Que tantos meses después aún estemos hablando de la covid pudiera parecer un déjà vu. Y lo es. Aunque las personas hemos olvidado mucho más que ponernos el nasobuco, la pandemia sigue ahí como el dinosaurio de Monterroso.
Aun así, intuyéndola al acecho, el gel antibacterial no anda en las carteras, los pomos de cualquier solución desinfectante solo se yerguen —pese a que antes también estaban ahí solo de exhibición— en las puertas de escasísimos locales, las mascarillas son una pieza en desuso… No debiera suceder.
Y no se trata únicamente de presagiar lo que ya vivimos —que por obra y gracia de las vacunas no debe ser nunca igual el panorama—, pero si una lección aprendimos de lidiar tanto tiempo con los contagios es que con el SARS-CoV-2 todo cuidado es poquísimo.
A fines de diciembre, cuando se confirmó la circulación de una nueva variante de la covid en la provincia, como en otras partes de la isla, se prendían las alarmas de las personas, pero no se encendían las medidas sanitarias en iguales proporciones.
Quizás, porque se advertía que como variante ómicron que es, no resulta ni más mortal ni más contagiosa que las anteriores. Acaso, porque la vacunación nos ha inmunizado al punto de creer que la covid es tan solo un catarro común.
Pudiera pensarse entonces que no hay de qué preocuparse y en eso discrepo. Las estadísticas de los últimos 15 días vuelven a confirmar que, aunque son pocos, se contagian personas con el SARS-CoV-2. Lo compartía a Escambray la doctora Yurien Negrín Calvo, vicedirectora de Higiene del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología (CPHEM): en la quincena que concluyó se diagnosticaron 13 espirituanos con el nuevo coronavirus para una tasa de incidencia de 2.81 por 100 000 habitantes y los municipios que más aportan son Yaguajay con ocho pacientes; Sancti Spíritus, tres; mientras que Cabaiguán y Trinidad han confirmado uno en cada territorio.
El nivel de riesgo los expertos lo califican bajo y quiero creer que es así; lo preocupante está en que, según la propia doctora, “los casos confirmados se corresponden, en su mayoría, con niños menores de un año y hasta dos años que enferman a consecuencia del contagio fundamentalmente de sus madres. También embarazadas y madres que lactan”.
Se sabe que los enfermos de hoy corresponden a esos grupos de riesgo porque los protocolos han establecido desde hace muchísimo tiempo que las pruebas diagnósticas se les realicen solo a los menores de dos años de edad —que aún no están vacunados—, a las embarazadas, a las puérperas y, en menor medida, a quienes presenten signos sugestivos de la enfermedad.
¿Verdaderamente las cifras delatan todos los contagios? Por supuesto que no. Como ha pasado en otros momentos, las personas no acuden al médico, pese a que lo sospechen, en parte porque la covid ya se padece, la mayoría de las ocasiones, como una gripe pasajera y, en parte, porque nos hemos acostumbrado a reírnos del peligro, aunque no deberíamos hacerlo. La confianza siempre nos ha puesto en riesgo.
Bastaría saber, acaso, lo que apunta Negrín Calvo: “Existe también la circulación de otros virus respiratorios diagnosticados en las muestras que se envían al Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí de pacientes que presentan Infecciones Respiratorias Agudas graves. En nuestra provincia se han aislado Coronavirus 229 E y Coronavirus OC43 en el mes de enero; Parainfluenza virus 3 en mayo; Influenza A no subtipada e Influenza A H3N2, en junio, y durante los meses de octubre, noviembre y diciembre, Sincitial respiratorio A”.
De ahí que ante el panorama epidemiológico donde convergen varios virus, además de la covid, a fines de año el propio ministro de Salud, el doctor José Ángel Portal Miranda, alertaba de la necesidad de retomar las medidas sanitarias desde la autorresponsabilidad e insistía al referirse al repunte de casos.
“El alza de contagios que se ha producido en los últimos días es una clara alerta a nuestra población de que la covid no ha desaparecido. Que sus síntomas sean más leves en quienes se contagian y hayamos podido retomar las actividades cotidianas en el país en condiciones sanitarias más favorables no es motivo para descuidar acciones que todos conocemos constituyen garantías para el control de la enfermedad”, señaló el titular.
Y se ha vuelto a recomendar el uso del nasobuco en los espacios cerrados o en las aglomeraciones o en el transporte público; y se ha pedido que se retome el lavado de las manos, la desinfección de las superficies… Se ha dejado a la voluntad individual y el instinto de salvarnos debería obligarnos a hacerlo.
“Se hace indispensable el cumplimiento de las medidas higiénico- epidemiológicas para evitar enfermar, sobre todo, a nuestros niños, que son los más vulnerables por ser la población no vacunada”, instaba la vicedirectora del CPHEM.
Concuerdo. Bastaría para cuidarnos hoy rememorar las pérdidas de ayer que no sanan; la angustia de los días en que los contagios sobrepasaban hasta las capacidades de las instalaciones de salud; las secuelas que han quedado en quienes enfermaron… La covid no es, lamentablemente, una pandemia pasada.
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