“Me dijo el jefe del proyecto que ahora viene tu prueba de fuego: realizarás el mural en un día. Casi me desmayo porque en República Dominicana el sol es fuerte. Pero, me tomé dos refrescos seguidos y lo logré”, cuenta Omar Julio Fernández Galí —Cuti para todo el mundo—, ya de vuelta al Taller de Artes Gráficas de Sancti Spíritus.
Aún conserva en su memoria el olor a pintura fresca que se impregnó en un fragmento de pared de la localidad de Ojo de Agua, perteneciente a la provincia de Hermanas Mirabal, donde existe un proyecto de hermanamiento con Sancti Spíritus. Hasta allí llegaron por 13 días el reconocido artista yayabero y el saxofonista José Hernández para compartir saberes con estudiantes y creadores.
“Como parte de esos vínculos que incluyen a otros sectores de nuestra sociedad pidieron a un artista visual para realizar un mural. Hicieron aquí una convocatoria. Entregué cinco proyectos y, para mi suerte, me escogieron entre todos los aspirantes”.
Ojo de Agua, la localidad dominicana a donde llegó la representación cultural espirituana, se le conoce como la ciudad de los murales por chocar de frente con una obra de ese tipo prácticamente en cada esquina.
“Para muchas personas sigue siendo Sancti Spíritus la ciudad de Cuba reconocida también con ese título. Pero, no resulta secreto que nos hemos quedado detrás en eso, principalmente por la falta de recursos. Estamos acostumbrados a hacerlos en colectivo y con la utilización de albañiles. De ahí que cuando me dijeron que tenía solo un día me puse un poco tenso.
“Y es que solo al llegar a nuestro destino conocimos que trabajaríamos además en el campamento de verano que reunía estudiantes de las escuelas Hermanas Mirabal y de bellas artes, así como del Liceo Científico Dr. Miguel Canela Lázaro. Asumimos el reto de impartir talleres de artes plásticas, en mi caso, y de música, José. Como todo profesional cubano demostramos estar preparados. Fueron días intensos, de nueve de la mañana a tres de la tarde con ejercicios diversos, según los objetivos que queríamos lograr.
“Con la ayuda de las tecnologías, los profesores y estudiantes dominicanos pudimos hacerlo. Sí nos percatamos de que admiraron nuestra metodología, pues allá cuentan con muchos recursos, pero no imparten los talleres como nosotros. En poco tiempo logramos resultados inimaginados”.
Vuelve Cuti a abrir los ojos de asombro al rememorar al grupo de educandos que dominan instrumentos de viento, pero desconocen cómo se lee una partitura. Sin embargo, el músico espirituano que le acompañó logró que dominaran alrededor de cinco piezas que deleitaron a quienes disfrutaron de sus interpretaciones.
“Nos visitaron la Ministra de Cultura, la directora nacional de bellas artes y otros directivos. Se quedaron sorprendidos de lo obtenido en 13 días de trabajo. Luego, conocimos que desde la capital de República Dominicana habían convocado a esos niños para que fueran a un taller”.
Similares muestras de admiración recibió el penúltimo día de su estancia al colocar el color que dio el acabado al único mural que hasta el momento bajo una firma espirituana se exhibe en una de las calles de Ojo de Agua.
“En esa localidad las arterias son galerías. Es una cosa impresionante. Fueron horas y horas bajo el sol, pero cumplí con mi encargo de dejar mis trazos en uno de sus muros. Ahora quieren venir hasta acá para en expresión de hermanamiento regalarnos un mural. Por ello, estamos buscando el espacio idóneo.
“Igualmente, desean conocer sobre lo que hacemos en el Taller de Artes Gráficas de Sancti Spíritus, ya con 15 años, porque en esa localidad en donde permanecimos no se conoce mucho sobre la técnica del grabado. Esa interrelación entre la cultura de aquí y la de allá resulta esencial para estrechar lazos que solidifican los vínculos entre ambas naciones”.
Vuelve así el arte a tomar la palabra, sin creer en distancias geográficas ni modos de vida. Demostró su fuerza y poder para estrechar en un mismo latir anhelos y aspiraciones de dos culturas hermanadas.
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