A la puerta de la escuela primaria Panchito Gómez Toro, de Cabaiguán, Juan Nápoles Martín te recibe con el bastón en una mano y el tabaco prendido en la boca, como ha sido desde hace muchísimos años atrás.
Unos lo saludan, otros le preguntan por qué mesa deben ir a votar, algunos lo vienen a inquirir sobre este o aquel elector, los amigos lo paran para la acostumbrada charla. Pero a estas horas ya Nápoles, como se le conoce por estos lados, ha caminado la escuela de una punta a la otra, ha ido a ver si en las mesas todo va funcionando bien y hasta despabila cualquier detalle antes que le pregunten: “Anoche todo aquí estuvo tranquilo y hasta ahora las votaciones se van desarrollando sin problemas”.
No le pesan ni la noche en pie —pese a los 89 años de edad que están por convertirse en los cercanísimos 90— ni el ajetreo de esta mañana.
“Estoy ayudando a los compañeros de la mesa, soy parte de la comisión de aquí y siempre lo hago. Ha habido mucha concurrencia”, asegura Nápoles Martín.
Esta es otra de sus tantas batallas como las que libró, antes de 1959, por alcanzar la Revolución que hoy disfrutamos. Y sin miramientos confiesa: “Yo estoy votando por mí, por ti, por todos. Yo creo que es lo que tiene que hacer todo el mundo y, sobre todo, la gente vieja que sabemos cómo era la situación anterior.
“Estamos votando por el Código de las Familias que trae muchos beneficios para todas las personas: los viejos, los niños, los discapacitados… para todo el mundo”.
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