Un puente entre la discapacidad y la vida útil (+fotos)

En el corazón de la ciudad de Sancti Spíritus, exactamente en la calle Pancho Jiménez No. 7, del Consejo Popular Jesús María, se encuentra situada una escuela especial. Frank País se nombra, surgió a mediados de la década del 70 del pasado siglo y acoge a niños con discapacidad intelectual.

Decenas y más decenas de alumnos de la villa han transitado por sus aulas y sorteado los obstáculos que la vida les deparaba, para alzarse sobre sus limitaciones y terminar formándose, en su inmensa mayoría, como ciudadanos de bien, con un oficio desde el cual aportar a la sociedad y sentirse útiles a sí mismos.

Desde que se entra a la amplia casona, donde la imagen del mártir santiaguero del Movimiento 26 de Julio emerge, sonriente, se perciben las voces cariñosas de los maestros, que enseñan con una mezcla de amor y profesionalidad.

Sobresale la institución entre las 13 de su tipo en la provincia, cuyo propósito es lograr el máximo desarrollo integral posible de los menores con necesidades educativas especiales que asistan a ellas. A tal efecto, se ponen en práctica recursos de apoyo educativo, especializados y complementarios, que les permiten a los educandos enfrentar con relativa independencia su inclusión social.

Son los resultados integrales, tanto en la docencia como fuera de ella, los que hacen de la Frank País un centro sui géneris, ya que a la excelencia del trabajo educativo en general se une una eficaz implementación del componente laboral, que permite a sus egresados insertarse a la vida activa con una dosis aceptable de éxito.

LA VINCULACIÓN LABORAL, PRIORIDAD PERMANENTE

El día de la visita de Escambray, Elisa Aleida Echemendía Caraballo, subdirectora de Formación Laboral de la escuela, anduvo ocupada casi toda la mañana en la rectificación de los centros y plazas a los que se vincularán sus discípulos tras el egreso en el mes de marzo.

Son 22 muchachos y muchachas con los 18 años cumplidos, quienes al cierre del presente curso asumirán funciones laborales en los oficios que aprendieron durante sus prácticas. Siempre tratan de adecuarse a los gustos y preferencias del alumno, y a sus posibilidades reales para el desempeño de las tareas respectivas.

Justo para las coordinaciones y las consultas pertinentes estaba allí, poco antes del mediodía, el papá de Camilo Ríos López, un joven de 20 años que se ha superado a sí mismo gracias a la perseverancia y el esmero del personal pedagógico que lo ha atendido desde su entrada al colegio, a la edad de siete años.

“Toda la familia está muy agradecida de la escuela; ha sido un proceso largo y complejo, pero al final provechoso. Camilo llegó aquí tras haber probado en la enseñanza general, pues su diagnóstico está asociado al síndrome de Asperger, que forma parte de los trastornos del espectro autista y genera dificultades en la comunicación.

“Era muy intranquilo y no se concentraba; gracias a la paciencia y la profesionalidad del personal del centro ya puede leer, escribir, hacer cuentas fundamentales, expresarse bien y aplicar conocimientos de Computación”, refiere Roberto Ríos Rodríguez.

De cómo le ponen corazón al adiestramiento durante la etapa pre-laboral, que se inicia en el séptimo grado, dan fe los profesores Miguel Portieles, Yuraima Zulueta y Pedro González, quienes no son los únicos en seguir hasta el más mínimo detalle la inserción de los adolescentes a los talleres externos, que en la comunidad representan el vínculo con la vida activa.

Además de interactuar con los colectivos laborales que los acogen, trabajan con las familias, ya que no todas están en condiciones de colaborar en la medida necesaria. A veces hace falta ayudarlas, a fin de que sus problemas sociales y también económicos no lleguen a convertirse en barreras para el desarrollo de los hijos.

“Tratamos a cada niño según su diagnóstico y personalidad; todo nuestro personal docente es graduado de Defectología, pero tenemos también sicopedagogos y logopedas que trabajan con ellos”, especifica Elisa Aleida.

Cuenta, igualmente, sobre los festivales de Formación Laboral que desarrollan cada curso, en uno de los cuales Camilo resultó ganador tres años atrás, con sus habilidades en un programa de Photoshop. Otros atractivos lo constituyen, asimismo, el Festival del Libro, que los niños aprovechan para donar obras traídas de su medio familiar, y del Cuento, en el que se disfrazan según el personaje escogido y pueden modificar a su antojo el principio o el final de la historia.

HOMBRES RECOGERÁ QUIEN SIEMBRE ESCUELAS

Cuando el reloj marca las 7:00 a.m. ya Oscar Luis Palmero Pérez busca su posición en el organopónico El Picante, ubicado en la calle Garaita de la cabecera provincial. Cuentan que sus habilidades para limpiar los canteros de lechuga, cebollinos y otras hortalizas superan las del trabajador agrícola que lo adiestra.

Él es uno de los 111 alumnos en adiestramiento dentro del municipio. Tiene solo 17 años y es tímido al hablar, pero mientras dialogamos se escuchan elogios a su manera de asumir las labores agrícolas, donde ha demostrado ser, además de cumplidor e incluso detallista, muy educado y respetuoso.

La propia mañana en que Escambray lo sorprendió junto a los surcos de un verdor reluciente, en otro sitio de la ciudad un par de jóvenes se esforzaba en las faenas cotidianas que constituyen desde hace algún tiempo su contenido de trabajo. Y es que el Laboratorio de Calzado Ortopédico Especializado de Sancti Spíritus, enclavado en la calle Independencia, dejó de ser el lugar de las prácticas para convertirse en el centro de trabajo de Yaidel Luis Abrahan Hernández y Michel Luis Pentón, ambos de 19 años.

Como egresados de la Frank País fueron recibidos allí, gracias a la valía de su quehacer, y disfrutan tanto de las labores que realizan como del cariño del colectivo. En el presente curso escolar otros dos alumnos comenzaron sus prácticas en dicho centro, como parte del convenio de trabajo que ampara la vinculación a la vida útil del alumnado de la institución.

Pero no son los únicos. Salpicadas de loas están las alusiones a otros graduados que se han insertado de manera satisfactoria a oficios disímiles, como la albañilería, la cerámica, la panadería, la mecánica, la repostería y los servicios.

Bajo la cobija de esta escuela especial hay ahora 184 discípulos que, a fuerza de tesón, sortean sus limitaciones. A unos les resulta más trabajoso que a otros concentrarse y aprender, pero terminan, como regla, por adquirir no solo conocimientos básicos, sino también destrezas que les permiten, a la vuelta de los años, desenvolverse como hombres y mujeres de bien, capaces de generar ingresos para su propia manutención.

Cuando en el venidero mes de marzo nuevos egresados salgan de las aulas y se inicien en el desempeño laboral, la Frank País habrá volteado una nueva página en la historia que le confiere destaque dentro del mundo de la Educación Especial. Camilo Ríos López y su familia estarán ahí para contarlo.