salio, explicamelo si puedes, es un gran relajo. saludos.
Puro vicio. El problema es que poco a poco las cosas pueden mejorar, pero quién me garantiza que a la par de la mejora no se incorporan más revendedores al asunto, o los existentes van a tener más cobertura adquisitiva. Porque por algo no se acaba, así que es algo que está dando y va a seguir dando frutos a quienes lo practiquen.
Creo que no es efectivo el uso de la libreta,si están compinchados el dependiente y el revendedor,siempre inventan,y lo digo por experiencia propia,de nada sirve, siempre son los mismos los que compran y revenden luego,no es fácil
Bravo, una vez más que otra voz defiende a Liborio
Productos X1, X2…..Xn. Bodegas B1, B2…….Bn. Muy fácil ir suministrando cada producto por bodegas, información transparente de los núcleos involucrados, recargo comercial por quizás mayor coste de transporte y manipulación, terminar cada bodega aunque tarde meses. Mientras siga la penuria, al menos se evitan colas, aunque siempre existirá un valor residual de contrabando en aquellos que no lo deseen y lo revendan. Creo nunca será tanto como el aceite del famoso «tu envío», se vende mucho underground en los mismos lugares y los oferentes «sin rollo» te dicen que esa es la fuente!! Buenas tardes
Y aquí en Trinidad cuando van a vender todos los productos cárnicos que se venden semanalmente en Sancti Spíritus?
El mercado electrónico se ha convertido en una vía de acaparamiento y para esos cambios raros. Por lo demás gracias. Mientras más se diga mejor.
Excelente artículo y mi pregunta: Quién le pone freno a estas infracciones en el contexto gubernamental? Gracias
Buena reflexión, pienso que habrá que extender la librera de abastecimiento a más establecimientos y vender más productos por las tiendas de víveres, casillas y puntos asociados a las tiendas, porque a corto plazo no se ve otra solución. Es mi modesta opinión.
Buen comentario, todo lo planteado por usted es real , y qué, siguen los coleros , revendedores, acaparadores campeando por su respeto y el que trabaja le cuesta adquirir algún producto, que no me digan que hay que esperar se termine el bloqueo con sus 243 medidas de Trump para no ver esta situación. Ni me hablen de inspectores para combatir esto. Sobran las palabras.
Que me dice usted de los revendedores (3 ómnibus) que vienen casi todos los fines de semana de Ciego de Ávila a la Feria y arrasan con todo a pesar de controlar los productos por la libreta siguen viniendo ósea existe descontrol porque aun con la medida siguen viniendo los 3 ó 4 ómnibus. ¡Hay que controlar esto!