Antonio Rudesindo García del Rijo: hijo eminente de la villa del Yayabo

Caminando por el centro histórico de la cuarta villa fundada en Cuba, justo frente a una de las entradas laterales de la Iglesia Parroquial Mayor se ubica el parque José Manuel García (conocido erróneamente como el parque Honorato) y en él un imponente conjunto escultórico. En la tarja puede leerse: Rudesindo García Rijo, ciudadano eminente en ciencias y virtudes, sabio médico y humanista. Tributo de gratitud y justicia de un pueblo. Pero, ¿quién fue este hombre?

Antonio Rudesindo García del Rijo nació el 20 de abril de 1852 en Sancti Spíritus, justo en la edificación que hoy ocupa el Hotel del Rijo, otrora propiedad de la familia. Su madre fue María del Rosario Rijo y Gil y su padre, José Manuel García Cañizares, destacado médico y ciudadano, y hombre con una desahogada posición económica.

Realizó sus primeros estudios en un famoso colegio espirituano —ya en esa época llamó la atención por su inteligencia—  e inició los secundarios en La Habana. En 1870 se trasladó a París, donde también cursó la carrera de Medicina, que concluyó en 1879 —a los 27 años— con notas sobresalientes. Fue discípulo de eminentes profesores, como el cirujano francés Descougelles, que tuvieron una notable influencia en su formación; así lo demuestra su desempeño profesional posterior. Logró, un año después de su graduación, alcanzar la licenciatura en Madrid y luego revalidar, con excelentes resultados, sus títulos en Cuba.

En la primera mitad de la década de 1880, Antonio Rudesindo comenzó a ejercer la profesión en Sancti Spíritus, donde estableció una clínica ubicada en la propia casa natal, que se dice contaba con equipamiento muy moderno, mucho más que el de algunos centros habaneros. Se desempeñó en diferentes especialidades y se destacó por su pericia como cirujano, por lo cual recibió elogios de prestigiosos médicos de la talla de Carlos J. Finlay y Joaquín Albarrán. También viajó a París en 1885,1890 y 1898 con propósitos de superación profesional.

Amó la ciencia tanto como la práctica médica. Su producción científica incluye al menos 50 artículos de diversos campos del saber: cirugía, obstetricia, enfermedades infecciosas, salud pública, etc.; sin embargo, su principal contribución se produjo en el área de la Endocrinología con sus publicaciones sobre la diabetes mellitus (antiguamente conocida como diabetes sacarina) y las enfermedades tiroideas, que vieron la luz entre 1906 y 1912. Es considerado precursor de esta especialidad en Cuba.

Participó en múltiples eventos científicos; en 1890 representó a Sancti Spíritus en el Primer Congreso Médico Regional del país. También tuvo una contribución importante en la constitución del Primer Colegio Médico de Cuba. En 1911 presentó su solicitud como miembro corresponsal a la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.

García del Rijo era un crítico del gobierno español por el desamparo existente en relación con la salud y la educación. Por esa razón, en abril de 1896, temiendo ser deportado al igual que otros espirituanos desafectos al régimen colonizador, decidió radicarse en La Habana, donde trabajó en el Laboratorio Histobacteriológico e Instituto de Vacunación Antirrábica. En ese periodo profundizó sus conocimientos y desarrolló investigaciones que luego fueron publicadas.

Pero, Rude —como cariñosamente lo llamaban— no solo se distinguía por su inteligencia, sino también por su gran corazón. De pequeña talla, cubierto con una vestimenta sencilla, andaba por las calles de la ciudad y sus alrededores —e incluso por lugares muy distantes— visitando a los enfermos sin importar su posición económica.  Para los pobres ofrecía consultas gratis y siempre estaba dispuesto a brindarles los medicamentos si era necesario; para los pacientes ingresados en el hospital San Francisco de Paula, luego convertido en Hospital Civil donde también trabajó, gestionaba medicinas, ropas y alimentos.

Además, aportó económicamente para la creación de escuelas y apoyó a alumnos de colegios públicos con escasos recursos financieros. Se interesó también por otros asuntos de su terruño relacionados con el desarrollo económico y social, la ganadería, el deslinde de haciendas comuneras, los impuestos, la celebración de exposiciones y eventos. Como dijera un contemporáneo suyo: “Nada se ha movido en la ciudad del Yayabo antes de 1896 en que la voluntad y el talento de García del Rijo no se haya manifestado”.

El domingo 15 de septiembre de 1912 el galeno asistía gratuitamente a pacientes en su finca Lajitas, cuando fue asesinado por bandidos con presuntos fines de robo. La noticia estremeció al pueblo espirituano y de toda Cuba, así como a la comunidad médica del país, que dirigió muchas palabras de elogio a quien fuera uno de sus más destacados miembros. Su sepelio fue multitudinario, ante el dolor de la pérdida de tan grande hombre, se unieron todos, sin distinción de clase social.

En el parque que desde el año 1911 lleva el nombre de su padre fue colocada el 24 de febrero de 1922 una estatua de Antonio Rudesindo García del Rijo, que fue esculpida en Italia y costeada por su agradecido pueblo. Entonces, detengámonos en este sitio no solo para apreciar su belleza, sino también para rendir tributo a uno de los más eminentes hijos de la villa del Yayabo.

*Estudiante de Marxismo-Leninismo e Historia