Se graduó de bachiller hace apenas unos días y ya piensa cómo será la nueva etapa que se aproxima. Con dos centroamericanos en el expediente, Diego Armando Martínez Ramírezculmina una de las etapas más apasionantes de su vida. Aunque un mundo de formulaciones lo espera, dice, extrañará al IPVCE, su segunda casa, donde comprendió que la ciencia del cambio era su devoción.
¿Cómo llegaste al mundo de los concursos?
“Fue la Química quien llegó a mí en noveno, cuando conocí a Agustín Placencia en la preparación de las pruebas de ingreso al IPVCE. En aquel momento no entendía por qué Agustín me ponía temarios tan fuertes. Veía que avanzaba y me exigía más. Antes de darme cuenta ya estaba en el concurso nacional”.
¿No concursaste en décimo grado?
“En décimo no hubo nacionales por la covid, pero en onceno sí. Tantos meses de preparación no evitaron que fuera muy nervioso. Nunca esperé alcanzar la presea de plata y el quinto puesto: solo llegar ya era un logro”.
Diego confiesa que lo embulló mucho ir a la preselección, esa es la palabra que utiliza. “Si estoy aquí, entonces tengo que ganar”. No obstante, como explica el refrán, del dicho al hecho siempre habita un gran trecho.
“Tras un mes en La Habana hice las pruebas selectivas y clasifiqué para las Olimpiadas Centroamericanas de Química. ¡Tampoco lo podía creer! Fuimos, como representación de Cuba, un estudiante de Artemisa, uno de Santiago, otro de Villa Clara y yo. Mi sorpresa fue abismal cuando alcancé la medalla de plata. Y yo que pensaba que participar era ya el mejor premio”.
Al regreso, comenzó a prepararse para la nueva edición y a ayudar a los chicos de nuevo ingreso. Tras intensas jornadas de estudio, repasos y exámenes por fin llegó la fecha del último concurso nacional que haría desde la Enseñanza Preuniversitaria. “Ocurrió en marzo y logré el cuarto lugar con medalla de oro.
“Después de dos meses de preselección represento una vez más a mi IPVCE y a Cuba en el certamen olímpico centroamericano que sesionará en El Salvador entre el 1 y el 7 de septiembre. Me acompañan otro estudiante del IPVCE Eusebio Olivera, uno de Villa Clara y otro de Las Tunas”.
A la hora de enfrentarse a los concursos, revela, siempre afloran dudas. “Uno nunca está lo suficientemente seguro”. Recuerda cuando regresó a las aulas luego de la pandemia y apenas llevaba un mes en la escuela. “La materia que casi me derriba fue la Electroquímica. Ahora que llevo bastante tiempo la domino más”.
Pide dos minutos para agradecer a quienes han sido, en gran medida, responsables de sus preseas. “Mi entrenador Agustín, tiene mucho mérito. En la preselección nos prepararon dos profesores de la Universidad de La Habana: Gerardo, que fue a una preselección anterior y Rafael Rodríguez, de Matanzas, que también fue un concursante olímpico”.
Diego Armando piensa que hay pocas experiencias vitales tan exigentes como concursar. El nivel de conocimientos y la concentración que exige, la capacidad de discernimiento y cómo aumenta la memoria, el procesamiento, la atención y el foco hacen que sea, de alguna forma, un arte.
“Los concursos enseñan a estudiar y emplear sabiamente el tiempo. Gracias a ellos sé que estudiare Radioquímica, una carrera muy cercana a la Química, pero también a la Matemática y la Física. A los nuevos, avancen, estudien y no se rindan porque nada en el mundo supera la satisfacción de aprender y ser valorado por ello”.
Muchísimas felicidades para esos jóvenes campeones, especialmente a Dieguito cómo le decimos los que lo.vimos nacer y ahora hecho ya un hombre y un campeón l. Felicidades a todos y a Diego en especial.
Para sus padres y familiares que también con su desvelo y esfuerzo han ayudado.
Muchas felicidades para ese gran joven que con su talento, entrega y amor pasional por la Química ha logrado tan brillantes resultados
Agustín gran profesor y gran persona.
Muchas felicidades por tanto esfuerzo y resultados!!