Intenso, de aprendizajes, de interrogantes que desafían y obligan a trabajar entre todos, y también marcado por logros esenciales que ponen en alto el nombre de Cuba. Así valoró al año 2022 vivido por la diplomacia del país caribeño, el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Su definición tuvo lugar, en la tarde de este martes desde el Palacio de la Revolución, durante la Reunión de Balance del trabajo del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex), la cual –como también dijo el dignatario– fue un encuentro hecho para reflexionar sobre “cómo vamos a poner el año 2023 mejor”, y cómo habrá que hacer “las cosas distintas” si también hace falta.
Evaluar la labor realizada en 2022, así como las proyecciones de trabajo para el presente año conformaron el propósito de la jornada en la concurrieron cuadros y trabajadores de la cancillería. El análisis contó desde la presidencia, además, con el miembro del Buró Político y primer ministro, Manuel Marrero Cruz; con el viceprimer ministro, Ricardo Cabrisas Ruiz; así como con el titular del Minrex, y miembro del Buró Político, Bruno Rodríguez Parrilla.
Varias voces del universo diplomático se hicieron escuchar en un balance que propició la detenida valoración en torno al cumplimiento de los objetivos de trabajo de la cancillería durante el 2022; en lo alusivo a las condiciones en que se desarrolló la política exterior de la Isla –que está dando sus batallas bajo el peso de un bloqueo recrudecido–; y en lo que tiene que ver con un mundo-contexto que aún no sale de los embates de la covid-19, y que, preñado de asimetrías, sufre ahora el duro impacto de la guerra.
De insatisfacciones en cuanto al trabajo desplegado y de desafíos que el organismo tiene por delante en su crucial labor para el país se habló en la jornada de este martes; al tiempo que se intercambió sobre las proyecciones de la política exterior de Cuba para el año en curso, a partir de las prioridades establecidas, para las cuales se identificaron un conjunto de acciones novedosas que permitan un mejor cumplimiento de los objetivos de la política exterior de la Revolución cubana.
La batalla contra el bloqueo recrudecido de los Estados Unidos y contra la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo; el incremento de la calidad en el servicio consular y los vínculos con los cubanos residentes en el exterior; el éxito de la presidencia cubana del Grupo 77 más China; la promoción y consolidación de las relaciones del país caribeño con los países del mundo; la defensa del derecho internacional y los principios que lo rigen. Sobre tales asuntos –todos de importancia vital– hablaron los profesionales de la diplomacia cubana.
Igualmente fueron abordados temas referentes a la contribución al desarrollo de las relaciones económico, comerciales, financieras y de cooperación; a la batalla mediática y comunicacional; y a la continua introducción de la ciencia, la tecnología y la innovación en la política exterior de la Isla.
“¿Qué vamos a hacer diferente para enfrentar este año; qué vamos a hacer diferente para enfrentar todos los desafíos?”, había planteado en un momento del encuentro el primer ministro, Manuel Marrero Cruz. Y esa interrogante, a la que después hizo alusión el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, puso el tono a todas las intervenciones.
Hacia el final del balance, el Jefe de Estado compartió con los diplomáticos numerosas reflexiones, todas unidas por el eje común de defender a una Cuba que resiste y crea. Entre otras ideas, expresó sobre el 2022: “Creo que es un año que habrá que recordar por la intensidad que tuvieron, en los fines de semana, las acciones sistemáticas en todo el mundo en contra del bloqueo”.
Fue esa, apuntó, una manera nueva, más fresca de combate. Y en otro punto del encuentro el mandatario describió al mundo actual, ese escenario cambiante al que la diplomacia cubana debe atemperarse permanentemente para no perder la efectividad en cada labor.
El bloqueo imperial –que alcanza los niveles del genocidio de Estado– ocupó gran parte de los análisis de la reunión de balance. A propósito del tema, el presidente cubano afirmó que si algún pasaje evidencia bien “la brutalidad y la crueldad” de ese castigo, es justamente el de la COVID-19, cuando la Isla sufrió negación de medicamentos, de vacunas y de oxígeno, así como la persecución a “las compañías que podían vendernos los ventilares pulmonares”.
Díaz-Canel hizo énfasis en la importancia de proponernos salir adelante y triunfar a pesar del bloqueo recrudecido, y hacerlo con resistencia creativa; e hizo hincapié en dar la batalla porque Cuba sea quitada de la lista de países patrocinadores del terrorismo. Sobre esto último, señaló que muchos no relacionan esa injusta medida, impuesta por Trump, con el daño real que implica para el país, pues tal inclusión “nos cortó toda relación con el sistema bancario y financiero a nivel mundial”.
De trabajar con todos los países y en todos los espacios posibles; de ser proactivos; de mantener el prestigio, la coherencia y la firmeza que ostenta la diplomacia cubana habló también el mandatario, quien no pasó por alto la necesidad de tener presente que la batalla económica nuestra es crucial, y es ahí donde la diplomacia de la Isla, junto a otros muchos protagonistas, debe incursionar en caminos innovadores.
Sobre un frente que el mandatario denominó “la diplomacia de la solidaridad”, Díaz-Canel recordó que tal atributo “nos distingue”, y que como tal merece ser cultivado, día a día y con suma atención.
Por todas las ideas que fueron desarrolladas y compartidas en el encuentro, el mandatario expresó: “Estamos convencidos de que el 2023 tiene que ser un año mejor”.
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