Dariel Díaz Herrería: Hay mucho por decir de Trinidad (+fotos y video)

Los jóvenes cubanos, como este trinitario, siguen apegados a sus raíces

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Dariel siempre tuvo clara la idea de que su obra primigenia estaría dedicada a Trinidad. (Fotos: Ana Martha Panadés/Escambray)

“Es momento de traer de vuelta el cine a Trinidad”, dice con el fervor del joven que sueña con los pies sobre las piedras de su ciudad.

Pareciera que a Dariel Díaz Herrería los años de estudio en la Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) en la Habana y la seducción de la capital lo conducirían por otros derroteros; mas, el talentoso muchacho, sensible y carismático, prefirió regresar y encontrar sus propias respuestas.

Sorprendido aún por los elogios de voces autorizadas —que no desconocen tampoco ciertos deslices de la obra—, Dariel no cambiaría ni uno de los testimonios o fotogramas de La otra trova, su ópera prima, el documental que le sirvió de ejercicio académico y como inspiración también para investigar, emocionarse, cuestionar, reconstruir el pasado y comprometerse con la verdad, aunque alguien intente silenciar la crítica o voltear la cabeza.

Tras la presentación del largometraje, algunas de sus razones son escuchadas, y eso satisface al joven cineasta que aplaude el primer intento de diálogo entre las instituciones culturales y los trovadores.

La presentación del documental en la Casa d ela Trova de la ciudad convocó a músicos y a un público que rceonoce los méritos de la obra audiovisual.

“Uno de los objetivos del documental fue prender las alarmas sobre la posibilidad de perder la tradición trovadoresca de la ciudad, que es tan antigua y peculiar como la de Santiago de Cuba o Sancti Spíritus. Muchos hablan con nostalgia de las serenatas y los músicos lamentan la ausencia de espacios para reunirse y descargar. Al turista que nos visita le interesa encontrar esa cultura intangible, pero auténtica. No se puede diluir su esencia.

“Pocos conocen, por ejemplo, que el primer juglar que desembarcó en Cuba acompañando a los españoles durante la colonización se llamó Juan Ortiz y permaneció en esta villa; ni tampoco a otras figuras como catalina Berroa, excelsa compositora de Cuba en el siglo XIX, y una de las más grandes trovadoras de la ciudad”.

Dariel siempre tuvo clara la idea de que su obra primigenia estaría dedicada a Trinidad. Desde las más tempranas indagaciones, la historia de la pianista y compositora lo deslumbró.

“Pensé en un documental biográfico sobre una personalidad. No podía ser otra que Catalina Berroa, la primera mujer que dirigió una formación musical en Cuba, el coro de la Iglesia la Santísima Trinidad y que contribuyó a la formación de otros músicos. Pero el curso de la investigación fue hilvanando una cosa con otra. Aparecieron Lico Jiménez (su sobrino), Rafael Saroza, Felo Vergaza…

“Encontré una cantidad de historias sorprendentes y lo que las une es la música, que tiene características muy particulares. En un proceso más maduro decidí que la protagonista sería la trova, y uno de mis objetivos, restablecer ese dialogo entre el pasado, el presente y el futuro”.

A partir de códigos estéticos novedosos, el joven realizador muestra a la ciudad que mira desde el corazón; por ello se aparta de esa imagen cliché que retrata lugares comunes: la Plaza Mayor, la iglesia, la torre del convento…

“Uno de los propósitos fue retratar a Trinidad, sí, pero con sus encantos y sus cicatrices, que también son bellas. Entre los principales referentes visuales está la pintura de Eduardo Laplante y sus cuadros del Valle de los Ingenios; tratamos de utilizar la misma paleta de colores en las tomas de exteriores.

Restabelecer el diálogo entre trovadores e instituciones culturales es uno de los propósitos de este documental, expresó Díaz Herrería.

“En cuanto a las entrevistas, la idea fue descontextualizar a la persona de su entorno por dos razones, tratar de que el espectador se concentrara en el relato y la cuestión pictórica, pues apelamos a los códigos visuales del siglo XIX con esos retratos decimonónicos que aparecen en el audiovisual. Fue otra investigación que tuvimos que llevar en paralelo y resultó muy grato”.

Ya en proceso de filmación, Dariel tropezó con otro desafío, el poco material de archivo disponible; por ello tomó prestadas imágenes de la película Lucía (Humberto Solás, 1968), cuya primera historia está ambientada en la Trinidad del siglo XIX.

“Había dos variantes, hacer una reconstrucción histórica de la época, un camino demasiado complejo pues la realización del documental coincidió con la etapa de pandemia; o emplear material de archivo e insertarlo al audiovisual. Esto último me pareció más interesante.

 “Lucía, de cierta manera, está conectada con ese espíritu de cubanía, de rebeldía, de amor a la patria chica, de mi documental. Incorporar imágenes de una película tan importante en la filmografía nacional no solo resolvía el problema de la gráfica, sino que hacía coincidir ambos discursos.

“Con toda intensión se utilizó en la parte de Catalina para recrear el ambiente del siglo XIX. El otro reto fue colorear la película. Eso fue una de las cosas más novedosas del audiovisual desde el punto de vista de postproducción. Se utilizó un software de inteligencia artificial de aprendizaje profundo. Eso conllevó a otro tipo de investigación más técnica, pero de la que estoy muy feliz. La otra trova fue un gran aprendizaje desde el punto de vista histórico, artístico, técnico y hasta de producción en plena covid y crisis energética. Fue una gran escuela.

Dariel agradece al pequeño equipo que apostó también por su proyecto: Yram Marero en la fotografía y el sonido, Víctor Manuel Echenagusía, como asistente de fotografía y luces, Carlos Irarragorri y Daimel Cuervo, en la grabación del sonido y Yeni Boada, asistente de dirección. Junto a ellos vio nacer su ópera prima, un documental etnomusical de 63 minutos que desborda el alma de música y emociones; y que a juicio del crítico de cine Joel del Río “rinde hermoso homenaje al romanticismo decimonónico cubano, en Trinidad y en otros lugares de la isla”.

Era una deuda —comenta Dariel— que teníamos los trinitarios con nosotros mismos. Agradezco a instituciones como Artex, Aldaba, la Casa de la Música de la Egrem por comprender el propósito de la obra, que es el de preservar el legado trovadoresco de la ciudad.

Es también un homenaje a los que están y a los que viven en el recuerdo de algunos

Catalina fue la primera mujer trovadora de la villa, pero están además Isabel Béquer, La Profunda; y Nélida Pomares, con una voz potente y que se ha quedado un poco en el olvido. El documental ha desempolvado a personas como ella, como su padre, Rafael Pomares, para que no sean borrados de la memoria. Tal vez ese talento interpretativo se hubiese perdido con ella y con el recuerdo de las personas más cercanas, cuando debe trascender más allá de lo local.

¿Proyectos?

Hay mucho por decir de Trinidad, es una ciudad virgen por decirlo de alguna manera y es un plató cinematográfico espectacular; de hecho, Humberto Solás y otros grandes como Tomás Gutiérrez Alea lo tuvieron siempre muy claro.

Ahora mismo trabajo en un proyecto con Artex, una serie documental sobre personalidades de la ciudad en varios ámbitos como las ciencias, las letras, el arte, el deporte… La primera temporada tendrá al menos ocho capítulos

En el futuro me gustaría hacer una ficción ambientada en Trinidad; es momento de traer de vuelta el cine a la ciudad y que vuelva a recorrer sus piedras.

Ana Martha Panadés

Texto de Ana Martha Panadés
Reportera de Escambray. Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

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