“Siento que no es el momento de hablar de una candidatura”, así de categórica fue la respuesta de la reciente electa presidenta de Honduras, Xiomara Castro, cuando en 2018 accedió a hablar en exclusiva con Prensa Latina.
En aquel momento, durante una visita suya a Panamá, compartió con líderes y representantes de organizaciones políticas en el marco de la XXXVI Reunión Plenaria de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (Copppal), en calidad de presidenta del mecanismo que agrupa a las mujeres.
Cuatro años atrás, el escenario descrito no dista mucho del que deberá enfrentar su Gobierno luego de la asunción a la presidencia el 27 de enero, mientras conceptos y principios de la ruta a seguir parecieran hoy intactos e incluso, más radicales que entonces.
Castro exteriorizó en el diálogo con esta Agencia su fortaleza, convicciones, pesares, frustraciones y la realidad de Honduras, un país que a su juicio vivía en una crisis permanente.
El intento popular por revertir la situación en las elecciones de 2017, la oligarquía lo frustró con el robo de ese proceso de una forma “abierta, absurda y cínica”, dijo de forma categórica.
Sobre el tema, explicó que, en un periodo de 21 días, el sistema automatizado de los comicios se cayó 641 veces y apareció la representante de Estados Unidos, pues en aquel entonces no había embajador, dándole la bendición a quien robó las elecciones.
El pueblo se manifestó inmediatamente en las calles por varios días y como consecuencia murieron más de 41 jóvenes y se desató la persecución permanente de la dirigencia del partido Libertad y Refundación; pero lo más terrible fue el asesinato de los manifestantes, insistió.
Hoy se nos niega la libertad de expresión, de poder denunciar las violaciones de los derechos humanos, en tanto los activistas son perseguidos. En Honduras se instaló una dictadura respaldada por los militares y el gobierno de Estados Unidos, pero seguimos luchando.
El coordinador de nuestro partido, Manuel Zelaya (su esposo), inició un proceso para la creación de una coalición de oposición, que nos permita derrotar la dictadura y buscar los mecanismos de consulta al pueblo para definir la ruta que debemos seguir en las elecciones venideras, precisó Castro en referencia a los comicios que ella ganó el pasado 28 de noviembre.
Prensa Latina- ¿Ha pensado postularse como candidata presidencial?
Xiomara Castro- Yo tuve la oportunidad y el honor de recibir el respaldo y apoyo de nuestro partido Libertad y Refundación en 2013. Para mí fue un orgullo estar al frente de mi partido. Igualmente me tocó ceder mi candidatura en pro de la alianza que se conformó y acompañé a Salvador Nasralla como candidato presidencial entonces.
Actualmente nosotros estamos luchando por reformas, por una consulta popular, porque se instale una Asamblea Nacional Constituyente y para ello es necesaria la unidad y un pacto social entre los hondureños, donde todos participemos.
Siento que no es el momento de hablar de una candidatura, a pesar del respaldo y apoyo popular que tiene Zelaya según las encuestas. Durante los últimos años de dictadura se ha reconocido más su labor que en los tres años y medio de Gobierno antes del golpe de Estado.
Él logró equidad, justicia social, participación abierta de las distintas organizaciones y la reducción de la pobreza como nunca antes ocurrió en mi país.
También hubo un crecimiento económico entre el seis y siete por ciento, por lo que sentimos que el pueblo está reclamando su participación. Pero hay muchas cosas que todavía debemos de discutir antes de presentar una candidatura, en particular aquellas que aquejan a la nación.
A esto se suman las garantías de ingresar a un proceso electoral que sea transparente, donde se respete la voluntad del pueblo.
P- A propósito del golpe de Estado del 28 de junio de 2009, recordamos su imagen liderando la manifestación por el retorno del expresidente Zelaya. ¿Puede valorar el papel de la mujer en la lucha que hoy lleva a cabo el pueblo hondureño?
R- Yo creo que no existe lucha y revolución sin la participación de la mujer. Somos un bastión importante, aunque la contribución de los hombres y de toda la sociedad es lo que permite alcanzar los cambios que necesitamos.
De hecho, durante la crisis tan importante que nos tocó vivir con el golpe de Estado, las mujeres estuvimos acompañadas de los hombres. Eso nos hizo entender que no podemos buscar un cambio en nuestro país si como mujeres no participamos directamente en la política.
Debemos politizarnos y participar en cada uno de los procesos de las instancias, porque las mujeres tenemos la obligación de involucrarnos en los cambios que tanto se necesitan.
