La vicepresidenta argentina, Cristina Fernández, alertó este martes sobre la ruptura, mediante la violencia política y la proscripción electoral, del pacto democrático establecido tras el fin de la última dictadura cívico-militar en este país (1976-1983).
En un mensaje publicado en su sitio web, la también titular del Senado afirmó que regresaron los fantasmas del pasado y advirtió sobre los ataques de sectores económicos, judiciales y mediáticos, liderados por la oposición.
Durante 2022 vimos cómo la violencia verbal y simbólica se materializó a través del accionar de grupos violentos que agredían, insultaban y amenazaban de muerte. El objetivo estaba absolutamente direccionado. No era contra todos los partidos políticos o dirigentes, como en la crisis de 2001, sino contra el peronismo o el kirchnerismo, señaló.
La culminación de esto tuvo lugar el 1 de septiembre pasado, frente a mi casa cuando, acompañada por Dios y la Virgen y rodeada de compañeros, atentaron contra mi vida.
Llamativamente, luego del magnicidio frustrado, esos grupos desaparecieron como por arte de magia. Esto confirma el carácter premeditado y carente de cualquier viso de espontaneidad. Eran financiados por la oposición y los medios le garantizaban amplia cobertura, añadió.
En ese sentido, recordó el titular del diario Clarín “La bala que no salió y el fallo que sí saldrá” y consideró a esa empresa “la principal usina de difusión del odio” hacia ella y su familia.
Es una suerte de lamento por el fracaso del asesinato, pero anticipa la sentencia que pocos días después exponentes del Partido Judicial dictarían en mi contra. La condena e inhabilitación en la Causa Vialidad tiene una única traducción política y electoral: la proscripción, aseveró.
Asimismo, reiteró que se trata de una agresión contra todo el movimiento conformado por los seguidores del expresidente Juan Domingo Perón y su esposa Eva.
Por otra parte, alertó sobre la insatisfacción ciudadana, la cual es causada, entre otros factores, por “la pérdida de la democracia económica, que comienza a partir de 2016, cuando el gobierno de Cambiemos dio inicio a un brutal nuevo ciclo de endeudamiento externo que culminaría con el retorno del Fondo Monetario Internacional a través de un préstamo insólito, inédito y político”.
Acabada la democracia económica, se degrada también la social y el paradigma peronista de la movilidad ascendente. Por primera vez en Argentina, observamos cómo convive un bajo índice de desocupación (6,3 por ciento) con un alto nivel pobreza (40), explicó.
De esta manera, encontramos trabajadores en relación de dependencia que son pobres y el surgimiento de una sociedad dual, donde una parte accede a todos los bienes y servicios y la otra, mayoritaria, ve notablemente reducidas sus posibilidades de progreso o, directamente, carece de ellas, agregó.
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