Alicia Alonso nació en La Habana el 21 de diciembre de 1920 y, 28 años más tarde, en 1948, fundó el Ballet Alicia Alonso, hoy Ballet Nacional de Cuba. No tengo buena memoria para las fechas, pero sí para los recuerdos inolvidables y ella sabía celebrar su cumpleaños con la alegría de la batalla diaria y el desafío de llegar al centenario.
En una entrevista Alicia me expresó una frase-queja suya que denotaba compromiso y sano orgullo: “No solo he bailado. Yo soy la bailarina que mas vida social ha tenido en el mundo, pero no lo dicen”. Yo, en silencio, le prometí tratar de comprender esa vida.
Después de tres años de trabajo en la investigación y escritura de un libro titulado Alicia el vuelo de la mariposa, en cuyas páginas me atreví a fundir la historia, los testimonios y la leyenda que fue su vida con mi visión personal sobre la protagonista, el texto vio la luz. Se presentó el texto en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso el 20 de diciembre del 2017. En YouTube puede verse aún el video Último libro de Alicia Alonso grabado por la televisión china en el momento en que las autoridades de Sancti Spíritus le entregaban el Escudo de la Ciudad y ella, como niña con juguete nuevo, recibe el homenaje y mi libro, el cual no podría leer con sus ojos, sino con el corazón.
Al día siguiente, su esposo Pedro Simón y ella me invitaron al cumpleaños en su propia casa. En medio de su amada música mexicana de mariachis y las felicitaciones, alguien mencionó el texto y nos hicimos otra foto con el libro como testigo. Alicia el vuelo de la mariposa, a pesar de los avatares de la pandemia, se agotó en las librerías y presentaciones cubanas. Recuerdo que en la Universidad de las Artes de Aguascalientes lo presenté en el 2018 a futuros bailarines y también en una actividad por el 26 de Julio en la sede de Morena. Hace unas semanas regresé de México a donde llevé los últimos ejemplares que me quedaban. En esa ocasión, fue en la apertura del curso ante alumnos de danza de Tlalpan, Ciudad México, que terminaron exclamando: “Padrísimo”, como si estuvieran en una función de teatro y no en la lectura del libro, reviviendo la primera vez que Alicia bailó Giselle.
Alicia el vuelo de la mariposa es un libro mío muy querido; en él se intenta narrar la vida grande y hermosa de nuestra gran bailarina. Fue mi regalo especial de cumpleaños. A ella le gustaba decir que su vida era un interminable ballet. Por eso en cada capítulo del libro describe los desafíos y sueños de un ballet significativo en su trayectoria y crecimiento personal.
Ahora dejo a lectores y amigos, como regalo del cumpleaños de Alicia, algunos apuntes de un ballet montado por nuestra gran bailarina en “los días luminosos y tristes de la Crisis de Octubre”, como diría el Che Guevara. Se titula La avanzada.
La avanzada
(Fragmento del libro Alicia el vuelo de la mariposa)
El vigésimo aniversario de creación del Ballet Theatre fue festejado por la compañía norteamericana y sus fundadores en Estados Unidos, entre ellos, la cubana Alicia Alonso. Feliz, bailó esa fecha del jolgorio, y regresó a su Isla porque sus responsabilidades con el Ballet Nacional no le permitían alejarse mucho tiempo.
Su vida transcurría hasta ese momento compartida entre su trabajo como primera bailarina clásica del ballet norteamericano y su tarea de reorganizar el Ballet Nacional de Cuba y de servirle de modelo por su condición de estrella internacional.
Cuando Alicia solicita visa a la embajada norteamericana en Cuba para viajar a Estados Unidos y cumplir sus compromisos artísticos habituales, sucede lo que ella no imaginó: le es negada. La primera bailarina clásica y fundadora de la compañía emblemática del ballet norteamericano no podía entrar a Estados Unidos. Solo tendría el visado si se quedaba a vivir en ese país; pero si regresaba a Cuba, no volvería a entrar en Estados Unidos. No era necesario que los funcionarios de la sede diplomática fueran más explícitos, ya otros le habían hecho varias propuestas: podía quedarse con la garantía de formar su propia compañía, contratos fabulosos, cheques en blanco, en fin, lo que ella quisiera, para eso era una artista de fama internacional, con un porvenir brillante si no se encaprichaba en permanecer en su pequeño país alejado de los grandes escenarios y capitales de la danza universal. “No, así no”, respondió definitivamente la Alonso.
