Camilo Cienfuegos: el alma de la batalla de Yaguajay

Con la victoria de las tropas rebeldes, finalmente quedó liberado el pueblo, hecho que clasifica entre los más decisivos en los días finales de la guerra

Camilo y un grupo de guerrilleros en las cercanías del cuartel de Yaguajay. (Fotos: Perfecto Romero)

Hace 65 años el pueblo de Yaguajay vivó la más memorable de las hazañas en su historia: la batalla que lo liberó de las fuerzas de la tiranía batistiana; hecho que, conjuntamente con la toma de Santa Clara, cierra el ciclo revolucionario de la década del 50 en el territorio de Las Villas y que destacó a dos de sus más significativos líderes: Ernesto Guevara de La Serna y Camilo Cienfuegos Gorriarán.

Este último, convertido en hombre de mil anécdotas, cuya vida y proezas alcanzaron el nivel de las más legendarias epopeyas. El típico héroe carismático que arrastraba tras de sí a las masas. La imagen que enorgullece a un pueblo: el Señor de la Vanguardia y Héroe de Yaguajay.

Tal epíteto lo merció justamente por haber sido el artífice de la batalla que liberó a aquel pueblo, considerada un singular ejemplo de resistencia y capacidad combativa. Con esta batalla estaba llegando a su final la ofensiva del Ejército Rebelde en el territorio de Las Villas. Este desenlace de la guerra indujo a la definitiva derrota de la dictadura de Fulgencio Batista y acercó la fecha de la independencia de la isla. Pero para ello fue preciso que emergieran hombres de pueblo como Camilo.

Yaguajay sin duda alguna fue la batalla del hombre del sombrero alón, la que lo enalteció como el líder indiscutible de aquel pueblo que tan alto lleva su nombre y sus proezas.

Se conoce que desde la toma de algunos poblados alrededor del propio Yaguajay, ya el joven comandante de 26 años estaba haciendo alusión al ataque de dicha zona. Tres meses antes de la batalla, Camilo había llegado a ese territorio para aunar las fuerzas patriotas que operaban en la zona, lo cual concretó en la fundación del Frente Norte de Las Villas.

Desde el mes de octubre de 1958, los rebeldes de Fidel Castro ya estaban en las montañas que circundaban Yaguajay, dirigidos por Camilo. Corría el mes de diciembre de aquel propio año y ya se habían tomado el poblado de Mayajigua y otros en los alrededores de aquella zona.

Desde Jarahueca se pronunció en el propio Paseo que pensaba atacar el cuartel de Yaguajay y que para ello necesitaba la ayuda de todos. Había hecho un llamado de forma general para que el pueblo lo apoyara.

Por su parte, en territorio yaguajayense se encontraba Alfredo Abón Lee, capitán del Ejército de Fulgencio Batista. Había traído consigo las compañías 1, A, F y E, procedentes de Mayajigua, que huían precisamente de los ataques rebeldes. Al llegar a Yaguajay los efectivos de su tropa se situaron en el Gran Hotel, la Sociedad Colonia Española y el hotel Plaza. No obstante, al siguiente día, hizo cambios en la ubicación de sus soldados y los desplazó hacia el Ayuntamiento, en la esquina que forman las calles Antonio Maceo y Juan Bruno Zayas; dirección donde se encontraba la estación de policías defendida por seis efectivos y un cabo.

Camilo con sus combatientes de la Columna No. 2 Antonio Maceo, inmediatamente después de estas acciones, comenzó el cerco a Yaguajay, mientras él acometería el segundo ataque a Zulueta. Este hecho, en efecto, ocurriría el 21 de diciembre. En la madrugada de aquel día comenzó el avance de las tropas hacia Yaguajay. Una vez liberado el poblado de Zulueta, el Comandante se incorpora unas horas después cuando sus hombres estaban combatiendo en plena efervescencia. Coincidentemente, el mismo día y a la misma hora, Félix Torres avanzó desde Mayajigua, acampó en La Gasolinera y desde allí ordenó a Juan Pedroso y Tomás Cortés que tomaran el central Vitoria. Ambas fuerzas posteriormente tomaron posiciones cercanas al pueblo, el cuartel y en el circuito norte que atraviesa Yaguajay. De igual manera, se establecieron defensas en los embarcaderos de Carbó, Vitoria, Estero Real y otros pequeños muelles.

El propio Ernesto Che Guevara, quien había visitado el teatro de operaciones el día 23 de diciembre, había coincidido con Camilo en lo difícil que sería la toma del cuartel si el enemigo estaba resuelto a defenderlo. El tiroteo continuó toda la noche de ese día y en la mañana del 24 fueron cayendo poco a poco los principales enclaves donde se encontraban los soldados del ejército. Se trataba del hotel Plaza, el Ayuntamiento y la Estación de Policía.

Los militares de la tiranía, ante lo insostenible de la situación, se dieron a la fuga e intentaron de forma desesperada alcanzar el recinto distante a un kilómetro de la zona urbana, con el fin de sentirse seguros allí. De esta manera, el jefe guerrillero mandó a concentrar sus fuerzas contra la instalación donde se encontraban sus adversarios.

