Dialogar con Blanca Rosa Blanco es entornar los ojos y dejarse arrastrar hacia el mundo del encuadre y la fotografía, de la iluminación y del montaje, del buen guion y de la siempre seductora imagen en movimiento que nos trasporta a la inmensidad del cosmos o a través de parajes remotos.
Y es que soñar despierto pudiera parecer la opción más plausible al contemplar a esta primerísima actriz, erguida cual prístina joya, delante del cartel que anuncia Retorno, su más reciente producción audiovisual, el cual se estrenó este fin de semana en Sancti Spíritus.
Luego, cuando conversas con el ser humano increíble que habita en ella, te percatas de su alma noble y sencilla. No sé si tenga poco o mucho de ángel, pero de algo estoy seguro: Blanca resplandece.
Es la tercera vez que el destino me permite entrevistarla y tal vez por ello encuentro calma en su mirada, mientras, la primera mujer cubana en dirigir, escribir y protagonizar un largometraje me contagia de su pasión por la vida: “Estoy recorriendo el país, pero específicamente Sancti Spíritus era una suerte de plaza de la prioridad y no quiero que haya celos, pero sí, tengo una motivación muy importante de estar aquí”, dice en una especie de preámbulo coloquial.
Hay mucho de historia en Retorno y de alguna manera Sancti Spíritus forma parte de esa propia historia; así como de lo narrado por los indianos e inmigrantes que se quedaron en La Palma, confiesa a Escambray.
“Es este un proyecto que fue víctima de la covid, como bien sabes, pero finalmente llegó su momento y eso me trajo de vuelta a esta provincia. El documental también cuenta una historia y, como en una película, es como contar mi visión desde de un punto de vista diferente”.
El estreno del documental tuvo lugar el pasado 10 de febrero en la Sala Charles Chaplin de la Cinemateca de Cuba, en la capital del país, y apenas una semana después, Blanca Rosa lo presenta en Sancti Spíritus en un intento por revivir la pasión por el séptimo arte.
El audiovisual está grabado en La Palma, perteneciente a Islas Canarias, España, y relata el proceso de inmigración de quienes —provenientes de nuestro archipiélago— llegaron a ese poblado.
“Retorno es un proyecto que tiene una esencia y la vida me puso en el camino esta historia de los indianos de La Palma. La Fiesta no es más que un pretexto para dejar el testimonio de dónde estamos los cubanos por el mundo, de cómo la emigración ha sido un fenómeno doloroso y que todavía estamos sufriendo por él”, explica la actriz.
Con la afabilidad que le caracteriza, Blanca sintetiza en palabras de fuego los 52 minutos de duración de esta propuesta y resalta la Fiesta de los Indianos de La Palma —que tiene lugar los lunes de carnaval—, como homenaje a los canarios, donde se muestra el respeto hacia la cultura cubana.
“Desde el siglo XIX y principios del XX los cubanos hemos estado en una especie de cultura de ida y vuelta y nos hemos plantado en diferentes lugares del mundo y eso es, de alguna manera, lo que intenta decir el documental. El proyecto es, a mi modo de ver, un pequeño homenaje a la cubanía”.
Filmado en el año 2020 y bajo la producción de Carlos de la Huerta y la fotografía de Alexander González, el audiovisual es una colaboración entre el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos y la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (Egrem).
Los arreglos musicales estuvieron a cargo de la Egrem y según la propia actriz, resultó decisivo el material donado por la cantante Liuba María Hevia y el grupo Compay Segundo.
En este documental asumes magistralmente el guion, al igual que sucedió en El Regreso, donde coescribiste la historia de la película. ¿Es esta una faceta profesional que intentas explotar más?
“Uno no puede desprenderse de ninguna de las oportunidades que la vida te ofrece, o sea, no puedes encargarle a alguien que “sienta” a través del documental, que es un género que tiene mucho que ver con tu punto de vista tan personal, que diriges la idea, y que quieres que los entrevistados lleguen a donde tú quieres; eso es completamente diferente a lo que es dirigir a un actor.
“Es muy complejo cuando el documental se empieza a estructurar en la máquina de edición y tienes qué decidir cómo armar la historia que anhelas contar. Tenemos mucho testimonio, tenemos muchísimas respuestas, pero contarlas lleva su tiempo; lleva encontrar la coherencia de la historia y no se trata de elaborar un guion, sino más bien de pensarlo como un todo.
Tú puedes tener una escaleta, pero los entrevistados en sí mismos te llevan a que encuentres tus propias respuestas”.
¿Se mantiene viva la pasión por el cine en Cuba?
“Yo creo que hay una pausa por una situación que no es ajena a nosotros y que hay muchísima preocupación por cualquier cosa menos por sentirse bien. Volver al cine es regalarte una hora de tu tiempo y que te quede en el recuerdo para que sea parte de tu vivencia espiritual, mucho más rica que la riqueza material.
“Me pregunto cómo llenamos las salas en tiempos donde las personas tienen otro nivel de prioridades que no son sentirse plenos con la parte espiritual, o con la emoción que te trasmite un proyecto audiovisual en el cine, o sea, es algo que tú tienes que decidir hacer.
“No se trata de estar en la casa y enciendes el televisor y cambias de canal, o compras el paquete de la semana. Venir al cine es un concepto social, es un concepto de unión entre personas que se encuentran como en una familia.
“A eso yo le llamo lo grandioso que tiene la obra, más allá de que su pantalla sea enorme, o lo atractivo del sonido, o de la música, por ejemplo, de este documental que es de las cosas con las que más satisfecha estoy.
“Eso es lo que quisiera que se rescatara y que todos pusieron de su parte para lograrlo, desde los Gobiernos de las provincias y de los municipios, hasta nuestros amigos y colegas que, a veces sienten como un sacrificio personal el venir a los territorios y dejar a un lado lo que hacemos para acercarnos a las provincias”.
¿Nuevos proyectos?
“Estoy trabajando en el teatro con una obra que se estrena el 4 de marzo. Son solo siete funciones de Farándula Deluxe, del director Jazz Vilá que me invitó a ser parte de ese proyecto.
“También estoy trabajando en una investigación sobre la vida de Dulce María Loynaz y que junto al escritor Amílcar Salatti estamos intentando, en principio, tener una historia y después veré en qué momento se convierte en una primicia”.
El pueblo espirituano, al igual que el de toda Cuba, te ama y te admira como la gran profesional que eres. ¿Qué le dirías?
“A los espirituanos les digo que esos sentimientos son mutuos y mi cariño hacia esta tierra es muy particular. Por alguna razón desconocida me hacen sentir muy en casa y cuando uno se siente de esa manera, siempre quiere volver.
“Yo siempre estoy con los brazos abiertos a que ustedes hagan lo mismo conmigo y que podamos intercambiar cada vez que podamos. Desearles además un feliz año y mucha prosperidad y salud. Que sea este un buen año para todos y que vengan al cine”.
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