Para Andrés Román Pernas, al igual que para el prestigioso periodista Ryszard Kapuscinski, África supone un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria gracias a lo vasto de sus costumbres, de sus culturas, de su gente y de sus etnias.
Para el polaco este espacio geográfico, que abarca más de 30 millones de kilómetros cuadrados, agrupa 55 estados y en el que viven más de 1 000 millones de habitantes fue un hervidero de historias. Para el espirituano, uno de los más de 240 colaboradores cubanos que cumplen misión educativa en el continente negro, África es la segunda casa.
“En estos momentos, me encuentro laborando en Guinea Ecuatorial, específicamente en Wele-Nzas, una de las provincias más grandes que tiene el país, justo donde nació el presidente Teodoro Obiang Nguema”.
Experiencia sin par, Andrés nunca pensó enfrentarse a un aula situada a casi 10 000 kilómetros del suelo natal. Mucho menos, a una con tantísimos estudiantes. Mientras que en Cuba tenemos un máximo de 35 o 40 estudiantes por clase, en la nación ecuatoguineana superan fácilmente los 70. Eso sin contar los tres idiomas oficiales: español, francés y portugués.
“Trabajo con niños de secundaria y bachillerato. Muchos tienen que pagar los estudios y, por ello, uno se encuentra estudiantes de cualquier edad. No todos pueden reunir el monto a tiempo y llegan a enseñanzas tempranas con edades avanzadas”.
Explica que los estudiantes profesan una adoración casi sobrenatural hacia los maestros cubanos y sus clases, hasta el punto de pelearse para matricular a sus lecciones incluso cuando hay educadores de mayor experiencia y con mayor vínculo cultural por ser oriundos de allí.
“Algo que también impacta (se retira por un momento las gafas para mostrar la cara de asombro) son los niveles de disciplina y respeto que muestra el alumnado. Cuando llego a clase se levantan y regresan a sus puestos solo cuando les pido sentarse. Tengo la certeza de que, si no lo dices, podrían estar la clase entera de pie”.
“Por otro lado y esto quizás se deba a lo difícil que les resulta acceder a la educación, aprovechan cada segundo, anotan cada pequeña sentencia que les pueda ser de utilidad. Todos escuchan atentos, casi lelos, la explicación de los profesores y las únicas voces que se escuchan en horario docente son las nuestras”.
Con más de 18 años de carrera a sus espaldas, Andrés Román Pernas no encuentra palabras para describir el acto tan humano de educar. No importa si es acá, allá, acullá, en la Amazonía, en el África Central o en la estación meteorológica de Vladivostok, expone que lo único que no puede faltar en ningún confín es un mentor que prepare a sus aprendices para el porvenir.
“Si me lo permiten, me gustaría contarles un momento que atesoro y que me acompaña cada día. La mía fue la segunda graduación de instructores de arte. Recuerdo que me quedé mudo de asombro cuando vi aquel hombre corpulento, en su traje verde olivo, con su barba tupida entrar a la Ciudad Deportiva”.
En efecto, se trataba de Fidel y rememora su frase con una precisión admirable: “¡Y no puede concebirse progreso sin educación, no puede concebirse un futuro esplendoroso para la nación cubana sin educación, no puede concebirse un mejoramiento en todos los órdenes de la vida sin educación!”
Este, confiesa emocionado, es su mantra, quizás porque experiencias como estas no se repiten en una sola vida.
“A pesar de que las condiciones no siempre son las mejores, a pesar de que no tengan todos los materiales para trabajar en las escuelas nosotros, cubanos al fin, siempre buscamos alternativas, para lograr que la nuestra sea una educación de la mayor calidad posible”.
“La preparación artística contribuye en gran medida a la preparación ciudadana, no solo en Cuba, sino también Guinea Ecuatorial. Nuestra cultura, aunque lejana en distancia geográfica, se encuentra por momentos muy cercana y en ello tiene mucho que ver el fuerte componente africano que existe en la cubanidad”.
Recuerda que, posiblemente, lo más curioso que un alumno le preguntó fue: “Profe, ¿es verdad que ustedes allá están mezclados con africanos? ¿Cómo puede ser posible? Pensábamos que en América todos eran chaparritos”. Y lanza una profunda carcajada. “Pensaron que todos en este lado del mundo somos como los pueblos andinos”.
Andrés, ¿es cierto eso que dicen? ¿Cuba se extraña?
“A cada momento. Hace algunos días preparaba a mis discípulos para las pruebas de ingreso y me sorprendí pensando. Tuve que pedir un minuto y sacar esa imagen de la cabeza. Confieso, periodista, que el cuerpo está en África, pero el corazón está en Cuba y las ganas de ver el Yayabo no me las quita nadie”.
Andrés es mi compañero, amigo, hermano en Guinda Ecuatorial, su compromiso con su profesión y sus alumnos es incondicional, es muy querido y admirado por todos, personas como el son las que ponen el nombre de Cuba en la cima en cualquier parte de este planeta, felicitaciones mi amigo, sigue cosechando exitos
Eres un gran profesional amigo transmite ese caudal de conocimientos que tienes no sólo a tus educando sino a todas las personas que lo necesitan. Muchas felicidades por el trabajo que realizas a diario. En lo personal por ayudarme también en está misión que has jugado un pilar fundamental con tu amistad. Muchas bendiciones
Es un maestro de los mejores ya que el maestro tiene que sentir la profesión y así es andes le tiene mucho amor a su profesión pero es muy humano todo lo que hase es con amor es un joven intachable tiene todas las cualidades que debe tener un joven profesional dedicado humano y revolucionario las más importante para seguir llevando a cabo su profesionalidad es un amor de persona