Entre tantas anécdotas sobre el Comandante en Jefe Fidel Castro, la de celebrar un cumpleaños bajo el fuego cruzado de las balas resulta una historia fascinante, de la que pueden conocerse los detalles en el libro homónimo de los investigadores Pedro Etcheverry y Santiago Gutiérrez, quienes se adentran en esta página memorable de la lucha del pueblo cubano en los albores de la Revolución.
Aunque el desenlace de los hechos tuvo lugar el 13 de agosto de 1959, meses atrás, exponen los autores del libro, se fraguaba la conspiración en la que participaron el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, William Morgan, agente de la CIA y Eloy Gutiérrez Menoyo, jefe del Frente Nacional Escambray (FNE), grupo que operaba contra el Ejército Rebelde en el centro del país.
Lo que nunca sospecharon los mercenarios fue que Fidel conocía del macabro plan y luego de dirigir las operaciones de captura de los jefes de la sedición en la capital, el propio día 13 de agosto de 1959 se trasladó al aeropuerto de la ciudad de Trinidad, junto a Camilo Cienfuegos, Celia Sánchez, entre otros oficiales del Ejército Rebelde, para dirigir los combates y neutralizar las acciones.
Mientras la ciudad parecía tomada por los sublevados, a la terminal aérea arribó el otro avión que se esperaba. La aeronave C-47 aterrizó cargada de granadas, ametralladoras, fusiles y pistolas, además de 11 personas, entre exmilitares batistianos y mercenarios pagados por el dictador Trujillo. En la pista gritos de “¡Viva Trujillo!” y “¡Abajo Fidel!”, aportaron más credibilidad al teatro montado por los soldados rebeldes.
Pero la descoordinación de uno de los compañeros puso en alerta a los conjurados, que abrieron fuego contra los revolucionarios. Se escucharon gritos de traición e inmediatamente el sonido de las ametralladoras. En las acciones murieron el excapitán Francisco Betancourt y Carlos Vals, dos de los participantes en el complot y los combatientes Frank Hidalgo-Gato, Eliope Paz Alonso y Héctor Reytor Fajardo, este último fallecido 42 días después.
Aquel hecho demostró el genio táctico y estratégico de Fidel, gracias al cual hizo creer al enemigo que la región estaba tomada por fuerzas contrarrevolucionarias, para neutralizar a los mercenarios participantes en la planeada invasión proveniente de República Dominicana, además de lograr la ocupación del armamento.
Al día siguiente, el líder cubano explicó al pueblo ante las cámaras de la televisión todos los detalles de la conjura y alertó que no solo Trujillo estaba involucrado en ella, sino también grandes intereses económicos foráneos junto con los elementos batistianos desplazados del poder por la Revolución.
Bajo las balas, el Comandante en Jefe celebró sus 33 años para confirmar su extraordinaria capacidad de liderazgo que le acompañó en todas las batallas. Como cada 13 de agosto, desde Trinidad se le rinde tributo y seguimos la marcha.
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