Alfredo Cadalso González no lanzó una moneda al aire para elegir que sería médico. No levantaba ni una cuarta del piso cuando, entre las consultas habituales de la infancia, tuvo la perspicacia suficiente para interesarse por la caligrafía enrevesada de los galenos y por el olor opresivo de los hospitales.
Fue así que descubrió la pasión por la medicina, ese oficio en el que ha podido aliviar el dolor de no pocos pacientes. De los Limpios de Banao, su localidad natal, heredó la humildad y la sensibilidad con el problema ajeno, dos valores que, unido a su probada competencia profesional, lo ubican hoy dentro de los nefrólogos de referencia en el municipio de Yaguajay, e incluso, más allá de sus fronteras.
Alfredo nunca ha sido presuntuoso, ni siquiera de recién graduado. Así, puso los pies en Nela, y más tarde en Mayajigua, dos comunidades del norte espirituano que lo enseñaron a escuchar a la gente, y a no subestimar ni una sola de sus dolencias. Con dicha experiencia nutrió sus conocimientos, esos que ha perfeccionado a golpe de esfuerzo y de estudio diario.
Tanto es así que, sin premeditarlo, un buen día decidió apostar por la especialidad de Nefrología, la cual tuvo el privilegio de cursar en el Hospital Antonio Milián Castro, de Santa Clara. Durante dos años y medio este profesional se entregó en cuerpo y alma a la disciplina, la cual defiende hace cerca de 20 años.
Una vez graduado no perdió el tino y se quedó en Yaguajay, ese pedazo de tierra que lo curtió en esta profesión. Mas no todo fue casualidad. Al norte espirituano llegó junto a la inauguración de la sala dedicada a la atención de los pacientes con patologías renales.
“Yaguajay tiene un privilegio tremendo con esta sala. Con ella se ha mejorado la calidad de vida de los pacientes, pues no tienen que recorrer largas distancias para recibir un tratamiento. Por ejemplo, antes una persona de cualquier poblado del territorio tenía que viajar a Sancti Spíritus para tratarse, y después regresar a su lugar de origen. Sin embargo, con las bondades de esta prestación todo se ha perfeccionado”, refiere Cadalso González.
Dicho servicio de nefrología en el Hospital General Docente Joaquín Paneca Consuegra, de la cabecera municipal cuenta con cinco riñones artificiales para la atención al paciente renal crónico, cuyo impacto más significativo ha sido, sin duda, acercar el servicio a los pacientes.
“Iniciamos atendiendo a pacientes de Caibarién y de Yaguajay, pero en estos momentos recibimos a los del territorio, y algunos de Chambas y hasta de Cabaiguán. A pesar de todas las limitaciones que afrontamos las personas tienen asegurados todos los medicamentos que necesitan, así como la alimentación y el servicio de transporte, el cual se establece a partir de un contrato entre Salud Pública y Cubataxi”, comenta el especialista.
Bien lo sabe Alfredo y el resto de los profesionales que laboran en la instalación, quienes no descasan por perfeccionar el tratamiento, así como la atención a los enfermos. “Nosotros somos una gran familia, tanto pacientes como el personal médico, técnico, auxiliares de limpieza…, todos estamos en función de ellos.
“Los vemos casi todos los días y mantenemos un vínculo cercano. Contactamos con sus familiares y acompañantes en todo momento. Además, como atendemos enfermedades renales de todo tipo, sostenemos una empatía con los otros pacientes que buscan nuestros servicios, pues casi siempre llevan un seguimiento, tanto aquí como en las áreas de salud del municipio a las cuales también llegamos”, constata el nefrólogo.
Bajo este principio, el galeno ha cumplido misión internacionalista en países como México, Venezuela y Belice. En este último tuvo la oportunidad de crecerse dentro de su especialidad. “Me llegaban pacientes con diferentes patologías renales que tuvimos que tratarlas y seguirlas. Fue una experiencia fundamental en mi desarrollo como médico, pues me enfrenté a enfermedades que en Cuba no se ven, a tecnologías desconocidas, y eso me obligó a mejorar mi quehacer”, alega.
Quizás por eso, en medio de las lógicas limitaciones por las que atraviesa el país, a las que no escapa el gremio de la Salud, este especialista cree pertinente esmerarse con los pacientes.
“En este escenario de múltiples carencias en el que tenemos que recurrir al método clínico, no podemos perder la sensibilidad humana ni los deseos de aportar lo mejor de nosotros y, mucho menos, abortar los proyectos que nos ayudan a superarnos. Nuestro compromiso es mejorar la calidad de vida de los pacientes y ver cómo sienten alivio a su dolor”, expresa.
Alfredo atesora 27 años como profesional de la Salud, y sabe bien lo que es no tener ni sábados ni domingos, ni días ni noches. Pierde la noción del tiempo cuando alguien llama a su puerta. Mas no reniega de las horas de desvelo, y cree no hacerlo nunca.
“La nefrología es parte de mi vida. Es una especialidad que me gusta, donde me siento cómodo, en la que he aprendido mucho en el transcurso de estos años, y que me ha permitido convivir con muchos pacientes que han visto mejoría gracias al tratamiento y a nuestro trato”, confiesa el yaguajayense.
Y mientras esboza estas palabras deja escapar su humildad, ese sentimiento que lo aparta de la vanagloria y lo hace caminar por Yaguajay con la disposición de extender su mano salvadora a todo el que la precise. Ese es su mayor tesoro, luchar por el sorbo rotundo de la vida.
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