Al no bailar en Estados Unidos ni en otra parte importante del mundo de la danza, su quehacer artístico se redujo solamente a las acciones promovidas por el Ballet Nacional. Ante el silencio escénico prolongado de la bailarina, algunos fuera del país pensaron, incluso, que Alicia se había retirado. Los funcionarios de la cultura en Cuba que debían preocuparse por buscarle otros escenarios en uno de los momentos más importantes de su carrera, no se percataron de que, si unas puertas internacionales se habían cerrado, era necesario abrir otras para ella al mundo de la danza. Para Alicia, que conocía la aceptación y el triunfo en diferentes países y escenarios, no bailar en lugares importantes resultó un sufrimiento. Comprendía que la Revolución que reconquistó el sueño de un ballet en Cuba no era culpable, quizás tampoco los funcionarios que no sabían cómo manejar un asunto tan complejo en medio de las urgencias cotidianas del país. Lo comprendía, pero para la bailarina, aunque estuviera esperanzada con el impulso al ballet en la Isla, no bailar era como no vivir. Por eso, los tres o cuatro años en que no bailó en escenarios importantes fueron también quizás los más difíciles y tristes de su vida.
Son años de reajustes internos del Ballet Nacional de Cuba debido a la salida de los bailarines extranjeros a sus respectivos países, a tal punto que Alicia se queda sin partenaire y en gesto solidario el ballet soviético envía al primer bailarín Azari Plisetski.
Con frecuencia los milicianos y soldados del Ejército Rebelde ocupaban las azoteas de edificios y las trincheras abiertas en las costas ante el peligro de una invasión o motivados por una nueva amenaza. En los primeros años se desarrolla una escalada de acontecimientos con efecto de dominó en el cual la caída de una ficha se reproduce en tensiones y enfrentamientos.
Ante el inminente peligro de una invasión militar directa de las fuerzas militares norteamericanas, el Gobierno Revolucionario acepta la propuesta de la Unión Soviética de firmar el acuerdo militar de instalación de cohetes nucleares suyos en territorio cubano para disuadir a las autoridades estadounidenses de usar la invasión y, a la vez, reforzar la defensa de todo el campo socialista.
En tal contexto una nueva noticia estremece al mundo: en el territorio nacional de Cuba están emplazados cohetes nucleares soviéticos de medio alcance. Los aviones espías U2 norteamericanos descubrieron los misiles en territorio cubano e, inmediatamente, el gobierno de John F. Kennedy decretó el bloqueo naval y aéreo alrededor de la Isla, mientras Cuba puso a las fuerzas armadas cubanas en alerta de combate. Es la llamada Crisis de Octubre o de los misiles y el país es también protagonista. Se entrecruzan las amenazas y advertencias entre las superpotencias. El mundo se ve al borde de la guerra nuclear y el fantasma del hongo atómico de Hiroshima aparece sobre las olas del mar Caribe. Mientras tanto, la vida en Cuba parece transcurrir normalmente en sus detalles cotidianos, aunque el país está movilizado en armas y con la posibilidad de ser borrado de la faz de la tierra no hay temblor en las voces ni miedo en los ojos de sus habitantes.
