A los 75 años, Ortelio Hernández García retoza con su edad; la mañana que Escambray lo visitó no tuvo apuro para contar su historia. Ni con la emboscada periodística avisada, a pleno sol y en medio del tizne de la caña quemada, el operador puso la entrevista por delante del corte. Cada vez que la máquina llegaba a la guardarraya, hacia señas con la mano, como si quisiera decir: “En la otra vuelta me bajo”. La pausa a la KTP llegó cuando el estómago le recordó que era la hora del almuerzo. “Y no te demores —me alertó el jefe de pelotón— porque coge un bocado, y se trepa a picar caña otra vez”.
—Disculpe la demora, periodista, pero en la zafra un minuto perdido son horas que le restan a la tarea de corte.
No tuve palabras para ripostar tamaña afirmación; solo insistí en conocer su historia como operador. Apenas empezó el dialogo, advertí su franqueza, buen carácter y jovialidad. Como si para él la vida hubiese sido un carnaval, dice sin asomo de alarde: “Me han pasado por arriba 48 zafras, digo, en combinadas, pero antes estuve seis en una alzadora en Guayos”.
¡Más de medio siglo!, le apunto. Se ríe, voltea el cuerpo, y empieza a quitar rastros de maleza a la máquina. Lo hace con tal cuidado que hasta pareciera no querer dañar esa mole de hierro que se revela gigante a su lado. Como operador integra el pelotón de corte mecanizado 11 de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Primero de Enero, en Neiva, Cabaiguán, y perteneciente a la Empresa Agroindustrial Azucarera Melanio Hernández.
¿Cómo aguanta el ritmo de la zafra a los 75 años?
Muchos a mi edad ya están sentados en los portales, pero aquí me ve, con salud y trabajando; a lo mejor esta es la última zafra, es que ya pesan los años; lo que te aseguro que todavía pico mucha caña, corto lo que la KTP me deje, y depende que esté bien el transporte. Este pelotón tiene algo muy bueno: los mecánicos se preocupan mucho por las combinadas.
Lo otro que decide es la constancia arriba de la máquina y que el equipo responda. Ahora, en verdad que yo paro poco; usted mismo se metió más de una hora esperándome en la guardarraya, yo no sabía que era tan importante. Lo mío es tirar caña pa’rriba de la vasija; si hay un poquito de refresco me lo traen, o agua; pero cuando me trepo en la KTP no bajo fácil.
Parar, parar, solo para el almuerzo, porque si hay un camión esperando, soltando la bandeja vuelvo al campo. La zafra es así, una guerra contra el tiempo y el central esperando caña.
Esta es una zafra brava, no hay piezas, valgan esos mecánicos del pelotón que son magos remendando y me tienen la KTP lista siempre. Aquí se rompe la combinada y enseguida todo el mundo le cae arriba y se lucha cada viaje de caña para el ingenio; ahí está el sustento de nosotros. Lo otro es guapear y no cogerle miedo ni a la picapica.
¿Nunca se interesó por otro oficio?
Desde que empecé en la granja de joven me arrimé al cañaveral, luego me enteré de que había un curso de alzadoras, pregunté: ¿qué es eso? “Una máquina que alza caña”, me dijeron, y estuve seis años alzando caña; luego me vieron para que pasara el curso de las combinadas, y es lo que he hecho el resto de mi vida. ¿Que si me picó duro la KTP? La picada va por 48 años.
En esta máquina estoy desde 1988, tiene 35 años. La cuido, siempre me verás arriba de ella. ¡Cómo no la voy a querer, si esto me ha dado la vida!; es como una novia pública que tengo. No, la mujer no se pone celosa, pero es verdad que paso más tiempo con la combinada que con ella. A veces cuando llego a la casa por la noche me dice: “Eh, ¿por qué no te quedas allá?”. Y le digo: ¡Qué va vieja!, aunque sea tengo que venir a bañarme y verte.
Otras veces, cuando llego encendi’o con la pica pica, me dice: “Tú no querías zafra?, pues coge zafra”. Ya al rato que uno se baña, se acaba la picazón, se le olvida a uno eso, y por la madrugada, arranco para acá otra vez.
Esto terminó gustándome, es lo que aprendí, pero la zafra sí lleva mucho sacrificio y hay que trabajar, no es de venir por un rato e irse; es todos los días, y la tarea de corte arriba de uno y del pelotón. Hay que tener resistencia y mucha salud; bueno el compromiso está desde que me trepé en la combinada.
¿Por qué tanto apego a la combinada?
Me siento útil arriba de la combinada, la tengo, como se dice, domada a mi manera; estoy trabajando, dando productividad, me da mi vida y yo le aporto al país. Si la zafra del central Melanio Hernández depende de mí, váyase tranquilo, que voy a picar toda la caña que me pongan delante, conmigo la molida y el plan de azúcar están asegurados; lo que pasa es que la zafra es una obra colectiva, de mucha entrega, constancia y recursos.
Desconozco si quede por ahí otro operador de tantos años, a veces hasta me asombro de llevar tanto tiempo; no sé cuándo podré divorciarme de la máquina, ni si hago la otra zafra; dependerá de mi salud y de que logre convencer a mi mujer para treparme otra vez a la combinada.
Hago lo que me corresponde, si soy ejemplo para los que vienen atrás es porque trabajo sin mirar el reloj; nunca he buscado la publicidad porque creo que no he hecho nada importante, solo hacer zafra desde el oficio que escogí. Te aseguro que soy feliz arriba de la combinada picando caña, aunque esté la picapica; aquí ha estado mi vida.
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