Tal como se presagiaba por los rumbos del cronograma, Cuba protagonizó esta semana un levantón en el medallero de los Juegos Panamericanos de Chile y hasta que concluyan este cinco de noviembre sus atletas prometen regalar actuaciones relevantes para la Mayor de las Antillas.
Y no se trata solo de las medallas ganadas en buena lid, sino del sabor que han dejado sus protagonistas al conseguirlas y la actitud mostrada por no pocos de ellos cuando no han podido lograrlas.
Con esas herramientas, la delegación removió ¡y de qué manera! el medallero en los últimos días, pues alcanzados los primeros cinco títulos, se instaló una especie de impasse de varias jornadas sin subir a lo más alto del podio, al punto de flotar en los lugares séptimo y octavo.
Mas de varios bandos comenzaron a caer medallas y sorpresas. De esas actuaciones memorables, un lugar especial lo ocupan los judocas, quienes rememoraron los momentos dorados de nuestro deporte y a fuerza de coraje y empuje burlaron los pronósticos con seis títulos y una presea de bronce para convertirse en la disciplina de mayor aporte al medallero. Entre ellos se incluye el espectacular título en la modalidad de equipos mixtos en el que, dramáticamente, Cuba le ganó a Brasil y volvió a reinar en el continente y, de paso, le “robó” al boxeo” el epíteto de buque insignia.
Pero si un deporte ha inscrito su nombre con letras gigantes en Chile ese ha sido el tenis de mesa. Parecía que se había vivido el extremo del clímax con el oro electrizante y categórico de la pareja mixta de Daniela Fonseca y Jorge Moisés Campos ante un Brasil superior en el ranking, luego de concretar su clasificación olímpica a París 2024 en un no menos dramático partido ante los locales. Mas horas después, Moisés y Andy Pereira protagonizaron, también contra los brasileños, otra sorpresa, con la segunda medalla de oro de esta disciplina en Chile y la tercera en 19 citas continentales, la última de ellas hace 35 años. Y aun quedaba más en las raquetas, tanto como otra presea, la de plata de Pereira en una final inédita para Cuba en estas lides. Así, el tenis de mesa enseñó cómo es que se saca el extra de los campeones, aun cuando los pronósticos no favorecen y los rivales le aventajan en currículo.
Por el carril de las sorpresas resonadas corrió también Yunisleidy de la Caridad García, convertida en la reina de la velocidad del atletismo panamericano al ganar los 100 metros planos, el segundo título cubano en la historia de este evento en Juegos Panamericanos.
La holgura con que ganó y su oro espectacular, no justamente de los planeados, vino a reivindicar el honor del atletismo nacional que, otra vez, pese a conseguir otras medallas, muestra cómo la mayoría de sus representantes ven pasar otro evento múltiple sin que puedan rozar siquiera sus mejores registros de por vida en un deporte que, en rivales y marcas, no ha sido de los más exigentes.
Estos oros y otras medallas, como la de bronce conseguida por la esgrimista Leydis Maris Veranes o la de plata alcanzada por la vallista Greisys Roble en los 100 metros con vallas, vinieron a compensar lo que otros no pudieron lograr pese a estar en los pronósticos como la muy ranqueada Arlenis Sierra, en el ciclismo.
Y si se quiere un referente ilustrativo en el reverso de la moneda de las buenas actuaciones, ahí están para ratificarlo los deportes colectivos que, en mayoría, han mostrado el peor de los rostros.
A la debacle del béisbol, le acompañan en picada casi todos los equipos de hembras y varones, con excepción del voleibol masculino que, con un equipo de segunda línea y lastrado por la ausencia de los “contratados”, superó a los rivales de su grupo y enfrentó con gallardía a un Brasil superior, al punto de llevarlo a definición de team break.
Y en ese desempeño de los deportes colectivos marcó también el de los espirituanos que integran cada uno de esos equipos, lo cual constituyó, aún sin terminarse los Juegos, una de las actuaciones más pobres de los deportistas del patio en lides continentales en cuanto a conquista de medallas.
Cuando ya se advertía a lo lejos el cierre de las cortinas panamericanas, todavía la delegación le arrancaba medallas a los escenarios competitivos del canotaje, la lucha, el atletismo y otros que, como el tenis, pudieran aportar desde el carril de las sorpresas.
Tiempo habrá para medir el desempeño de los cubanos en Santiago de Chile. También para evaluar, sin medias tintas, los desempeños en más de un deporte como los que gozan de los favores de la contratación de atletas, una variante necesaria, pero que está por ver su real aporte.
A punto del cierre, la delegación antillana mantenía una férrea lucha por los puestos medios del medallero (cinco y seis) en pugna con Colombia y apegado a lo que adelantaron la mayoría de los vaticinios, pues los nuevos cuatro grandes del continente: Estados Unidos, Brasil, Canadá y México, parecen inalcanzables.
Fuera del medallero quedan los días de gloria y deleite que nos han proporcionado, en mayoría, nuestros deportistas, no solo los cubanos, sino todos los que hicieron crecer a Chile.
Los deportes colectivos encabezados por la pelota son la gran decepción para Cuba en estos juegos panamericanos. Los deportes individuales, con los de combate al frente, han sacado a Cuba del pozo y nos tienen compitiendo con Colombia por el 5to puesto en el medallero por países.