Desde el microscopio de la ingeniería de tránsito, no hay un metro de carretera en Sancti Spíritus que haya escapado a la mirada de Julio Aguilar Pérez, quien sin alarde afirma que se conoce de memoria el mapa de la vialidad espirituana; para acuñarlo, acude al diagnóstico: “En la vía hacia Trinidad hay más de 60 badenes, me desvela cómo señalizar mejor ese riesgo”.
Espirituano muy conocido, a pesar de no ser famoso ni mediático, hasta pareciera vestir una coraza frente a la publicidad; ámbito donde él mismo se frena para darle la preferencia al colectivo. Un hombre hipnotizado por el trabajo, exigente, quisquilloso con la cultura del detalle y creyente del equipo que lo rodea. Persona de respeto, sencillo y, si una señal trasmite su vida, es la del ejemplo.
Nacido en Caguasal, entre los poblados de Fomento y Báez, a Julio Aguilar parece habérsele extraviado en el tiempo el parqueo laboral, porque teje una trayectoria de 61 años donde aparecen varias ocupaciones: dependiente en las Tiendas del Pueblo en el llamado Plan Escambray, director de empresa, vicepresidente de los Órganos del Poder Local y miembro del Ministerio del Interior (Minint) desde 1968, donde ocupó diversas responsabilidades, incluida la jefatura de Tránsito en la provincia, un puesto que le allanó el camino para su posterior desempeño.
Cuando en el 2003 se crea en Sancti Spíritus el Servicio Especializado de Ingeniería de Tránsito, adscrito entonces al Ministerio de Transporte, Julio Aguilar era ya licenciado en Ciencias Sociales y teniente coronel retirado del Minint; bastó con que le propusieran dirigir una actividad que no le era desconocida.
“Asumí la responsabilidad con entusiasmo y amor, por mis conocimientos de Tránsito tenía ideas de qué hacer, de la importancia social de este trabajo porque evita accidentes y de la valiosa función que cumple. A partir del 2008 se convirtió en el Centro Provincial de Ingeniería de Tránsito, subordinado al Minint”, comenta tras hacer una parada cerca del mediodía para que Escambray visualice las señales de su vida.
¿La señalización que tiene Sancti Spíritus es la obra de Julio?
Es la obra del colectivo, siempre le inculco estar insatisfecho con el resultado, porque las carreteras de Sancti Spíritus necesitan más señales. Julio pelea mucho, en el mejor sentido de la palabra; a lo mejor no siempre tengo la razón o me exalto demasiado, pero es buscando que el trabajo salga bien y la gente rectifique, y yo rectificar también; lo he hecho, uno no se las sabe todas tampoco.
Aquí el resultado es de todos, incluyendo los reclusos que siempre he querido tenerlos aquí, porque trabajan y es una manera de reeducarlos socialmente. Me gusta compartir las experiencias, enseñar lo poco que sé, colegiar las decisiones. No sé si seré ejemplo, pero todo lo que exijo lo cumplo yo también, y me esfuerzo por que las tareas se hagan con calidad, por crear condiciones de trabajo y que la gente se sienta bien.
Que Sancti Spíritus figure entre los mejores territorios del país en materia de señalización se vuelve un reconocimiento al trabajo, eso se revierte en evitar accidentes, mayor seguridad vial; aunque no se trata solo de que haya más señales, lo que buscamos es que se reduzca la accidentalidad, que las consecuencias de los accidentes no dependan de la falta de señales.
¿Cuáles reglas no faltan en la ingeniería de tránsito?
En esta actividad nada es espontáneo, se parte de un estudio para determinar dónde va la señal, un conteo vehicular antes de colocar un Pare, un Ceda el Paso o un No Parqueo. Si no se cumplen las normas técnicas, las regulaciones establecidas por esta rama, vienen las complicaciones; además, las leyes de ingeniería de tránsito son internacionales.
También hacemos estudios peatonales, de seguridad vial para ver el estado de la vía, los desniveles, las cercas perimetrales o dónde señalizamos un adelantamiento indebido. Hay que aprender todos los días y actualizar los conocimientos, fundamentalmente cuando ocurre un accidente revisamos si falló algo de nuestra área, pero debemos decir que en la provincia no hay hechos por causas de las señales de tránsito; faltan todavía, pero trabajamos para que funcionen lo mejor posible.
Una de las primeras acciones que hicimos al crearse el centro fue estudiar todas las carreteras de la provincia, un trabajo de mucha dedicación y sacrificio; por ejemplo, el estudio de la carretera de Trinidad hasta los límites con Cienfuegos fue prácticamente a pie, midiendo con una soga como de 200 metros y ubicando dónde iba cada señal, la marca de adelantamiento, de reducción de velocidad.
Llegamos a completar en el territorio el ciento por ciento de las señales determinadas por los proyectos, después hemos tenido problemas por el deterioro, el maltrato intencional o el robo, y tenemos que reponerlas. Hoy el 90 por ciento de las señales que instalamos en las carreteras y vías urbanas es por reposición.
¿Qué deudas le quedan a Julio en la ingeniería de tránsito?
Estamos a mitad de camino para darles mayor seguridad a los usuarios, porque en la vialidad no hay punto final. Ahora tenemos un incremento de vehículos, se incorporan los eléctricos, las motorinas, eso demanda nuevos estudios de ingeniería de tránsito.
Se empezó con tecnologías rudimentarias; para hacer una flecha en el pavimento, era el hombre agachado con una brocha en la mano. Hoy tenemos una máquina manual que pinta 50 flechas en el día, otra autopropulsada que da servicio a las provincias centrales y pintamos con ella todas las señales horizontales; cubre 7 y 8 kilómetros por hora. Da más calidad y humaniza el trabajo.
¿A qué distancia del Pare está su vida laboral?
Me faltan pocos kilómetros para la jubilación, si todo me sale bien, estaré unos meses más; pero hay que detenerse, son 77 años. Lo que no tengo claro es si aguantaré ese parqueo en la casa, no me será fácil desprenderme del lugar al que le he dedicado tanto empeño y por el que siento total sentido de pertenencia.
Te cuento una anécdota: cuando llaman a la casa a las seis de la tarde o a las siete de la mañana y dicen: “¿Me puede poner con Julio?”, mi esposa responde: “Julio está en la gloria”. “¿Cómo en la gloria?, ¿dónde es eso?”, le preguntan; y ella contesta: “En el trabajo”.
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