Ni la rarísima victoria de 2-1 del débil Jatibonico ante el actual campeón Trinidad en el estreno del corto Campeonato Provincial de Béisbol, ni los cerrados duelos que le deparó La Sierpe a Sancti Spíritus ni el regreso a predios espirituanos del lanzador Pedro Álvarez trajeron tanto revuelo en las redes como el estreno de una mujer en un torneo totalmente masculino.
Se trata de la jatiboniquense Rosalí González Rodríguez, quien a pesar de consumar un solo turno al bate (salió de emergente y se ponchó) y cubrir a la defensa de primera en apenas un inning, se convirtió en noticia y activó una disputa tanto en el mundo digital como fuera de este.
Las razones parecen explicarse solas porque, en primer lugar, hasta que los expertos en estadísticas y récords demuestren lo contrario, es la primera ocasión que, al menos en la pelota cubana, una mujer forme parte de la nómina de un equipo masculino de béisbol en un evento oficial como lo es, a pesar de los pesares, el Campeonato Provincial de Béisbol primera categoría.
Lo primero a decantar es la legalidad de la presencia. Interrogado por Escambray, el comisionado provincial de Béisbol, Nelson Ventura, corroboró la decisión que ya antes había sido adoptada por el Congresillo Técnico del evento, cuando por unanimidad todos los participantes, hombres en abrumadora mayoría, aceptaron la propuesta de Jatibonico de incluir en su nómina a la mencionada muchacha.
La propia fuente abundó que es la primera vez que se asume tal decisión a este nivel, aunque también dijo que la formación de equipos mixtos es ya habitual en las categorías pequeñas, una práctica que ha impulsado el fútbol con sus torneos Fútbol para todos, auspiciados por la Unicef, sobre todo entre los estudiantes de Primaria y Secundaria.
No pretendo atizar la polémica entre aquellos que aplauden la iniciativa jatiboniquense por estar a tono con la inclusión, la no discriminación a la mujer y las oportunidades femeninas y los que cuestionan el proceder al considerar que desvirtúa la esencia del béisbol —que ya se abrió hace rato a la práctica entre mujeres— o porque puede confundirse con la modalidad del béisbol 5 que, por regla, concibe elencos conformados por los dos sexos. Otros van más allá y entran en el terreno de las ofensas, las burlas y entonces el juego comienza a perderse.
Es verdad que ya las mujeres cubanas practican pelota oficial hace rato y que incluso Sancti Spíritus realiza campeonatos provinciales “puros” entre ellas y hasta ha logrado insertar a algunas en equipos Cuba a eventos internacionales.
De hecho, Rosalí es la tercera base del equipo espirituano al campeonato nacional y practica el deporte hace un buen tiempo.
Entonces, si ya las mujeres tienen su propio espacio, ¿por qué jugar con un equipo de hombres?, se preguntan varios desde su derecho personal a opinar, discrepar, polemizar.
Sin hacer alianzas con las corrientes feministas, ni muchos otros machistas que hasta han propuesto encuestas sobre el tema en las redes sociales, considero que más allá de lo curioso, novedoso y raro del hecho, es un asunto, al menos, debatible.
En esta era en el que deportes extraños, creados hace poco, desplazan a otros más encumbrados hasta de los cronogramas olímpicos; tampoco es una herejía que Rosalí calce uniforme de hombre en un evento oficial, aunque no sea una práctica mundial en ninguna liga, sea cual sea, mucho más porque los torneos provinciales de pelota cumplen una función, sobre todo recreativa en momentos en que, a veces, cuesta trabajo llenar las nóminas de los elencos a ese nivel a pesar de que existen practicantes del mismo en disímiles lugares.
¿Es normal, por ejemplo, que hombres que no entran nunca a un central o a un campo de caña sean mayoría en los elencos de la Liga Azucarera? Por la lógica no lo es, pero como práctica habitual es también aceptada.
Aquí no se trata de aceptar o no, como ocurre con la narración de la colega Melissa Blanco en la pelota, quien ha sido objeto hasta de ofensas, sobre todo de la familia masculina, algo que se ha considerado casi una aberración.
Se trata de que, puede —en un caso como en otro— gustar o no, pero nada justifica las ofensas ni emprender contra las féminas por el solo hecho de serlo. Nada es admisible, ni tan siquiera el justo derecho de cada quien a emitir un criterio.
Pero otras desventuras atacan nuestro deporte nacional y no logran instalarse como este en el ojo del huracán. Y hablo de cuestiones que van desde el error de la dirección del Cuba en los Juegos Panamericanos cuando inscribió a Frank Abel Álvarez con otro apellido ante Venezuela, lo cual inducía a una derrota per se, un incidente que quedó “tapadito”, tanto como el autoanálisis de los responsables del descalabro cubano en ese evento, o el más reciente en el Sub-23.
Igualmente, otros infortunios “juegan” más a menudo al conjuro de aquellas a las que nadie hizo “swing” y que hablan de irrespeto total, pues se supone que en todos los casos descritos estén involucrados los colectivos técnicos que, se supone, tengan los cinco sentidos puestos únicamente en el juego. Y aquí me refiero al partido reanudado entre Industriales y Sancti Spíritus en el estadio Latinoamericano al detectarse un bate impropio, cuando, según todas las reglas internacionales, lo que tocaba era decidir el encuentro a favor del equipo afectado o reclamante.
De esos usos indebidos ha estado cargada la II Liga Élite; y también el equipo de Artemisa al usar más de un lanzador que no correspondía, incluso ante Sancti Spíritus, violación que pasó por debajo de la puerta.
¿Qué tan aceptable puede ser el gesto obsceno, público e impune del árbitro principal en el partido de esta semana entre Sancti Spíritus y Las Tunas, casi igual al asumido por el refuerzo espirituano Juan Carlos Arencibia, en Matanzas, por el que fue castigado varios juegos?
O sea, que todo depende del visor con que se miren las esencias. Quizás nos dé por globalizar la práctica de Rosalí y el equipo jatiboniquense y en unos años tendríamos otro deporte, o este mismo con adecuaciones, como les ha ocurrido a otras disciplinas y estaríamos hablando en un lenguaje distinto y no justamente de género.
Es una pata sería de esa muchacha
O pronto veremos un varon en equipo femenino
Lo de Melissa es otra cosa, típica de mentes machista y ella ha sabido enfrentarlo con aplomo
Y ha tenido
bastante apoyo de los medios y de sus colegas o al menos de algunos de ellos
Está pelota que me niego a llamar Elite, se retuerce entre lanzadores flojos y sin control, ocho errores por partido, y un arbitraje pésimo que ahora quiere que los respeten a base de expulsiones sin ton ni son
Desastre completo Y sin embargo más de a 180 peloteros cubanos andan repartiendo calidad por todo mundo y demostrando que somos un manantial de buena pelota
El efecto principal y aterrador de todas estas «regularidades» y/o «irregularidades» (que ocurren ya no solo en el ámbito del beisból) existentes en nuestro país, es que se despretigia el deporte y se hunde cada vez más en un océano de arbitrariedades, regionalismo, favoritismo, «dime-quién-eres», «familia-de-quien-eres» etc etc, que lo lleva al terreno del «quemeimportismo». Saludos.
Nada, que a Sancti spiritus al parecer le «cae mal» a todo el mundo.
Esas reglas siempre van a dar la sensación de que se ajustan a la conveniencia de implicados y de los que las hacen funcionar. Ni porque estamos en la supuesta «élite», con pocos equipos y pocos juegos… Una mentalidad de favoritismo por encima de todo,que no va a cambiar ni cambiando.
Interesarte y único lo sucedido, saludos.