El Ballet Nacional de Cuba y su directora podían haberse quedado en sus ensayos y planes; pero si Alicia ha decido vivir en un país en revolución, en medio de peligros y amenazas, a veces dramáticas, no es para ser una simple espectadora. Quiere compartir el destino que el pueblo cubano también ha escogido. Para ello, inicia una gira del Ballet Nacional de Occidente a Oriente, por escenarios de La Habana, Matanzas, Cárdenas, Cienfuegos, Camagüey y Santiago de Cuba. El Ballet Nacional de Cuba, con Alicia al frente, ha montado a la mayor brevedad una obra que no está en su repertorio y requiere de la coreografía de Azari Plisetski, en ese momento bailarín partenaire de Alicia Alonso en el ballet cubano. Se llama La avanzada y trata del heroísmo de los soldados soviéticos contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Alicia, en lugar del tutú y las zapatillas viste un traje de pantalón verde olivo, mangas de camisa dobladas hasta los codos y botas militares. Como una miliciana cubana más, sube a los escenarios improvisados, las banderas se despliegan y los bailarines y ella misma avanzan y empuñan las astas de las banderas como si fueran fusiles.
La escalada continúa: entre el 22 y el 28 de octubre de 1962 el mundo se ve al borde de la guerra nuclear. Finalmente, las superpotencias llegan a acuerdos públicos y secretos, y al compromiso verbal de Estados Unidos de no invadir la isla ni apoyar las agresiones, mientras Cuba defiende en declaración pública varios puntos de principio.
La última actuación del Ballet Nacional de Cuba es, precisamente, en un lugar especial, frente a la Base Naval de Guantánamo, ante el batallón de jóvenes soldados fronterizos que han recibido pedradas, ofensas, disparos, provocaciones, y también la muerte proveniente de los marines que la ocupan desde hace más de un siglo.
Alicia expone los fundamentos del ballet desde un escenario improvisado a los soldados sentados disciplinadamente. Ellos quizás ven por primera vez en su vida una danza ejecutada por un grupo profesional. Los bailarines demuestran y ella explica, micrófono en mano, el espíritu de cada movimiento y su historia. Surge un desperfecto en medio de la actuación. Falla el dispositivo eléctrico de la grabadora que reproduce el sonido de la obra y el silencio se impone bruscamente. Alicia continúa bailando mientras tararea la melodía con su propia voz, el resto de la compañía la secunda y la música, transformada en voces y sentimientos, recorre los ojos y el ánimo de los soldados que aprecian una obra que emociona y reafirma la vida.
El imaginario de la Crisis de Octubre refleja luces y sombras que diversos autores han recreado. Desde otro ángulo, como un espectador-cronista, es la visión que años más tarde el coreógrafo francés Maurice Béjart rescata para la memoria con un elocuente retrato de la artista Alicia Alonso en las circunstancias de su país en revolución: “La bailarina es extraordinaria, el personaje no lo es menos. Esta noche Giselle, mañana Carmen, pasado mañana con botas y uniforme de combate bailando la Revolución Cubana, en las ciudades de Oriente o en las plazas de La Habana. Apasionada, irónica, voluntariosa, infatigable, poseída enteramente por la danza y, sin embargo, embriagada de Cuba, “su tierra”, romántica y lúcida, intuitiva y a la vez inteligente…; casi ciega, pero clarividente”.
LA CASI NIÑA QUE BAILA. 1
A lo lejos- cercano, danzas
L os vientos que te saben Reina,
I mantas el agua y la tierra
C on tu silencio que canta.
¡ I rradias secretos viejos
A la espera de esperanzas!
A las ballerinas todas
L es enseñas con un gesto
O te vistes en tus Clases
N adie sabe de que’ tiempo,
S in olvidar los aplausos
O aplaudiendo tus misterios.
2
Oscuro, silencio, Nada,
la sangre que ahogaba al pueblo,
¡ mas La Cultura edifica,
desde Tradicio’n , Tu Sueño!
La casi niña que baila,
la bella joven que vuela
y construye 100 palacios
y al Universo los lleva.
¡ Alicia que es toda Cuba,
toda Cuba la venera
porque alzo’ desde El Pasado
el Hoy-Mañana de Estrellas!
¡ 100 Palacios la renuevan,
Alicia- Verdad que es Mito,
Joven-Eterna, Leyenda !
¡ Desde El Ayer te proyectas
a la niña que regresa!
Miguel Ojeda.
Distinción Por La Cultura Cubana.
Laureado de la cultura.
Artista De Mérito del ICRT.
Miembro de La UNEAC.
Sello Centenario de la Radio Cubana.