Cabaiguán: Primero de Mayo de todos y por todos (+fotos)

A no ser por la estatura más baja que todos o por la pequeñez que crecía incluso por debajo de aquellos uniformes tan iguales a los de los mayores, nadie pondría en duda que eran trabajadores.

Y eran otros más. Se supo por la puntualidad londinense con que llegaron esta mañana a las proximidades del parque José Martí, en Cabaiguán; por la seriedad con la que asumían las poses de militares, enfermeras, médicos, mecánicos, maestros, bailarines, obreros… como si lo fueran —y acaso lo eran—; por el paso apretado y sin cansancio con que llegaban a la Plaza de la Revolución de la localidad repitiendo los mismos vítores que los adultos.

Porque esta mañana aquellos niños que, primero posaron para las fotos, y luego desfilaron de la mano de sus padres vestidos de profesionales u obreros también eran trabajadores.

En Cabaiguán este desfile del Primero de Mayo fue, tal vez, una confirmación de amor. Fue un desfile de la familia. ¿Quién lo dudaría? Estaban allí el padre y la madre con sus pulóveres azules y rojos, respectivamente, y el hijo en la silla de ruedas con la bandera cubana alzándose entre sus brazos. Y mientras el padre empujaba la silla de ruedas camino a la plaza, quizás, empinaba también uno de los sueños de aquel muchacho que sin caminar anduvo desfilando.

A unos pasos de ellos marchaba otra familia. Iban todos de la mano sin importar la corta edad de los niños. Del brazo de mamá, la pequeña; en los hombros de papá, el pequeño y en el coche el hermano bebé que tampoco podía perderse esta fiesta de pueblo.

Y luego venían aquellos niños vestidos como si fuesen trabajadores de las Tiendas Recaudadoras de Divisas delante de los padres; y la niña disfrazada de bailarina al lado de la madre y las otras como abejas sobrevolando el panal del sindicato donde laboran sus progenitores.

Estaban todos juntos, como si fuesen uno, como mismo andan de la mano por esta agitada vida.

En Cabaiguán el desfile por el Primero de Mayo fue una marcha de todos y por todos. Y mientras aquellas palomas salían de las manos a sobrevolar el cielo de la Plaza también iban juntas como quienes desde abajo andaban unidos en un acto de fe y amor.