Aquel propio día 24 se concertó una tregua donde medió la Cruz Roja, con la pretensión de establecer conversaciones entre el mando rebelde y el capitán Alfredo Abón Lee.  Este último se encontraba al frente de los sitiados y mientras se hacían las gestiones para efectuar el encuentro donde medió el capitán Pinares, Camilo y el referido Abón Lee; se produjo una confusión que desencadenó en un tiroteo donde perdió la vida el rebelde Joaquín Paneca Consuegra. Camilo instó al capitán Lee a deponer las armas y, sin lograrse un acuerdo entre ambas partes, se reanudó la batalla en horas de la tarde del propio día.

El objetivo primordial de la jefatura del Frente Norte de Las Villas consistía en vencer a los enemigos en los puntos urbanos y luego avanzar hacia la instalación donde se encontraban el cuartel de Yaguajay, el escuadrón 37, la Guardia Rural y el Regimiento 3 Leoncio Vidal.

Para facilitar la rendición enemiga Camilo utilizó la guerra psicológica e instaló un sistema de altoparlante similar a lo que hizo Fidel Castro en la batalla del Jigüe, en la Sierra Maestra, con el fin de doblegar la moral de sus contrarios. El Comandante mandó a instalar un equipo de audio que dominaba a la perfección toda el área donde se encontraban los soldados de la dictadura, hasta más allá de la plaza rodeada.

Se narra sobre aquel suceso en particular que por aquel punto improvisado pasaron varios de los familiares de los soldados hostigados para pedirles su rendición definitiva y así evitar más derramamiento de sangre. Lógicamente, esto obró como un factor que desde el punto de vista psicológico fuera mellando en el ánimo bélico de los allí hostigados.

Pero sin lugar a dudas la más ingeniosa de las ideas del joven Camilo lo fue la construcción de una especie de tanque de guerra de producción artesanal. Esta inventiva del comandante fue bautizada con el nombre Dragón I y fue construida por un grupo de obreros del central Narcisa.

Con la utilización de esta especie de tanque de guerra se pretendía aparecer delante del enemigo con una serie de equipos similares, como prueba visible de la “moderna fuerza blindada” que poseían los atacantes. Para construir el llamado Dragón I los técnicos que se dieron a la tarea de hacerlo en un breve tiempo solo recibían una porción de alimentos y un poco de agua, con escasas horas de sueño.

El espíritu de hacer justicia del comandante Camilo era innato en él. Su jovialidad, su carisma y la empatía hacia sus compañeros y otras personas fueron cualidades características de su personalidad. Según cuenta Gerónimo Besánguiz Lagarreta, director del Complejo Histórico Camilo Cienfuegos al referirse a las características personales del Héroe de Yaguajay: “Durante la batalla ayudó a una anciana a cruzar la calle y a encontrar refugio. Una bala alcanzó a un niño de seis años y en medio del combate organizó cortejo fúnebre hasta el cementerio a través de los patios para sortear el bombardeo de la aviación enemiga. Cuando triunfó la Revolución le dio un documento a esa madre para que cobrara una pensión vitalicia como damnificada por la guerra.

Durante los 11 días de combate, no se preocupó solo por sus soldados, sino también por los civiles que estaban en medio de la contienda bélica”.  Estas cualidades morales se conjugaron con la rectitud y seriedad en el cumplimiento de sus deberes como líder y ejemplo de aquellos soldados que dirigía.

La propia dirección revolucionaria tuvo que aplicar una política de austeridad máxima en el uso de las armas y pertrechos de guerra. Se combatía a la usanza del antiguo Ejército Libertador, arrebatándole las armas al enemigo.

En tales circunstancias, esta aspiración se ponía de manifiesto con frecuencia, lo que no significaba que se crearan ciertas dificultades. No fue hasta los días finales de la batalla que el Ejército Rebelde y el Frente Norte en particular recibieron una importante inyección de recursos, que provenían de operaciones tales como la toma de la ciudad y el cuartel de Yaguajay.

Después de que la batalla durara unos 10 días de intensa pelea, el Comandante Camilo Cienfuegos rindió parte al Che, máximo jefe del Ejército Rebelde y del resto de las fuerzas contra la tiranía en la provincia. Los combatientes más desprovistos de armas fueron beneficiados.

Con la victoria de las tropas rebeldes, finalmente quedó liberado el pueblo de Yaguajay, lo que constituyó uno de los hechos decisivos en los años finales de la guerra. Pero sobre todo destacó a Camilo, no como el héroe aislado que realizaba hazañas maravillosas al impulso de su genio, sino como una parte misma del pueblo que lo formó.

Zandra Rodríguez Carvajal*

Texto de Zandra Rodríguez Carvajal*

Comentario

  1. Joven de una madurez impresionante resultó el señor de la vanguardia. Su ingenio militar hizo mella en las filas del enemigo. Evocar y seguir su ejemplo es nuestro deber.

Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *