Cuba está de nuevo entre los cuatro grandes de los Clásicos Mundiales de Béisbol. Y eso ha de escribirse con letras mayúsculas.
Lo consiguió al ganar el juego de cuartos de final 4-3 vs. Australia en un partido de altos quilates que la convirtió en la primera semifinalista de la quinta versión de estos eventos y, de paso, le garantizó presencia en la sexta edición.
Y esta es la principal lectura de un evento que les ha exigido a los nuestros el extra, primero para levantarse casi entre las cenizas tras dos derrotas iniciales, luego para imponerse como primeros de la llave A y, definitivamente, llevarse el triunfo en cuartos de finales, en ese encuentro que no se puede perder.
Cuando Martínez ponchó al último hombre, se concretaba no solo su juego salvado, sino una parte del sueño cubano y millones de almas entre Cuba, Japón y el mundo estallaron de emoción y desataron sus gargantas.
De que las tensiones bajaron fueron muestra las lágrimas de Johnson, también del sentir de un equipo que, desde su heterogeneidad, levantó como uno solo la bandera cubana, que ha unido a diferentes maneras de jugar por un mismo objetivo.
Así Cuba, aun sin terminar, tuvo su primera graduación en el Clásico, al margen del resultado final, sin que, llegado hasta aquí, se le exija más. Diecisiete años después, la mayor de las Antillas vuelve a estar entre los cuatro grandes de los Clásicos. La plata de aquel entonces ante Japón es un aliciente y también un desafío.
Lo cierto es que el regreso de Cuba a la élite mundial del béisbol ha levantado las simpatías y el reconocimiento de nuestra pelota con repercusiones positivas en varias partes del mundo, luego de que descalabros tras descalabros en eventos internacionales la hicieran retroceder en el ranking. Es verdad que para hacerlo debió cambiar la fórmula y llamar a peloteros emigrados, una decisión tan histórica como arriesgada.
Este domingo a partir de las siete de noche, pantalla o sonido por medio, millones de almas se instalarán sobre el LoanDepot Park, de Miami, con la esperanza de hacer otra vez la hombrada, justo cuando este equipo ha revivido lo que sigue siendo pasión entre los cubanos.
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