Tiene tan arraigada su costumbre de madrugar que cuando Yaguajay despierta ya ella ha ordeñado el amanecer; rara vez regresa a su natal Mayajigua antes de ponerse el Sol, y organiza todos los días una agenda laboral que únicamente con puntualidad inglesa la puede cumplir. La tildan de exigente e inconforme, dos hermosas virtudes para quien intente buscar coherencia entre la responsabilidad y los resultados.
Puede decirse que esta mujer de 44 años, delgada, de mirada profunda, hija de padre campesino y madre bodeguera, si no fuera por la responsabilidad que desempeña, pasaría inadvertida ante los ojos de otros, porque viste humildad y honradez; vive en una vivienda muy sencilla y a fuerza de puro humanismo se ha ganado el cariño de sus vecinos y coterráneos.
Aunque a la hora de definir su futuro profesional y pedir carreras la Criminalística y la Medicina compitieron por delante de la Enfermería, desde niña tuvo inclinación por la tercera opción, una vocación enriquecida también en un círculo de interés de la especialidad y visible a la vista familiar; “mi abuela me regañaba porque decía que yo jugaba a las muñecas y las inyectaba como si fuera de verdad”.
A la postre terminó estudiando Licenciatura en Enfermería en Sancti Spíritus y en el año 2000 estrenó su vida laboral en el policlínico de Mayajigua. Un recorrido de pocos años incluyó el consultorio médico, la consulta del Programa Materno Infantil, la gerencia de enfermería y la central de esterilización, su última ocupación antes de pasar en el 2004 al trabajo profesional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
“Si volviera a tener la oportunidad de estudiar escogería la Enfermería; es lo que me gusta, poner un tratamiento; si tiene una lesión curarla, ver cómo evoluciona, esa es la satisfacción mayor que podemos tener profesionalmente. Estando en la Juventud nunca renuncié a tener pacientes, los veía en los instantes que podía; claro, llegó un momento en que se me hacía difícil, tenía que viajar de Mayajigua a Yaguajay, y luego poco a poco la única paciente que me quedó fue mi mamá”, narra Mileydi Milián.
Tal parece que en la joven enfermera anidaban también genes para ocupar responsabilidades y cierta vocación para la carrera política; un camino que comenzó como funcionaria para atender la vida interna en el Comité Municipal de la UJC, después pasó a la esfera político-ideológica, hasta que la promovieron al cargo de secretaria de la Juventud en Yaguajay, que asumió por más de seis años, hasta que pasó al trabajo profesional del Partido en el 2013.
“Desde joven he vivido entre responsabilidades, sin darse cuenta ni prestar atención a esos recorridos una va madurando y adquiriendo compromiso, disciplina, consolidando los principios, aunque los traía desde la cuna”, revela en la intimidad de su oficina.
¿Qué enseñanzas le dejó el tránsito por la UJC?
Para el que lo haya sentido de verdad y se haya enamorado del trabajo de la organización ese tránsito constituye una escuela de formación no solo en función del desempeño profesional, sino para la vida. Conseguimos hacer mucha vida externa de la Juventud, articular un amplio movimiento de trabajos productivos los fines de semana, caminatas, encuentros con la historia; eran cosas espontáneas, logramos movilizar a los jóvenes, despertar sus motivaciones, sus criterios de cómo mejorar la organización y aportar más.
Cuando llega al trabajo profesional del Partido, ¿ya tenía cierto aprendizaje de cuadro?
Más que aprendizaje, pudiera decir que había un entrenamiento, porque también tuvimos la posibilidad de pasar escuelas políticas y de capacitación y había mayor madurez y responsabilidad. La primera tarea fue ser subordinada al primer secretario para atender prioridades de la economía, los servicios y organizaciones de base; estuve ahí hasta el 2015, cuando me promovieron a miembro del Buró Municipal en las esferas de la Educación, la Salud y el Deporte; una etapa que disfruté porque fue un sistema de trabajo como el que me gusta a mí, vinculada a los lugares, a la gente; transité provisionalmente por la esfera político-ideológica seis meses, después ocupé oficialmente ese cargo, hasta que a mediados del 2020 me promovieron a la responsabilidad de Secretaria del Partido.
¿Prefiere dirigir desde la jerarquía del cargo o buscar el acercamiento a la gente?
Ese es el método, es la mejor manera de conducir las riendas de un territorio, no hay mejor retroalimentación en la dirección y herramienta de trabajo para el Partido que vincularse con la población. Además, la dirección política concluye su ciclo cuando se comprueba en la base que todo lo orientado, lo que se planificó, se hizo tal como se concibió; de lo contrario solo hace la evaluación de un resultado de algo que ya sucedió, es como decir, “tirar el machete después que pasó el majá”.
