Asegura Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina que la historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás. Con ello, de forma subrepticia, nos da a entender que solo quienes perciben la riqueza de los acontecimientos que conforman la espiral de los hombres son capaces de construir de manera efectiva el porvenir.
Dice también Galeano que viajó mucho y mucho vio, que ya sobre el globo quedan muy pocas personas con el talento de cuna para contar esta apasionante cadena de eventos como quien narra las aventuras en una novela de Salgari. Caso sorpresa el de esta chica que, desde el asiento de su aula en el IPVCE Eusebio Olivera, de Sancti Spíritus, relata buena parte de la historia local como si ella misma la hubiese escrito.
Para Adriana Alfonso Martín la leyenda viene de casa. “Puede que suene trillado, pero me encanta. Mi abuela fue profesora de Historia durante años y también dio clases a adultos. Por una o por otra, la historia nacional y la local iban a estar presentes en mi vida y en muchas conversaciones de mi seno familiar”.
Cuenta Adriana que ya desde quinto grado tenía vínculos fuertes con la asignatura y los concursos provinciales. “Mi abuela era coordinadora de la Cátedra del Adulto Mayor. Gracias a ello conocí a la historiadora de la localidad y visité museos dentro y fuera de la provincia: Santa Clara, Cienfuegos y también Ciego de Ávila. De esta forma, llegué a la secundaria, comencé a concursar y a obtener resultados”.
“Te confieso y mira qué cosa, no me gustan mucho el resto de las historias que recibimos: ni antigua y medieval, ni moderna, ni contemporánea. A mí la que me gusta es la de Cuba, la historia de ciudades patrimoniales y, especialmente, la de mi terruño: es la historia que puedo ver y conocer, la historia que puedo tocar”.
Con vergüenza, relata que décimo grado no fue un buen grado para ella puesto que “la historia que recibíamos era la Antigua y Medieval”. No obstante, ya en onceno reinició su cruzada de conocimientos y obtuvo medalla de plata en el concurso provincial y quedó en el lugar 19 en el nacional cuando las medallas solo llegaron hasta el 18. “No me desanimé”, revela y comenzó una nueva etapa de su vida.
La fotografía llegó como nueva forma de contacto con la generación Z: chicos amantes del audiovisual que prefieren distanciarse de las formas tradicionales de aprender. Ya con dos pasiones de la mano, Adriana, por un lado, estudia la historia de los sitios y, por el otro, comparte capturas con pequeños pie de fotos para llegar a sus contemporáneos de manera más tangible.
“A través de la fotografía y una forma de narrar curiosa provoco que los jóvenes se inspiren a aprender. A veces me escriben para paliar dudas de la historia local”. Y hace un pequeño croquis con la mano:
“¿Sabes dónde queda la Casa de la Cultura? En el entresuelo de ese edificio (que es el único entresuelo en Sancti Spíritus) vivió Federico Capdevilla, el defensor de los ocho estudiantes de Medicina. Existe una tarja que rememora a quien luchó contra ese instante tan mustio del acontecer nacional y a pesar de estar en un lugar tan frecuentado y céntrico (tuerce los labios en señal de reproche), las personas no saben sobre esto.
“Pienso que la historia de la ciudad no se divulga como se debe: siempre miramos el puente, la iglesia, el teatro, ¡pero obviamos otros tantos sitios que tienen algo interesante o curioso para contar!”.
Ante pregunta que refiere a la preservación de la memoria histórica, línea clave del Estado cubano, la estudiante refiere que tenemos que ser más exigentes: necesitamos menos profesores que reciten la historia y más de los que enamoran a los estudiantes con su clase.
“Acá tenemos a Rolo y Nani, excelentes profesores, quienes incluso me han brindado un poquito de su agitado tiempo para ayudarme en mi preparación. Sin embargo, no todos los profesores incentivan a evitar la mecanización y la reproducción. Para amar la historia el primer paso es dejar de enseñarla como un folleto y enseñarla como lo que es: grandes anécdotas de quienes nos antecedieron”.
