Los primeros círculoscreados después del triunfo de la Revolución estuvieron integrados en gran medida por amas de casa y campesinas que iban a estudiar a La Habana. Además de otorgar trabajo a mujeres en situación de desventaja social, también sirvieron de abrigo para niños en la misma condición.
Hasta el primero de enero de 1959, en la isla apenas existían asilos para infantes y las llamadas Casas de Beneficencias, las cuales habitaban hijos de madres solteras, huérfanos y abandonados, y no poseían las condiciones necesarias para promover su desarrollo físico y mental.
Fue entonces cuando el Comandante en Jefe apoyó la idea medular de crear centros infantiles de nuevo tipo para el cuidado y atención de los hijos de las madres trabajadoras, tarea que asignó a Vilma Espín en el acto constitutivo de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), el 23 de agosto de 1960.
La recién nacida organización puso en práctica múltiples iniciativas para recaudar fondos: ferias, tómbolas, venta de sellos de correo y postales… Fue así como justo una semana antes de la invasión mercenaria a Playa Girón, el 10 de abril de 1961, por iniciativa directa de Vilma y Fidel, se inauguraron los tres primeros círculos infantiles: el Camilo Cienfuegos, el Ciro Frías y el Fulgencio Oroz.
Hoy día, a pesar de la recesión económica que vive el país desde la década de los 90 y sucesos recientes como el recrudecimiento de las sanciones contra Cuba o el desabastecimiento y la inflación que sobrevinieron al ordenamiento monetario, el programa de Círculos Infantiles se mantiene vigente y persiste como una de las conquistas más laureadas de la Revolución.
EN LA ACTUALIDAD
Muchos los consideran erróneamente un kindergarten como los que antecedieron al enero de 1959. Sin embargo, como destaca la jefa de Departamento de Primera Infancia de la Dirección Provincial de Educación, Yanexsy Moreno Pérez, los pequeños en estas instituciones no solo reciben cuidados, sino alimentación, atención pedagógica, médica, de enfermería, entre otros beneficios.
“Los círculos infantiles tienen como fin lograr el máximo desarrollo integral posible en niños de cero a seis años. Para ello, potencian la mejora física cognitiva, previenen enfermedades, trasladan a la vida familiar las costumbres y hábitos higiénicos educativos de la institución y ayudan a los padres a conocer y orientar mejor a sus hijos”, expuso la directiva.
Estos espacios han favorecido la integración plena de la mujer a la sociedad y desempeñado un importante papel en la formación de los infantes desde las edades más tempranas.
Los pequeños realizan sus tareas diarias a través de la dinámica del juego y el aprendizaje, y basta asomarse para sorprenderse del conocimiento que adquieren en esos planteles: Lengua Materna, Nociones Elementales de las Matemáticas, Conocimiento del Mundo de los Objetos, Educación Física, Artes Plásticas, Música, Análisis Fónicos… Por saber, saben hasta identificar olores y sabores.
Por ello, como señala la educadora del quinto año de vida del círculo infantil Tierno Amanecer, de Trinidad, Yamilé Hernández Santos, este es uno de esos pequeños espacios fundamentales en cualquier país para la activación del pensamiento, una morada que debería ser invulnerable a cualquier política de hostigamiento.
“Y por supuesto que somos vulnerables —señala Moreno Pérez—. La primera infancia es priorizada por decreto estatal. Cuando el Consejo de Distribución de los organismos dosifica lo poco que tenemos, los círculos son prioridad. Cumplimos con planes de proteína y granos y, aunque los niños no pasan un día sin plato fuerte, encontramos limitaciones que afectan el menú que deseamos. Escasean y se encarecen, sobre todo, frutas y verduras”.
En la provincia existen hoy 33 círculos infantiles: 11 en la cabecera provincial y cinco en Trinidad; el resto de los municipios del territorio poseen cuatro, tres o dos, en tanto La Sierpe cuenta con uno solo.
No existe ninguno cerrado o en mantenimiento, ni evaluado de regular o mal por deterioro constructivo; y hace dos años fue noticia la reparación del Guerrilleritos del Escambray, que superó los 3 millones de pesos, inversión que asumió la Oficina del Conservador de Trinidad.
A pesar de que estos centros no suplen el ciento por ciento de la demanda, solo en el 2023 matricularon 4 908 infantes, 115 más que la matrícula total real de 4 793. Esto es posible gracias a la Resolución No. 172, la cual permite el otorgamiento de hasta un 120 por ciento de su capacidad, en dependencia de las posibilidades de cada lugar.
LAS CASITAS INFANTILES
Este no es un concepto nuevo, aunque sí desconocido entre las poblaciones urbanas. Es una experiencia que data de los años 90 cuando, teniendo en cuenta las limitaciones económicas, se aplicó una modalidad que continuara el programa de apertura de círculos infantiles desde una nueva perspectiva.
“Las casitas infantiles prometen una flexibilidad muy ostensible en relación con los recursos y servicios que allí se prestan. En la primera es el organismo quien asume los servicios de alimentación. En la otra es la familia quien lleva los alimentos elaborados”, subrayó la directiva.
Yanexsy Moreno destaca la tarea que desempeñan en la provincia las dos Casitas Infantiles, una de ellas en Banao, perteneciente al organismo de Educación y la otra en la comunidad de Iguará, adscrita a la empresa Valle de Caonao, en el norteño municipio de Yaguajay. Ambas, señala, desarrollan el mismo proceso educativo que responde al currículo único del nivel.
“Apostamos por la apertura de más casitas infantiles en la provincia, con la colaboración de los organismos”, añadió.
EDUCA A TU HIJO: BRAZO NO INSTITUCIONAL PARA LA ATENCIÓN A LA PRIMERA INFANCIA
La primera infancia cubana tiene dos vías de atención: la institucional y la no institucional. De la primera ya se habló anteriormente: la integran círculos infantiles, grados de educación preescolar y casitas infantiles. La segunda, la no institucional, se encuentra regida por el programa Educa a tu Hijo, el cual cubre hasta el 70 por ciento de la población infantil preescolar.
Educa a tu Hijo surge producto de una investigación realizada en los años 70 por el Instituto Central de Ciencias Pedagógicas, para ofrecer alternativas de educación a pequeños de zonas rurales y montañosas que no tenían acceso a círculos infantiles.
Desde su creación brindó conocimientos esenciales a las familias para poder preparar a sus hijos para el ingreso a la escuela. Como registra la metodóloga del programa en Trinidad, Esther Lidia Borroto Borrell, mucho le deben Cuba y la educación cubana a este proyecto que se ha extendido para facilitar herramientas a miles de familias con las que puedan brindar a sus simientes una formación sana de cara al porvenir.
“Nuestro programa atiende más de 468 000 infantes en todo el país, mientras los círculos y las casitas infantiles y los grados preescolares de las escuelas primarias abarcan un universo de más de 234 000. A partir de las cifras comprendemos la trascendencia del proyecto”, explicó la especialista.
Según el Instituto Internacional de Planificación de la Educación, perteneciente a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la cobertura de atención educativa del programa es de 67.5 por ciento de la población cubana de cero a seis años.
En este programa, que tuvo como investigadora principal a la doctora Ana María Silverio Gómez, participan representantes de los distintos organismos estatales y organizaciones sociales: Salud, Cultura, Deporte, la FMC, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños y los Comités de Defensa de la Revolución.
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