Nunca hubo un sufrimiento más alegre, ni reconfortante. El Cuba del Quinto Clásico Mundial de Béisbol enderezó su rumbo y está en la segunda fase del evento, para dar fe a buena parte de los pronósticos de expertos y de afición.
Luego de estar con un pie y medio fuera de la clasificación y con respiración artificial tras dos derrotas iniciales, los cubanos no hicieron lo impensable, sino que sacaron el extra como hacía rato no sucedía en la arena internacional, y lograron salir con vida de la terapia con un alta de lujo, al ubicarse como los primeros del complicado grupo A, tras aplicarse el sistema de desempate, pues todos los elencos terminaron con igual balance: 2-2, y tras dividir las carreras permitidas entre los outs realizados a la defensa, el mejor saldo fue para los nuestros.
Para hacerlo, se sacudieron de los fantasmas que le acompañaron en las primeras salidas, no solo por la reacción ofensiva, hasta ese entonces lo más discreto del conjunto; sino porque apareció finalmente la capacidad competitiva en una llave que muchos consideraron la más asequible.
El peso de las derrotas fue, al final, la bujía que necesitaron los nuestros para mostrar la fuerza que adquirieron cuando se armaron con los propios y los emigrados, un elemento que le agregó presión a todos y le subió el grado al desafío. Hay que decir que con el triunfo fácil ante Panamá no solo se revitalizó la confianza que tanto habían pregonado sus integrantes, sino que se desató la tensión inicial, que rondó en la selección.
Después que el evento conspiró a su favor y puso a los cinco integrantes del grupo en igualdad de condiciones cuando perdieron y ganaron entre ellos, Cuba decidió por sí misma en un partido ante Taipei de China, que jugaron casi perfecto.
Desde la agresividad ofensiva en el primer capítulo, los antillanos pararon en seco la inspiración de sus rivales, que entraron en desconcierto innings tras innings y terminaron tragados por la presión que impusieron los cubanos y su trepidante y bulliciosa afición del estadio Intercontinental Taichung, que pareció acoger a los más de 18 000 almas que recogen las estadísticas.
Por primera vez en el Clásico se cocinaron los ingredientes que antes faltaron: una ofensiva profusa, de largo metraje y sobre todo oportuna, un pitcheo hermético y enfocado y una muy buena defensa, pero más que eso, enseñó un equipo que disfrutó el partido con una alta dosis de adrenalina para liberar presiones.
Más allá de la reacción esperada de dos de los hombres claves en la alineación como Yoan Moncada y Luis Robert, de los ajustes, de los estudios del contrario que tanto se ha hablado, hay que ponderar el liderazgo con mayúsculas asumida por el cuarto bate y capitán Alfredo Despaigne, quien bateó bien y oportuno en todos los partidos, encendió la llama en el partido decisivo y trasmitió seguridad, confianza, tranquilidad y fue un ente aglutinador, elementos que no siempre había tenido la oportunidad de mostrar en eventos anteriores.
Con él, otros respondieron, como Yadil Mujica, Erisbel Arruebarruena, Yadir Drake, Roel Santos y hasta un Ariel Martínez que finalmente resolvió una de las mayores incógnitas del elenco antes el evento: la receptoría.
A favor de Armando Johnson hay que decir que, ya con el agua al cuello, apeló a decisiones en medio del fuego como cambiar alineaciones, tanto en nombres, como en orden al bate.
Para mí, Cuba fue una en la primera mitad de la etapa clasificatoria y otra en la segunda, para bien. Como no ocurría desde hace rato, ganó los partidos que no podía perder y terminó por hacer el trabajo por cuenta propia luego de que se complicó la clasificación para todos.
El cierre de la clasificatoria del A dejó otra sorpresa: el boleto logrado por Italia al vencer en el último partido a Holanda, que, al contrario de Cuba, fue de más a menos.
Esta posición le quitó a Cuba el trauma de enfrentar a Japón, primero de la llave B, en la fase de cuartos de final. De ahí que el miércoles, en el inicio de esta etapa, se cruce con Australia, segundo de ese grupo, lo que es, indiscutiblemente, la mejor de las opciones para los nuestros.
Cuba sigue viva, ¡bien viva! Huérfana por tanto tiempo de la alegría de la última madrugada, tras esta victoria contundente la afición sueña en grande.
Concordemos en que no es lo mismo Australia que el gran Japón. Pero en un juego de cruces, donde el que se pierda se va, no hay rivales ni grandes ni pequeños, y eso va para los cuatro conjuntos que animarán esta muerte súbita.
Lo conseguido hasta ahora por los nuestros es más o menos lo mismo logrado por otras selecciones en Clásicos, que además de la medalla de plata del 2006, lo mejor hasta ahora, ha conseguido quintos, sextos y séptimos lugares, lo cual significa que siempre ha pasado de la primera fase o vuelta.
Llegado este punto, la afición, que ha disfrutado de lo lindo de este boleto, quiere más. Habrá que esperar hasta el miércoles a las seis de la mañana (hora de Cuba) en el Tokio Dome. Creo que podamos seguir con vida. ¿Qué opina usted?
El contenido de este artículo de Elsa no puede ser mas realista, todo lo que dice es justamente lo que ha acontecido con nuestro equipo y solo agregar que a esta primera fase del clásico, hubo un equipo Cuba para los enfrentamientos ante Los Países Bajos (Holanda) e Italia y otro equipo completamente diferente frente a Panamá y Taípe de China. Termino expresando mi alegría por haberme equivocado en mi pronostico y aunque quisiera, como todos los cubanos, que el equipo nos siguiera dando victorias, el solo hecho de haber pasado a la segunda fase, ya podemos considerarlo un desempeño, no suficiente, pero si aceptable.
El equipo Cuba parece haber encontrado su forma deportiva. Jugaron con garras y apareció el líder indiscutible,capaz de arrastrar el resto del equipo. Pienso que Australia es un rival asequible pero no facil. Se le puede ganar como hemos hecho en otros torneos, incluido clásicos anteriores.