En su estadio de concursante de Historia hace tres o cuatro meses, se adentró en el Movimiento Juvenil Martiano como comunicadora provincial con un fin: sacar a Martí de los cuadernos y llevarlo a la comunidad porque se hace imprescindible mostrar a niños el José Julián de carne, imperfecto, pero humano, que no muestran los libros de texto.
¿Esperas una medalla?
“No concurso por ego o para demostrar que sé más. Apenas para obtener una medalla. De hecho, siempre que salgo digo: Caballero, no cogí ni chicle: esa es mi frase. Lo hago para probarme, porque me gusta enfrentarme a lo que desconozco o a lo que ya sé”.
¿Incluso cuando te sientes preparada?
“Nunca se está totalmente preparado para un concurso de Historia, pues es imposible saberse toda la Historia (y sonríe con pena). No obstante, me siento preparada para no coger ni chicle (bromea). A veces nos pasamos un poquito como cuando en el concurso provincial preguntaron cómo se llamó el caballo de Martí y quién se lo regaló. Creo que apretaron”.
¿Qué piensas estudiar, Adriana?
Enrojece por enésima ocasión y a duras penas logra esgrimir un tal vez. “No tengo idea. Quizá algo relacionado con la historia y que involucre a la cultura. Quizá comunicación social. No me decido”.
Y a pesar de que Adriana Alfonso Martín aún no encuentra respuestas claras para esta pregunta, la vocación de esta chica de apenas 17 años bien puede empujarla a convertirse, si ya no lo es, en uno de los talentos de la historia provincial y tal vez, incluso, nacional.
De este encuentro quedan dos cosas claras. La primera es el orgullo que invade cuando una persona tan joven enuncia tantas y tantas curiosidades sobre la historia de su provincia natal con la dicha de la eterna aprendiz. La segunda es que, a pesar de la vocación que la une a los saberes, las letras y la comunicación, Adriana, una posible historiadora en ciernes, detesta las entrevistas.
Felicidades Adriana
Felicidades Adriana,es bueno saber que alguien tan joven se interese no solo por la historia de Cuba,sino que le apasione la historia local,pués muchas personas de diferentes grupos etareos no conocen la bella historia de la villa del espíritu Santo,si necesitas saber más tengo un amigo que tiene infinitas anécdotas de nuestro terruño,el es Jesús Quintero,sigue adelante Adriana te admiro mucho gracias
Con sumo placer he leído este material. Conozco a la familia de Adriana desde mucho antes de ella nacer y la he visto crecer y empinarse. Me admiran esas dos pasiones suyas (es una fotógrafa muy original) y la sigo en las redes sociales de internet, aunque es mi vecina de barrio.
Educada, sensible, humilde y muy acuciosa investigadora, hasta Escambray se llegó alguna vez en busca de bibliografía sobre la historia local.
Nieta de maestra de Historia (Norma García Machado) e hija de madre investigadora, aunque en la rama de la Genética (Diana Martín), no cabía esperar otra cosa.
Gracias a José Lázaro. Felicidades, Adriana!!!
Excelente estudiante y con una gran capacidad de aprendizaje. Éxitos a Adriana será una muy buena profesional.
Es un privilegio conicer a Adriana, tener su amistad y cariño, más, poder asegurar que todo lo expresado en ésta publicación es hacerle justicia esta Promesa de la historia espirituana, fiel seguidora de su vocación y, augurarle un futuro brillante. ¡ Felicidades Adri !
Muchas Felicidades a Adriana y la familia. Es una estudiante noble y perseverante. Me encanta su forma de pensar sobre la competencia o demostrar conocimiento, sino su desarrollo individual. Creo la fotografía llegó en su vida para ayudarla cuando se sintió golpeada por el sistema de estudio al q debía acostumbrarse. Lo superó y me llena de orgullo. Mucho éxito, pues se percibe la pasión por la Historia y todos lo agradecemos.
Felicidades. Excelente historiadora en ciernes y muy buena persona.