Quizás porque lo de la estirpe no se puede negar, esta morena elegante, de hablar pausado y verbo claro, asume una especie de cuéntame tu vida con el mismo arresto y los bríos que la condujeron a tomar las riendas de la Circunscripción No. 19 y la vicepresidencia de la Asamblea del Poder Popular en el municipio de Sancti Spíritus.
Bárbara de los Milagros Mínguez Amézaga no puede ocultar la sonrisa cuando su apellido saca a relucir la historia del esclavo que bajo las órdenes de Serafín Sánchez se convirtió en comandante mambí, aprendió a leer y a escribir en la manigua enseñado por su jefe y desde hace décadas acompaña al prócer espirituano en la plaza que lleva su nombre.
Explica el parentesco que data de varias generaciones, pero que aún distingue el espíritu y humildad de una familia de obreros, que supo inculcarle el amor por lo que se aprende en los libros y de la gente, la sencillez y el respeto por sus semejantes.
Con una locuacidad impresionante y el verbo heredado de una profesión que todavía extraña, desanda el salto que llevó del magisterio al Poder Popular a la licenciada en Química y máster en Ciencias de la Educación.
“La preparación que tiene el maestro y el hecho de haber dirigido la Enseñanza Técnica y Profesional y la de Adultos en el municipio de Sancti Spíritus hace que una se prepare constantemente, pero eso está muy lejos de lo que exige la labor de gobierno, donde la dinámica te obliga a prepararte todo el tiempo y, aunque no dirigimos la Administración, la controlamos, por lo que debemos conocer y estar al día de todos los temas. No te niego que en los inicios fue duro, y en ocasiones me sentí acorralada, pero aprendí de todos y ha sido una escuela trabajar al lado de personas como Alexis Lorente Jiménez, el presidente del municipio, que tiene unos conocimientos y preparación extraclases.
¿Qué es más difícil para Bárbara: ser delegada o vicepresidenta del órgano local de Gobierno?
“Esa dualidad es complicada porque las personas creen que porque estás en esa posición todo lo puedes, sin pensar que yo me debo al pueblo y no solo a mi barrio, pero es una labor bonita que diariamente te impone un reto. Ser delegada de base es una gran escuela, te enseña las interioridades de las personas, tocas de cerca sus problemas y los sientes como tuyos. Nunca pensé trabajar en el Poder Popular y tampoco ser la vicepresidenta del Gobierno en el mayor de los municipios espirituanos; muchísimo menos que se me tuviera en cuenta para ser candidata a diputada al Parlamento, algo que siempre vi muy lejos de mi persona porque sé de muchos coterráneos con cualidades y méritos que también se lo merecen”.
¿Qué se lleva de ese diálogo con el pueblo y de los criterios que emiten los electores en los intercambios que tienen lugar con los candidatos?
“Tengo la mochila llena de muchas experiencias, criterios válidos que han enriquecido mi forma de ver las cosas, sobre todo en el sector empresarial, en centros como Frutas Selectas o la Empresa Porcina, donde no es lo mismo saber de su economía que tocar lo que hacen, ver in situ cómo, en medio de tantas limitaciones, apuestan por el desarrollo del territorio. A todos esos sitios, escuelas, comunidades… hemos ido a escuchar criterios y verdades de espirituanos dichas sin tapujos y que, al mismo tiempo, han expresado su confianza en nosotros. La preparación lo es todo para quien representa al pueblo, conocer, saber lo que piensan los electores para poder trasmitir el sentir de los espirituanos y sus problemas en ese escenario tan importante que es la Asamblea Nacional. Todos los días se aprende”.
El hecho de ser candidata a diputada, reitera Bárbara, es un compromiso del que nunca se creyó merecedora, por eso agradece en quienes confían en sus méritos y cualidades, el respeto de la gente y a un sistema electoral tan democrático, que ella negra, sencilla y humilde, y tan de pueblo, pueda tener un escaño en el Parlamento cubano.
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