Escribiré por seguir los dictados de la profesionalidad, como dice mi amigo y colega Yoel García. Es algo que en nuestra profesión debe ser una ley: un suceso se empieza, se sigue y se termina.
Hacer mutis mediático ante el último descalabro de la pelota cubana es hacer como el avestruz. Y eso no es sano, tampoco ético, mucho menos en un tema, o un deporte, que suele acaparar titulares de todos los tamaños dentro y fuera del país.
Pudiera suscribir, incluso, palmo a palmo, los criterios sustentados en el comentario “Brasil ‘golea’ a Cuba en el béisbol panamericano”, publicado en esta propia página digital para tratar de entender qué pasa en un elenco que acaba de escribir la peor de las páginas de los deportistas cubanos en Santiago de Chile, por lo que representa esta disciplina en la delegación.
Lo que sí me queda claro es que a la derrota de Cuba ante República Dominicana, tanto por el fracaso en sí mismo como en la forma en que ocurrió, no se le puede dar vuelta de hoja y ya, al menos si somos serios cuando pregonamos a toda voz que se trata, como lo es, del deporte nacional, de la pasión de todos.
Por más que haya cedido el béisbol en Cuba, por más que asumamos ya sin sobresaltos una derrota tras otra en la arena internacional, pocos son indiferentes a tales desastres, como el que acabó de sentenciar nuestra selección cuando los dominicanos les volvieron a ganar, como en Lima 2019, viniendo de abajo, aunque con un marcador menos abultado esta vez.
Es verdad que para muchos después de haber salido de la discusión de las medallas, después de perder ante un sorpresivo Brasil, da igual quinto que sexto puestos. Pero para mí no se trata de un lugar o un juego, que al final, como deporte al fin, se gana y se pierde. Se trata de una actitud y una aptitud.
Por ese honor que suele caracterizar al deportista, salir a darlo todo en un escenario es lo que cuenta, más allá de las medallas, defender con dignidad su propio orgullo, es lo que enaltece al atleta frente a quienes le prodigan la deferencia de seguirle cuando reconocen cuánto de esfuerzo y sacrificio hay en cada entrega.
Y es eso, justamente, de lo que carece el equipo cubano, incapaz de defender una ventaja como con la que arrancó en el juego ante los dominicanos y se fue desvaneciendo tanto como el propio elenco, incapaz de no poder evitar que lo dejaran al campo, en una imagen dolorosa de fracaso y frustración, incapaz de imponerse en un evento que, sin demeritarlo, no tenía la altura de otros.
Pudo haber faltado el pitcheo eficaz como en este último partido o el bateo oportuno como en todos, o la defensa certera, pero en este a Cuba le faltó la garra, la capacidad competitiva, la hidalguía, el carácter y hasta el ego que le ha sobrado, por ejemplo, a los muchachos del voli de playa o a los remeros del ocho con timonel.
En el béisbol Cuba acaba de igualar la peor actuación en unos Juegos Panamericanos, incluso cuando ahora enfrentó a rivales inferiores y ganó solo un juego de cuatro. Eso sigue siendo noticia, aunque de las malas. Y aun cuando a muchos el término les duela, esta es también la mayor vergüenza escrita sobre suelo chileno.
Como en cada derrota, o incluso en las victorias, varias tareas quedan para la casa, en lo técnico, lo táctico, lo estratégico, lo humano y hasta lo médico, porque no entiendo todavía cómo llevamos a atletas disminuidos en su rendimiento y con problemas de salud.
Pero de todas las tareas hay una que no puede quedar para después, como la recuperación del respeto perdido ante cualquier rival. Porque me quedé esperando las declaraciones de los protagonistas —atletas, entrenadores y directivos— sobre una derrota que no puede pasar inadvertida, ese silencio es incomprensible.
Perder un juego se puede y un torneo, también. Pero las derrotas hay que asumirlas y aceptarlas en toda su dimensión, tal como lo han hecho casi todos los atletas que no han podido ganar, mucho más esta que no es una cualquiera y sobre todo después de todo el cacareo mediático del conjunto previo a los juegos, cuando alimentaron expectativas y arriesgaron un pronóstico en el que no cabía otra cosa que el título, que por cierto, estará perdido por 20 años, si tomamos como referencia el último del 2007.
Lo menos que merece este pueblo es el reconocimiento de un descalabro colectivo como este. Lo menos que merece es un “haraquiri” del mismo tamaño sobre las responsabilidades de cada cual. Eso ayudaría a sanar heridas, también colectivas, a respetar, en algo, a los derrotados y a mitigar este golpe en medio del mentón del orgullo nacional.
Decepcionante y desastrosa la actuación del equipo de pelota. Coincido con Elsa que no se vió la garra de antaño ni se dejó la piel en el terreno como decia Tabares. No podemos echarle toda la culpa a la compleja situación económica del país (crisis económica real) y la emigración de los talentos y figuras establecidas. La pelota en Cuba se ha quedado parada en el tiempo y no se ha evolucionado como lo han hecho otras ligas (apliquemos la ciencia e innovación en la pelota). Por ejemplo aplicar los roles en el picheo. Si Frank Abel erá el cerrador del equipo, acostumbrado a esa faena en Japón porque no se puso en el 7mo inning contra dominicana, si se pierde con el cerrador se hizo lo que se debia hacer: aplicar los roles. No podemos engañarnos con la actuación de Cuba en el V clasico mundial, eso es un puro espejismo. La pelota necesita otra lectura, otro análisis profundo de las causas de lo ocurrido pero los cambios necesarios hay que llevarlos e implantarlos en nuestros campeonatos de todas las categorias de inmediato, con los peloteros que tenemos a la mano. Ese análisis le corresponde al gobierno representado por el INDER, no se puede dejar a la Federación Cubana y la Comisión Nacional responsables junto al cuerpo técnico de tamaño descalabro.
Indudablemente el principal obstáculo para nuestro beisbol ha sido la persistencia del bloqueo yanqui, que ha hecho mella en la dignidad de muchos y han cedido a los efectos del principal propósito de esa medida “El único modo previsible de restarle apoyo interno (alude a Fidel y a la Revolución) es mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales (…) idea mantenida por todos los gobiernos de la EEUU desde 1959. El egoísmo personal en que muchos han caído es el principal resultado de la medida, que incluye a los que dirigen el beisbol y a los atletas, dando por resultado el desastre en Chile. A pesar de las dificultades, se puede organizar en Cuba torneos que estimulen nuevamente a los atletas y eleven el desarrollo de estos. La Serie Nacional es hoy de tercera categoría, no organizándose eventos de 2da y 1ra categorías, porque el mal llamado próximo evento de “Elite” es un desastre. Para lograrlo “hay que sacudir la mata”.