Los Gallos ya están de nuevo en play off. No por los pelos, como auguró esta reportera al iniciar la contienda. Accedieron a esa fase sin necesidad de concretar todo el calendario, sin tener que esperar por el desenlace de terceros y con el cuarto boleto repartido en los finales de campaña.
Eso merece desde ya el mayor de los reconocimientos por parte de la afición y de los expertos, muchos de los cuales no le concedieron el favor de los pronósticos ante las ausencias de figuras claves en la alineación respecto a la temporada precedente, entre ellas, los dos principales abridores y parte de su línea central. El panorama se complicó en la fase regular, dadas las bajas de su receptor regular y capitán Yunior Ibarra, por contrato, y más recientemente de Lázaro Viciedo y Alexis Miguel Varona.
Es verdad que todos los equipos también sufrieron bajas, pero no todas tuvieron el mismo peso. Sin embargo, Sancti Spíritus se sintió las suyas. Mas, como hemos dicho antes, lamentarse no fue la opción para Lázaro Martínez, quien oficialmente tomó las riendas del elenco casi unas semanas antes de darse la voz de juego y transitó más de la mitad de la serie con las secuelas de una parálisis facial.
Aunque asumió decisiones controvertidas, como les sucede a todos los directores, sus riesgos encontraron recompensa y logró juntar, aunar, impregnar confianza, fe en la victoria y amor a la camiseta. Junto a su cuerpo de dirección, supo maniobrar con lo mejor que tenía en cada momento. Así logró conformar una batería que, si bien ocupó posiciones rezagadas en la ofensiva colectiva (lugar 13 con 274), fue capaz de fabricar las carreras necesarias que sumaran victorias. Otro desafío resultó hacer malabares en el box y encadenar inning a inning los brazos que le respondieran.
No fue tampoco la defensa la que más brilló y los 969 de promedio que exhibe resulta expresión, en parte, de la poca experiencia de sus titulares, más que todo en torno a la línea central. Muchos vivieron por primera vez su condición de regulares en posiciones claves, como los difíciles segunda base y el campo corto, con los casos de Lázaro Fernández, Kevin Arévalo y Ronaldo Pérez y ya en las postrimerías Yadiel Guerra Cabello, en la receptoría. Guante en mano les falta un mundo, sobre todo a Lazarito, pero defendieron con dignidad sus cojines y al bate este último se desbordó.
Los Gallos tuvieron en Frederich Cepeda un líder natural. Bate en mano tuvo otra vez una campaña fenomenal y, desde la fuerza de su ejemplo, arrastró al equipo, lo mismo que su compañero Yunier Mendoza. Ambos fueron los de mayor promedio ofensivo y estuvieron entre los máximos productores de carreras.
Preciso es mencionar, también, la constancia ofensiva de Rodolexis Moreno y el repunte en los finales de Dunieski Barroso y Alejandro Escobar.
Pero al mánager de los Gallos las mayores incógnitas se le presentaron en un box inexperto. Cuando parecía imposible suplir la veintena de victorias que aportaron la campaña pasada Yuen Socarrás y José Eduardo Santos e, incluso, las mermas de un año a otro de dos cartas que fueron casi imbatibles la pasada temporada: Ariel Zerquera y Alex Guerra, varios asumieron el liderazgo.
Aunque el aporte fue colectivo en un cuerpo en el que, con los destrozos ocasionados por los bates tuneros cedió en los puestos de vanguardia que mantuvo en toda la campaña, hay que mencionar con todas sus letras al derecho José Isaías Grandales, con sus primeros ocho triunfos en tres campañas; a Yanielkis Duardo, con seis triunfos y 15 salvamentos; y a Yankiel Mauris, con siete triunfos y ocho salvados, todos increíblemente excluidos del Cuba a San Salvador, aun cuando estos dos últimos resaltan como mejor dúo relevista del país. Asimismo, sobresalieron el avileño Fernando Betanzos, con seis éxitos y un salvado, en tanto resultó el segundo más trabajador (78.2 entradas), detrás de Grandales (85.1), y José Luis Braña, que registró cuatro éxitos.
Con la clasificación ya en el bolsillo para la postemporada, Sancti Spíritus tiene que seguir batallando por ganar, porque el objetivo es también terminar entre los seis primeros lugares de la etapa clasificatoria para poder acceder a la II Liga Élite de la pelota cubana, que debe comenzar el 4 de noviembre venidero.
Mas, en tanto se despejan esas expectativas, lo importante es sopesar en su justa medida este boleto logrado por los Gallos, en una campaña donde el mismísimo tetracampeón granmense quedó fuera, para permitir a sus parciales, disfrutar de los play off con la expectativa de saber cuál será el rival y echar rienda suelta a la especulación, digo, a los pronósticos.
Recuerdo el programa de con voz propia al inicio de la serie donde usted dio su opinión y yo de este lado la apoyaba. Cuánto me alegro nos equivocamos y nuestros gallos están clasificados.