La designación del Comandante Faustino Pérez Hernández como primer secretario del Partido Comunista en la región de Sancti Spíritus (1969-1972) por el líder de la Revolución Fidel Castro constituyó uno de los acontecimientos de mayor trascendencia para el desarrollo integral de esta parte de la antigua provincia de Las Villas.
Hasta nuestros días llegan sus recuerdos, sus huellas en el desarrollo socioeconómico y humano, cuando la juventud fue protagonista en la ejecución de los principales planes centrados en el desarrollo arrocero e hidráulico, así como el mejoramiento de las comunidades, vías de comunicación y la calidad de vida de los espirituanos.
A esto se unían el quehacer intelectual, el fortalecimiento de los grupos de aficionados, el apoyo a la labor creativa de compositores, pintores y artistas de las diversas manifestaciones, sin dejar de pensar y llevar a vías de hecho un medio informativo para trasladar a la población el diario bregar, compromisos y alertas ante las malas actitudes e incumplimientos.
El médico, político y embajador llegó a la tierra del Yayabo enfundado en su uniforme verde olivo con sus grados de Comandante de la Revolución; su sentido de austeridad y de sacrificio estaba presente como en los días de combate del Movimiento 26 de Julio. A su lado se aprendía, inspiraba confianza para cumplir con cada tarea.
Tuve el honor de ser el periodista propuesto por Ernesto Vera, entonces presidente de la Unión de Periodistas de Cuba, para acompañar a Faustino en la inmensa tarea de crear un tabloide que llevó por nombre Sancti Spíritus.
Llegué a este territorio con el espíritu emprendedor de lo experimentado en Juventud Rebelde y como editor del boletín de un contingente de apoyo a la agricultura de la juventud de La Habana; lo demás estaba por hacer.
La primera conversación sobre sus objetivos editoriales fue en un local adjunto al Puesto de Mando de la Agricultura en la Carretera de El Jíbaro. Allí vivía con su familia, deseaba estar cerca de sus tareas, tocando las cosas, viéndolas, decía.
Me explicó que la prensa era un motor impulsor, la población debía saber y conocer las tareas, su cumplimiento como una hoja de ruta hacia dónde íbamos y cómo se hacía. Nos habló de los tiempos de la lucha revolucionaria y de la importancia de la divulgación, hasta llegar a preguntarme por mi disposición, cómo lograr el personal y su iniciativa de que el tabloide se llamara Sancti Spíritus.
Nunca se lo dije, pero no teníamos nada, ni local, ni impresora; sí muchas ideas, decisión y empeño para cumplir el compromiso hecho con Vera. Ese encuentro fue un miércoles y me convocó nuevamente para el sábado en la mañana.
Tuve un encuentro con Carrillo, el primer fiscal joven de la Revolución triunfante, ahora ideológico del Partido, y el capitán del Ejército Rebelde Roger González, quien trabajaba con él, corresponsal de Prensa Latina durante la guerra en Vietnam; ambos me apoyaron y me alertaron: “Cumple con Faustino”.
Fui a ver a José Camellón, corresponsal de Vanguardia, quien sabía de la iniciativa y lo acabé de comprometer en el proyecto.
Ambos tuvimos ya el primer encuentro como equipo —hasta ese momento de dos— con Faustino, se le presentó el proyecto del tabloide: Sancti Spíritus.
Fue un encuentro organizativo se habló de las páginas (12 o 16 con ediciones especiales dedicadas al 26 de Julio y el Primero de Mayo) y su contenido, las labores agrícolas, la zafra, las tareas ideológicas, el desarrollo social, cultural, deben marcar pautas y sugirió la sección Una buena y una mala, para elogiar y alertar cuando las cosas no iban por el camino trazado.
Y me dijo: “Raúl, tienes la responsabilidad de todo lo que se publique, la selección de las fotos y lo relacionado con la edición. Lo único que reviso es lo que yo escriba”. Se tirarían unos 500 ejemplares para los centros de trabajo y el Partido, aunque en su trayectoria y por razones técnicas cambió tres veces de formato.
Los colaboradores crecieron: llegaron Juan Chongo Leiva, que se formaba como periodista en La Habana; Ernesto Díaz, profesor de Secundaria Básica; Pedro Pérez Madrigal, el más entusiasta, y, de pasada, Osvaldo Rodríguez y otros compañeros.
Así conocimos las labores de imprenta. La edición se preparaba en los talleres de La Venus, en la calle Céspedes de la ciudad Monumento Nacional.
Allí era una familia de jóvenes y viejos impresores, de los chivaletes se sacaba letra por letra para componer líneas y así llegar a conformar una página; era una obra de arte cada tirada. La persona más distinguida por sus relaciones era Juan Ruch, quien a cada problema le daba una solución junto al administrador.
Para Faustino, cada salida de Sancti Spíritus era un nuevo acontecimiento, un taller de aprendizaje. Cada semana a Camellón y a mí nos veía en su casa-oficina los sábados o los domingos por las mañanas; nos ofrecía una proyección de temas para el tabloide, vivía enamorado de la obra de la Revolución.
En estas líneas hemos tratado de dejar para la historia cómo el tabloide Sancti Spíritus, fundado por el Comandante Faustino Pérez en los primeros años de la década del 70 del pasado siglo, fue el embrión de nuestro periódico Escambray, en la actualidad uno de los más destacados de Cuba.
También creó el programa Todo problema si no tiene solución tiene una explicación, en Radio Sancti Spíritus, donde compareció en varias ocasiones y convocaba a otros dirigentes. Era un encuentro con los radioyentes y los presentes en el estudio, una rendición de cuenta pública, se atendían quejas y también se informaba; un programa de gran impacto en la población.
En 1974 volvimos a estar con Faustino, en esta ocasión en Bulgaria cuando era embajador —cumplía una misión de la UPEC y el Partido—. Allí recordamos sus tiempos por la tierra del Yayabo y, sobre la labor de aquel pequeño grupo de hacedores de periodismo por llevar a vías de hecho su proyecto de tabloide Sancti Spíritus, expresó: “Fue una hazaña en esos tiempos”. En Faustino existía una visión muy clara del aporte de la prensa, el cual consideraba fundamental en el desarrollo político, económico, social y cultural, útil para cualquier tarea que se realice.
(Escrito por Raúl I. García Álcarez)
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