Pese a las amenazas de la Fiscalía contra los miembros del Movimiento Semilla y el apoyo de los ex militares a su oponente, Bernardo Arévalo hizo justicia a las encuestas que lo daban como favorito y venció inobjetablemente en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales efectuadas este domingo en Guatemala.
“No nos van a robar la democracia, no nos van a robar la ilusión, saquemos a los corruptos y démosle a este país un nuevo rumbo”, expresó Karim Herrera, compañera de fórmula de Arévalo y vicepresidenta de Semilla.
Arévalo, de 67 años, un sociólogo, recordó las masivas convocatorias pacíficas que derivaron en la renuncia al cargo del presidente Otto Pérez Molina, señalado por actos de corrupción “Esta campaña es un humilde recordatorio no de lo que un político puede decir, sino de lo que un pueblo puede hacer “para sacar a los corruptos del poder”.
El Presidente electo enfrentó a la ex primera dama Sandra Torres que se alió al oficialismo, partidos políticos perdedores, militares, evangélicos y sectores conservadores en busca de ganar la presidencia.
Con el 95,09 % de las papeletas contadas, Arévalo consiguió el 59,09% de los votos (2,3 millones), mientras que Torres, de la Unidad Nacional para la Esperanza (UNE), el 36,17% (1,4 millones), en su tercer balotaje. La asistencia fue un poco más del 40%.
La situación, sin antecedentes en las últimas décadas, se detonó con el sorpresivo segundo lugar de Arévalo de León y su partido político, Movimiento Semilla, en la primera vuelta de los comicios, celebrada el pasado 25 de junio, cuando las encuestas lo situaban en el octavo puesto.
Desde que Arévalo de León avanzó hacia el balotaje, el ministerio público, conducido por fiscales sancionados por Estados Unidos, intentó eliminar su candidatura, pero logró hasta ahora sobrevivir a los ataques judiciales y a los intentos de la clase política guatemalteca de descalificar a su partido.
Y es que Inmediatamente de conocidos los resultados, se instauró una campaña desde los sectores del poder, los partidos que respaldan el actual gobierno de Alejandro Giannetti, grandes empresarios, sectores militares vinculados al genocidio realizado durante los más de 30 años de guerra condenados por graves violaciones a los derechos humanos, dirigentes políticos acusados o condenados por graves hechos de corrupción y sectores del crimen organizado, conglomerado conocido popularmente como el “Pacto de Corruptos”, para desconocer el resultado y, a la vez, una intensa campaña de desacreditación y acoso contra Bernardo Arévalo y su candidatura.
DE NORMAL, NADA
«Esta no fue una segunda vuelta normal», le explicó a EFE la politóloga y analista Marielos Chang, experta en la coyuntura local.
«Tuvimos un embate judicial que nos dejó con dudas, por momentos, de si habría balotaje, y estamos viendo entonces una elección caracterizada por ataques contra el Movimiento Semilla», añade Chang.
La situación llegó a un grado alto de alarma, por el allanamiento de la Fiscalía al Tribunal Supremo Electoral y a la sede del Movimiento Semilla.
A su vez, Sandra Torres, quien estuvo casada y después se divorció del hoy fallecido expresidente Álvaro Colom, ha llegado en dos ocasiones al balotaje, en el 2015 y el 2019, pero en ambas perdió por un amplio margen.
Sobre Torres Casanova, Chang detalló que «tuvo una transformación de la noche a la mañana», al modificar su «orientación» política y así «priorizar los valores tradicionales» y habitualmente conservadores de la «familia» guatemalteca.
Usó estos elementos para ganarse el voto tradicional», señaló la especialista en comunicación política, quien advirtió que, si hubiera triunfado Torres, «sería darle continuidad a la Administración de Alejandro Giammattei», el actual mandatario, cuya administración ha sido criticada por criminalizar a jueces, periodistas y candidatos electorales.
LA ESPERANZA
Muchos jóvenes votaron por Arévalo para lograr el cambio, porque no tiene antecedentes que lo tachen de corrupto.
El presidente Alejandro Giammattei, quien no pudo buscar la reelección, se comprometió a garantizar elecciones pacíficas y transferir el poder al ganador en enero, pero algunos piensan que antes de esa fecha tratará de conspirar contra Arévalo para tratar de eliminarlo por cualquier vía.
Las acusaciones de conspiración política son particularmente delicadas en Guatemala en el contexto de un conflicto civil de tres décadas que finalizó en 1996 y que enfrentó a la derecha y la izquierda y marcó permanentemente al país, dijo Donald J. Planty, exembajador de Estados Unidos en Guatemala.
«Hay, en partes de la clase dirigente, este miedo y prejuicio contra la izquierda», afirmó Planty. «Todos los esfuerzos han estado dirigidos a evitar que (Arévalo) se postule o quede fuera de la papeleta por una u otra vía nefasta», agregó.
El apoyo del sector empresarial y la comunidad internacional será fundamental cuando Arévalo asuma el cargo. Es probable que enfrente obstáculos para llevar a cabo su agenda, ya que Semilla no tendrá la mayoría en el Congreso, lo que amenaza con un período de inestabilidad.
«Depende de qué tan fuerte decidan ir tras él por la derecha», dijo Planty. «El mundo está mirando».
«No hay indicios de que la fiscal general esté planeando cambiar la estrategia de perseguir a las personas que desafían el ‘statu quo'», dijo Taraciuk, de Inter-American Dialogue. «¿Por qué se detendrían ahora cuando existe el riesgo de que en realidad se les haga responsables de lo que han hecho en el poder?», se preguntó.
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