Me tocó dar un pie al frente, a pesar de que nuestra familia era perseguida; sin embargo, me apoyó mi familia y salimos a acompañar al pueblo a pararnos de frente a la par de él.
A nuestro lado marcharon hombres y mujeres que nunca había conocido, que no eran parte de un partido u organización. Obreros y campesinos, especialmente, mujeres y amas de casa dieron el pie al frente. Y algo que siempre recuerdo y quiero mencionar para referirme a la fortaleza y la necesidad de participación de la mujer:
El 5 de julio asesinaron a un joven de 19 años y en ese momento sentí la necesidad de hablarle a la madre. Me comuniqué con ella con la intención de darle resignación y solidarizarme ante su dolor; pero recibí el revés más grande, porque en ese momento la que me consoló fue ella.
Llevaba en el carro a su hijo en el ataúd y me dijo: “primera dama, yo quiero pedirle permiso a usted para enterrar a mi hijo, pero dos días después estaré aquí con mis otros hijos y con mis sobrinos para acompañarla en esta lucha”.
¡Imagínese usted qué palabras! Eso me movió, dijo Xiomara Castro con voz entrecortada e hizo un alto para sacar un pañuelo y secarse las lágrimas que pujaban por brotar tras el recuerdo de la firmeza de aquella mujer, quien apenas pedía tiempo para atender su luto.
Detrás de esos jóvenes que guardan prisión y son perseguidos por salir a las calles a reclamar sus derechos sabemos que hay una madre, que no solo está abonando por la vida de ellos, sino que está dispuesta a que den la vida por nuestra Patria.
Esas son las mujeres hondureñas y la participación que hemos visto de ellas en el país.
P- ¿Podemos decir que este capítulo en su vida fue lo que la llevó a usted a tomar un papel más activo en la política?
R- En verdad fueron muchas cosas juntas: un gobierno progresista con una visión de equidad y justicia; un presidente con el liderazgo de Manuel Zelaya Rosales, al cual he acompañado durante 42 años de mi vida y he visto su entrega, sacrificio y compromiso no solo con Honduras y su pueblo, sino también con América Latina.
Esto me preparó para asumir la responsabilidad que adquirí después del golpe de Estado y hoy no puedo decir hasta aquí llegué, porque creo que la lucha de las mujeres no acaba por ser una figura política.
La lucha de una mujer debe ser el incentivo para otras y el ejemplo a seguir, porque mientras exista pobreza, falta de equidad y justicia social en nuestros países, nosotras tenemos que estar al frente de la lucha de las mayorías.
En los últimos años me incorporé a la Coppal, donde encontré el espacio idóneo para llevar el mensaje de lucha, fuerza y entrega para las demás mujeres de América Latina.
Por eso quiero invitarlas a que nos acompañen, a que no nos conformemos, que pensemos en la necesidad de salir de los muros de nuestras casas porque hay una nación y un continente que son acechados por el gobierno norteamericano.
Hoy necesitamos con urgencia unirnos más, por eso la presencia de la mujer en estos eventos es fundamental.
Castro presidió durante tres años hasta el 2019 la Copppal Mujer, periodo en el que obtuvieron muchos logros; sin embargo, apuntó que lo más importante es ver como ellas tienen un rol cada vez más protagónico en las naciones latinoamericanas.
PL- ¿No ha sentido miedo nunca?
R- Nunca, ni siquiera cuando entraron a mi casa durante el golpe de Estado. En aquella ocasión enfrenté a los militares, las bayonetas, los ataques de la derecha con señalamientos a Mel (Zelaya) y a la familia, y de otros grupos a través de los medios de comunicación.
Incluso, todavía seguimos enfrentando a esas personas porque somos perseguidos, en tanto el mecanismo de judicialización de la política es el que utilizan para detener los liderazgos progresistas en América Latina.
Por eso no tenemos miedo, al contrario, estamos convencidas que tenemos que estar al frente, a la par de hombres y mujeres, cuya condición social no es importante, sino el hecho de tener un fin común: la libertad, la independencia, la justicia y la paz.
P- Imagino que la clase social a la que ustedes pertenecen los consideran traidores.
R- Cuando Mel inició su vida política y hasta la fecha ha demostrado coherencia en sus acciones, siempre ha mantenido la misma posición, aunque tal vez entonces no lo identificaban.
Es bueno decir que esa misma clase política lo apoyó y ayudó a que fuera presidente. Pero, el espacio de la presidencia le permitió abrir las puertas de Honduras a otros países.