¿Cómo combinar la agenda del Partido con la familiar?
Es muy complicado, detrás de tantas horas de ocupación la familia es la que sale perdiendo en el sentido de que en esas 24 horas los que menos tiempo reciben son ellos, realmente hay que dedicarle mucho al trabajo, pero hay que dejar un espacio para la familia, lo necesita, es la retaguardia nuestra. La responsabilidad de un primer secretario ante el pueblo es grande, tampoco se puede condicionar la labor a un horario, el cuadro político que actúe así no es cuadro, me atrevería a decir que es un empleado.
¿No será más práctico y necesario el trabajo de terreno, antes de pasar tanto tiempo en reuniones y oficinas?
Sí, perdemos tiempo en asuntos que se evalúan desde una reunión, y a lo mejor en un recorrido con los responsables de esa actividad llegaríamos a resultados diferentes. En eso y en los métodos de trabajo tenemos que cambiar sin perder las esencias del trabajo político-ideológico; el formalismo se vuelve en contra del mejor desenvolvimiento de los cuadros y el cumplimiento de las tareas.
¿Es Mileydi Milián una secretaria exigente?
Soy exigente y un poco majadera, como dicen algunos, en el sentido que a veces peleo un poquito, pero siempre es por una causa justa, porque al final las cosas se hagan bien, pero no dejo de ser humana. A la gente hay que exigirle, decirle lo que está mal hecho, les hacemos los señalamientos de frente a las personas, pero también hay que reconocerles lo que hacen bien.
¿Limita tanto cúmulo de trabajo el hecho de ser mujer?
En la responsabilidad que uno tiene con la familia sí lo limita, porque a veces te pone en tensión con las necesidades de la casa, aunque hay que hacer el tiempo para eso; para una mujer es mucho mas exigente esta responsabilidad.
¿Qué prevalece: la enfermera o la dirigente política?
Hay más de la dirigente política, pero sin perder la esencia de ser profesional de la salud; todavía sueño con regresar a tener la jeringuilla en la mano, y siempre digo que no sé hacer más nada. Espero que el día que no esté en el trabajo del Partido pueda volver a mi profesión, porque Mileydi es una ciudadana más de Yaguajay, con la única diferencia de tener una responsabilidad con ese pueblo.
¿Qué apremios de Yaguajay la desvelan?
Lograr que el municipio se autoabastezca de alimentos y cumplir los compromisos con otros lugares, hacerlo sostenible, ese es el principal reto a partir de las potencialidades de nuestra agricultura; también que se generen más fuentes de empleo, el hecho de haber perdido la estructura de los tres centrales dejó marcado el territorio en el orden económico y político. Tenemos muchos trabajadores fuera del municipio y consideramos que si existieran opciones para laborar en la zona las personas no irían a trabajar tan lejos, aun cuando el turismo establece una competencia.
Otro elemento es eliminar la subjetividad, hay mucha en todos los procesos económicos y sociales, el papel del Partido es determinante en ese sentido, y que si no se logra un mejor resultado sea por la carencia de un recurso o materia prima, en esto tenemos insatisfacción.
Soy enemiga del conformismo, cuando usted no tiene insatisfacción con algo que hace cae en el conformismo y ese sería el peor de los enemigos del trabajo político; un día alguien cercano me dijo: “Secretaria, la actividad no quedó como usted quería”; le dije: error de concepto, no es como la secretaria quiere, es como debe ser.
Cuando deja el edificio del Partido y sale a la calle Real de Yaguajay, ¿cómo prefiere que la vean?
Como Mileydi, que tiene una responsabilidad en el Partido; disfruto esa empatía porque me ven como la persona y el ser humano que soy. No tengo nada que reprocharme, tú me preguntas, ¿cómo se puede disfrutar un trabajo que a veces a las nueve o diez de la noche todavía no has regresado a tu casa?, digo: cuando usted siente que lo que está haciendo es necesario, útil y usted lo disfruta. El día que no disfrute mi trabajo creo que no podré ser más la secretaria, ni tener otra responsabilidad.
Excelente entrevista a una mujer dedicada a su trabajo sin descuidar a su familia. La admiro mucho por su constante preocupación por los asuntos inherentes a su cargo, pero más porque está siempre pendiente del ser humano, sus problemas y preocupaciones. La veo como Secretaria con gran respeto, pero sobresale su humanismo y constante defensa de los valores humanos. Ella no mira la apariencia, ella prefiere ver las convicciones y eso me ha hecho admirarla profundamente.
Muy bonito el trabajo realizado a la primera Secretaria del Partido en Yaguajay realmente es una mujer sencilla y humilde pero en su corazòn es trabajar para obtener resultado con su exigencia y ante todo con su ejemplo