Una muy triste realidad ha circulado en redes sociales y está siendo denunciada por la emisora La Voz de Cabaiguán: el propietario de cinco caballos los pone a pastar cada atardecer en el cementerio de la cabecera municipal, donde permanecen hasta las seis de la mañana del día siguiente.
El referido medio de prensa local conoció el hecho y salió en busca de la confirmación: primero fue una de las dolientes, la maestra jubilada María Julia Hernández González, quien llegara hasta el camposanto el Día de los Padres; después fue a la administración de la necrópolis, la dirección municipal de Comunales y hasta agentes de la Policía Nacional Revolucionaria.
La solución de este problema depende de la actuación efectiva de quienes tienen responsabilidades en el lugar: la dirección del cementerio, encargada de crear condiciones para proteger los límites por donde han entrado libremente desde hace mucho la desidia y el libertinaje; porque corresponde a esta estructura administrativa denunciar a los infractores y porque el cuerpo de custodios evidentemente no está cumpliendo con todos sus deberes y funciones.
La Voz de Cabaiguán se pregunta qué impide a las autoridades recoger los caballos, si todo el mundo conoce quién es el dueño, y por qué no se actúa enérgicamente contra lo que a todas luces constituye una indisciplina social que afecta el patrimonio funerario.
¿Tiene que publicarse la denuncia en redes sociales para que aparezcan las soluciones —se cuestiona el medio de prensa—, para que el dueño no suelte más los caballos en ese lugar y para que se garantice el alumbrado allí?
El uso del patrimonio colectivo en función de una actividad económica personal no sería lo único cuestionable en este caso, sino sobre todo el irrespeto a algo tan sagrado para las familias cubanas como es el descanso de sus fallecidos.
No tiene condiciones, falta la serca, la iluminacion, la yerba esta alta, los custodios no tienen como enfrentar, pero no se puede permitir tamaña falta de respeto, caballos pastan, pisan y defecan ensima de los seprulcos, no mas impunidad.
Y no sólo caballos, vacas también, además el sector más nuevo del camposanto está perdido en hierba. Allí se guataquea y limpia la tumba que es atendida por familiares, lo demás es prácticamente un potrero. Lo digo porque yo, siendo mujer y anciana he tenido que chapear para llegar a la tumba de mi madre.