No ver al Norte, sino al Sur y a América Latina; acompañar un proceso junto a Evo Morales, el comandante (Hugo) Chávez, el compañero Rafael Correa, Ernesto y Cristina Kirchner; a sumarse a esa labor de desarrollo que se ejecutaba en las distintas naciones de América Latina.
Si se engañaron, francamente no sé por qué pasó. Tal vez fue una sorpresa para ellos descubrir hasta dónde Mel tenía la capacidad y convicción de buscar y lograr la equidad en nuestro país.
Hubo crecimiento económico sin perseguir a ningún empresario; pero también, a la par de ese crecimiento económico, hubo reducción de la pobreza y la extrema pobreza; entonces era un gobierno justo, equitativo.
Le dieron el golpe de Estado porque le tuvieron miedo a la apertura que había de participación ciudadana, de que el pueblo se expresara, fuera partícipe de su propio desarrollo.
Le tuvieron miedo a ese poder que en el gobierno de Zelaya se le estaba dando al pueblo y esa autoestima que estaba despertando en la gente: conocer su verdadero valor, saber que no somos células disgregadas, sino que somos un todo y que lo primero que debemos defender es nuestra Patria y nuestra independencia.
Le tuvieron miedo a la alianza con Petrocaribe, con el ALBA, a la amistad con nuestro comandante Hugo Chávez, la persona de la cual recibí los mejores recuerdos dentro de la política.
Castro también resaltó la enseñanza y el orgullo permanente de conocer a un hombre con una visión que traspasa las fronteras de Venezuela y le abre las puertas a los países que no tenían la posibilidad de salir adelante por sus condiciones económicas y comienza, sin pedir nada a cambio, a apoyar a Haití.
P-¿Cuánto influyó en usted ese pensamiento de Zelaya?
R- En verdad compartimos desde siempre el mismo pensamiento y la lucha, al tiempo que cada cual ha asumido hoy un papel muy importante dentro de la historia de nuestro país y de nuestra vida, la cual cambió 180 grados. Dejamos de ser una familia para convertirnos en un todo, de velar por nuestros hijos para velar por los demás.
Yo me siento muy orgullosa porque nuestros hijos también nos acompañan en todo este esfuerzo y eso nos hace sentir que encontramos la razón de vivir, porque la razón de vivir no es llegar a este mundo, tener hijos y hacer dinero, sino darle un propósito a la vida.
Además, ser parte de una sociedad y del desarrollo de un país, para lo cual todos debemos aunar esfuerzos en aras de lograr la justicia que esperamos y que hoy nos arrebataron. Por eso con más fuerza luchamos por ella.
P- ¿Cuál es el principal reto que enfrenta hoy la región para el retorno de gobiernos nacionalistas?
R- Yo pienso que el reto es muy grande y el primero de todos es lograr la unidad de nuestros pueblos.
En segundo lugar, es necesario concientizar la necesidad de que nuestra gente entienda la realidad que vivimos, porque los medios de comunicación están captados y a través de ellos nos venden una que dista mucho de la que viven nuestros países.
Pero también, esos medios hacen señalamientos a líderes y personajes que pueden lograr los cambios necesarios para que nuestros países mejoren y si no miremos lo que pasó con Lula (Luiz Inácio da Silva), quien estuvo preso para evitar que participara en el proceso electoral.
Mire la judicialización contra Cristina, lo que está pasando con Correa, los intentos de golpe de Estado que hubo, los golpes blandos en contra de Dilma Rousseff y el golpe militar que sucedió en Honduras, que es el laboratorio utilizado por Estados Unidos para implementar luego la forma de controlar a nuestras naciones.
Hoy tenemos un Gobierno entreguista, representado por un hombre (Juan Orlando Hernández) que instaló el fascismo en nuestro país. Hoy poseemos un Gobierno que nos ha quitado todo: la libertad, los derechos humanos y lo más valioso que tenemos, la soberanía.
Hoy quienes gobiernan en Honduras no son los que se robaron las elecciones y la presidencia en 2017, pues la economía la maneja el Fondo Monetario Internacional; la seguridad, el Comando Sur; la justicia, la OEA (Organización de Estados Americanos) a través de un organismo que crearon, el Maccih (Misión de Apoyo Contra la Impunidad en Honduras); y la parte fundamental, el pueblo, está olvidado y descuidado.
Hoy tenemos más impuestos y leyes que cada vez atentan más contra el pueblo, por eso lo único que nos queda es seguir luchando. Sin embargo, pese a todo este escenario negativo, tenemos esperanza, la cual también está presente en todos los países que nos hemos unido para luchar juntos y poder vencer al Imperio.
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