Era tan recatada que mientras vivió nunca se supo la fecha de su natalicio ni de festejos alrededor de ese día. Hoy, las cubanas y cubanos homenajean con sencillez a la inolvidable heroína de la Sierra y el llano cada siete de abril, cuando cumple un año más de vida por derecho propio, a pesar de su partida el 18 de junio de 2007.
Y piensan que de ese modo a ella le hubiera gustado.
Porque ganó ese derecho una mujer que aunaba la fortaleza de las combatientes revolucionarias de pura cepa y la delicadeza de un corazón bondadoso, que entregó sin reparos a los demás desde muy temprano en la vida.
Llamada por sus coterráneas tantas veces sencillamente Vilma, en el presente se le considera la Presidenta de Honor de la Federación de Mujer Cubanas, la organización que dirigiera e hiciera avanzar desde su fundación el 23 de agosto de 1960.
Pudo haber sido una destacada profesional de la tecnología, o una cantante lírica o deportista, según sus notables inclinaciones de niñez y juventud, pero eligió para siempre el camino de la lucha al lado de los humildes, por la libertad y la justicia social, con entrega y sacrificio.
Nació el siete de abril de 1930 en la oriental ciudad de Santiago de Cuba, la conocida tierra indómita y hospitalaria. La vida la premió al ser vástago de una familia de grandes valores morales y amante de la cultura, de hondas raíces nacionales, sobre todo.
Vilma Lucila Espín Guillois era una muchacha polifacética en sus primeros años estudiantiles. Participaba decididamente en manifestaciones combativas por las calles de su ciudad, en justos reclamos de su sector, condenaba los desmanes de la dictadura de Fulgencio Batista, instalado en el poder desde 1952, a consecuencias de un cruento golpe de Estado.
Una juventud muy activa y hasta chispeante, tuvo Vilma, más conocida en su madurez por su serena y armoniosa impronta. Ella actuó como la legendaria Deborah de la lucha clandestina en su urbe natal y cuando llegó la hora se transformó en la multifacética guerrillera del II Frente Oriental Frank País, que combatía, ayudaba en la logística y daba clases a los soldados.
Etapa trascendente de su vida, antes de partir a la lucha en la Sierra, fue su membresía en el Movimiento 26 de Julio, junto a su jefe, Frank País, a partir de la segunda mitad de los años 50. Ya se había graduado como ingeniera química en la Universidad de Oriente y simultaneaba diversas responsabilidades en la organización de acciones combativas y de apoyo a la lucha guerrillera que se libraba en las montañas.
Pero en su concientización revolucionaria tuvo mucho que ver, además de su formación ética familiar, el golpe de Estado pergeñado por Fulgencio Batista, como ya dijimos.
Cuentan que cuando se produjo el asalto al Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, y al Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, el 26 de julio de 1953, dirigidos por Fidel Castro Ruz, y se desató una sangrienta represión, su casa sirvió de refugio a Severino Rosell y desde allí ella aseguró la ayuda a otros asaltantes perseguidos.
Los lazos entre Vilma y Frank País, el líder de los revolucionarios del Oriente, se hicieron muy fuertes al servicio de la causa y la joven pasó a militar en las organizaciones fundadas por él en la lucha contra la dictadura batistiana, como el M-26-7, en una decisión natural y consecuente en ella.
Después de realizar un viaje a Estados Unidos, a su retorno a Cuba pasó por México en breve escala, a fin de contactar con Fidel Castro, quien le dio instrucciones y mensajes que hizo llegar a los revolucionarios del país.
Fue destacada en los preparativos del alzamiento armado de Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de 1956, en apoyo al desembarco de los expedicionarios del yate Granma, que ocurrió bajo las órdenes de Frank País.
Se trataba de una acción que no tuvo éxito en lo militar, pero en cambio estremeció los cimientos de Santiago, por la audacia y valentía de los jóvenes ante la represión. A partir de entonces se incrementa la represión de la tiranía, y la casa de Vilma se convirtió en cuartel general del movimiento.
Cada día que pasaba aumentaban las responsabilidades políticas y militares asumidas por la joven dentro del movimiento, tras la el asesinato de Frank País en 1957, y ya en junio de 1958 su vida estaba en serio peligro en su ciudad.
A ello obedeció que se sumara con urgencia a las filas del Ejército Rebelde en junio de 1958, organización a la que ella y Frank País daban respaldo total, organizando el suministro de armas y medicinas desde su región.
Dirigir la Federación de Mujeres Cubanas, fundada a instancias de Fidel, hizo que su vida y la del resto de sus congéneres de todo el país tuvieran un antes y un después y conocieran de experiencias y un desarrollo inimaginables, aunque todavía hay ingentes metas por conquistar y una vida nueva por alcanzar. Tantas batallas y crecimiento ganados no caben en esta página.
Como integrante del Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su fundación en 1965, y luego como miembro del Buró Político por varios años, continuó trabajando con denuedo. Dentro del Parlamento encabezó la Comisión Nacional de Prevención y Atención Social, y la Comisión de la Niñez, la Juventud y la igualdad de derechos de la Mujer.
En estos tiempos en que Cuba vive un período alentador de recuperación frente a los embates de la pandemia y de trabajo intenso por el desarrollo económico y social, las mujeres cubanas realizan profundos análisis para opinar y enriquecer el nuevo Código de las familias.
Todas y todos han visto cuánto de la obra, inteligencia, sensibilidad y pasión de esa mujer extraordinaria late ya en la letra y el espíritu del trascedente documento. De modo que lo ofrendan a su heroína, con el corazón.
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