Alianzas a favor del entorno (+fotos)

Cuidar una ciudad implica de muchos esfuerzos impulsados por diversas manos. Están las de quienes tienen recursos, conocimientos, autoridad, y las de los otros responsables que con sus asistencias a los pequeños espacios propios, íntimos, mantienen vitales también al gran entramado.

“Las viviendas son una de las razones de más importancia de esa gran estructura —define sin titubeos Jorge Fidel Caso Marín, presidente de la Sociedad de Arquitectura, en Sancti Spíritus—, porque en ellas encontramos a las personas, protagonistas, precisamente, de todo lo que sucede en las ciudades”.

Justo, por esa trascendencia, durante tres días en la urbe del Yayabo se dieron cita especialistas no solo de esta provincia, sino de Camagüey, Remedios y La Habana. El II Taller de Arquitectura en Contextos Patrimoniales convocó a reflexionar en torno al tema La vivienda en áreas patrimoniales: el desafío de la innovación, tecnología y diversidad, y el reto de generalizar las experiencias exitosas.

“El primer encuentro, el pasado año, nos dio la dimensión de cuántas alianzas se pueden hacer desde la Oficina del Conservador con el resto de los organismos relacionados con las regulaciones urbanísticas paradevolverles el buen estado a esos elementos de nuestro patrimonio a partir de alternativas reales en estos tiempos tan complejos”, aclara Gretcheen Jiménez Guerra, directora del Plan Maestro de la referida Oficina.

Mediante voces autorizadas se conocieron positivos ejemplos de cómo, con la voluntad y comunión de muchas personas y la innovación e ingenio de los especialistas, se han atenuando los impactos del abandono e incluso del paso del tiempo en muchas viviendas, algo que es un conflicto de país. Territorios como Viñales, en Pinar del Río, y La Habana han sido testigos de cuánto se puede hacer.

“Construir una vivienda cuesta mucho trabajo en cualquier lugar de Cuba, pero hacerlo en una Zona de Conservación del Patrimonio duplica los esfuerzos. Por ejemplo, la urbe de Sancti Spíritus, por ser una de las primeras villas, en muchas de las viviendas de esa área encontramos cubiertas de tejas y madera, lo que a la hora de intervenirlas resulta mucho más complicado. Por tanto, urge buscar alternativas para darles solución a la construcción y a la escasez de los materiales y sus altos precios”.

El especialista en Conservación y Rehabilitación de la Oficina del Conservador en San Juan de los Remedios, William Fernández Álvarez, alerta que en esas alternativas no se pueden perder de vista ni la función doméstica de la construcción, ni irrespetar sus valores patrimoniales a fin de coquetear con la modernidad.

En esa última idea, Roberto Vitlloch, director de la Oficina de Sancti Spíritus y celoso centinela de nuestro patrimonio edificado, no ha cejado en la denuncia y el enfrentamiento de todo cuanto lacera a una de las expresiones de nuestra identidad: cambio de fachadas y estructuras, eliminación de rejas, vitrales, aleros…

“En nuestra urbe hay muchos ejemplos que desentonan con lo regulado. Los propietarios transforman sin consultar. Muchas veces pagan la multa sin pensar en lo hecho y ya no hay solución a las pérdidas de nuestros valores. De todas las violaciones detectadas la menos importante es el color y la más chocante es la colocación de la columna salomónica en contextos eclécticos.

“Si bien es verdad que los seres humanos somos los únicos responsables de salvaguardar nuestros entornos, también son nuestras manos las únicas responsables del deterioro”.

Para el arquitecto espirituano Jorge Fidel Caso Marín resulta vital fomentar la cultura del cuidado y protección entre vecinos y propietarios de los inmuebles.

“La intención de la Red de Oficinas del Conservador está dirigida a la protección, pero desde la gestión de un plan maestro en alianzas con otras entidades para mantener los valores del fondo habitacional en los centros históricos y que al unísono las familias con consciencia realicen acciones que no maltraten sus propiedades. Para ello urge que ganen conocimientos”, expresa Jorge Fidel.

La Oficina del Conservador, reconocida en la Gaceta Oficial de la República de Cuba en su Decreto No. 346 en el año 2018 ha comenzado a dar sus primeros pasos en ese sentido.

“Hemos trabajado en varios proyectos, pero concretados solo los altos de la Plaza del Mercado y vamos a empezar en la antigua Iglesia de Jesús Nazareno. También, ya comenzamos con el programa de recuperación del fondo edificado. En ese sentido, hicimos un diagnóstico de los edificios con altos valores culturales y sus patologías. En su mayoría presentan derrumbes, fundamentalmente en los aleros en gola, tan propio de nuestra ciudad.

“Igualmente, hemos visto espacios que pudieran ser utilizados para viviendas y otros que no por diferentes razones, aunque estén vacíos. Por ello, nos sentaremos con la Dirección Provincial de la Vivienda para determinar cuáles pueden formar parte del fondo habitacional y qué materiales pueden utilizarse como alternativa constructiva.

“Conocemos que un grupo de entidades hoy no necesitan algunos de sus espacios y han decidido entregárselos a sus trabajadores u otras personas. Nuestra idea es realizar proyectos participativos, donde dialoguemos y pongamos todos los intereses sobre la mesa. La Oficina es un organismo metodológico que aspira a que la incidencia de la arquitectura se asuma de forma holística en el desarrollo integral de la ciudad, sin dejar a un lado los contextos: envejecimiento, elementos identitarios como la religión…”, refiere Caso Marín.

Esos son retos inmensos que asumen diariamente quienes laboran para que el Centro Histórico espirituano mantenga con orgullo su condición de Patrimonio Nacional, otorgada en 1979. Un verdadero privilegio, no siempre reconocido por sus vecinos si se cuantifican los daños a las viviendas y otros elementos patrimoniales. Preservar, conservar y respetar nuestros entornos son las únicas claves para coexistir con uno de nuestros más distintivos tesoros.

“La ciudad es un sistema compuesto por muchos sistemas, en el que la vivienda resulta mayoritaria. Cumplir con las regulaciones no equivale a detenerla, sino a avanzar sin olvidar las raíces. Las alianzas nos permitirán salvar a Cuba en toda su tipología arquitectónica, que al final se revierte en nuestra identidad”, concluye Roberto Vitlloch.