Los precios, en la vida real, son de otra galaxia. Gravitan por encima de todo: los salarios, las chequeras, el valor adquisitivo de las personas, los topes, las leyes… En la estratosfera donde están se han ido entronizando según los fije la oferta del mejor postor sin importar las leyes del mercado, las fichas de costo, los márgenes comerciales y se han vuelto inaccesibles para la mayoría de los ciudadanos.
Lo único que parece estar calculado milimétricamente es una ecuación: nunca pierden los que siempre salen ganando. Y no debería ser esa la única solución posible. Coincidamos también en otra respuesta: los precios hoy son pura ciencia ficción y lo más preocupante es que hasta ahora no parece que nadie pueda volverlos a la realidad.
Porque cuando usted se para delante de cualquier tarima o frente a uno de los tantos portales, donde se vende lo mismo un paquete de papel sanitario que un par de chancletas, tiene la sensación de que se halla en un universo paralelo: un chupa-chupa, 90 pesos; una lata pequeña de pasta de tomate, 500; un paquete de sorbetos, 600; un queque, 25; una libra de malanga blanca, 80; una cabeza de ajo, 20; una libra de carne de puerco —si la consigue y puede ser más cara—, 380; una máquina de Cabaiguán a Fomento, 150… Hay que abstraerse, de veras.
La lista podría ser infinita, acaso porque al infinito tienden los precios. De lo contrario, ¿cómo entender que lo mismo que hoy se cotizaba a un valor mañana se triplique? ¿Cómo evitar que todos los que comercializan productos sean (re)vendedores? ¿Cómo ponerles frenos?
Y las preguntas parecen estrellarse también contra las mismas respuestas. El muro infranqueable de las tarifas cotidianas se ha ido levantando con la arcilla de una inflación galopante que nos derriba. Se han ido cimentando sobre una de las escaseces más áridas de los últimos tiempos y con la dureza de un mercado donde, lo admitamos o no, los precios los va fijando el valor en el que informalmente se cotizan las divisas extranjeras.
Acaso porque la mayoría de los productos que se venden en los establecimientos particulares son importados. Quien los revende entonces para fijar sus precios, primero saca cuentas del monto al que compró los dólares o los euros, el costo del pasaje, lo que invirtió en la mercancía, lo que pagó a los mulos que llevó consigo y hasta lo que le cobró el carro por transportarlo desde el aeropuerto hasta su casa. Y tengámoslo claro: nadie hace negocios para tener pérdidas.
La primera ganancia la aseguran de antemano: la demanda está garantizada, porque en ningún establecimiento estatal se comercializan ni confituras ni ninguno de los productos que importan. Es ese desabastecimiento estatal la primerísima causa de estas y otras consecuencias.
Y sí, de vez en vez, galletas, sorbetos, refrescos u otras golosinas se han vendido en la red de tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC) y, aunque se ha regulado su expendio por persona —para que lo poco toque a más—, nadie ha evitado que lo que muchas veces no alcanza en horas esté al por mayor en cualquier vidriera particular. Los consabidos tentáculos del cambalache.
Se ha ido tergiversando todo, al punto de que hoy la mayoría de los que comercializan son revendedores. A gran escala podrían encontrarse las mipymes, pues con la prerrogativa de importar al por mayor artículos varios, del mismo modo se han convertido en proveedores de negocios locales que terminan subiendo el precio de los productos adquiridos para luego comercializar.
Las mipymes no se han revertido totalmente en lo que conceptualmente las definía: actores económicos con personalidad jurídica, enfocados al desarrollo de la producción de bienes y la prestación de servicios. El camino ha distorsionado los conceptos… y los destinos, aunque no en todos los casos ni en todo momento, para no pecar de absolutos.
De las 324 pequeñas empresas de este tipo existentes en Cuba que rezan en una lista divulgada por el Ministerio de Economía y Planificación, varias se dedican a la prestación de servicios gastronómicos y pocas —solo una en Cabaiguán—, a tales fines en Sancti Spíritus.
En la mayoría lo que se importa hoy se revende mañana. Es una práctica entronizada no solo en los establecimientos particulares, los locales estatales que han tenido que buscar ingresos tras la descentralización de sus facultades también han pecado de excesos: en las tarifas excesivas se han respaldado desde las ineficiencias hasta las utilidades de los trabajadores.
De ahí que se pueda vender en cualquier Mercado Ideal un pomo de refresco de 400 mililitros en 190 pesos; una frazada de piso en 250; o una goma de borrar en Artex en 70…
Que la autogestión o los encadenamientos productivos sean una forma de generar ingresos y, a su vez, un modo de que tales establecimientos estatales tengan ofertas, tampoco pueden ser la vía para que paguen los consumidores.
Desde los gobiernos locales hasta la dirección del país se ha examinado con lupa en más de una ocasión la elevación de los precios, una de las mayores insatisfacciones y preocupaciones de la población hoy. Lo ha reiterado análisis tras análisis el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien en una de sus intervenciones en la Asamblea Nacional, en diciembre del pasado año, reflexionaba acerca de la necesidad de fortalecer el desarrollo local, incrementar las producciones y revertir los altos precios en medio de un escenario de crisis económica internacional.
En esa misma sesión Alejandro Gil, ministro de Economía y Planificación, compartía una verdad como un templo: “La situación de los precios no se resolverá con normativas centralizadas, sino que implica una evaluación en la base, en el lugar donde se forman los precios, partiendo de la concepción de que las empresas estatales no funcionan bajo las lógicas de la economía de mercado. Se trata de un escenario de escasez de oferta y crecimiento de la demanda. Las empresas están para satisfacer las necesidades del pueblo, en un escenario donde no pierdan, pero tampoco se enriquezcan”.
Ha sido una batalla campal de todos, pero aún estamos lejos de la victoria. Aunque a fines de diciembre pasado en Escambray se informaba que se habían impuesto más de 38 000 multas y la mayoría de ellas por tarifas abusivas o especulativas, ni tal sanción les ha logrado poner el cascabel a los precios.
Y la experiencia también va diciendo que cuando se les ha puesto topes en verdad ha sido un verdadero bumerán: o se violan las tarifas impuestas o se pierden los productos.
Habrá que intentar buscar de una vez por todas un equilibrio porque la balanza no puede seguir inclinándose a favor de que cada quien ponga a su antojo el costo que quiera por los productos que vende. Lo que resulta tan inadmisible como impagable es que los precios sigan en la estratosfera y los ciudadanos, cual simples mortales, penando en la tierra.
No tengo soluciones,y x eso no estoy en posición de tomar decisiones. Pero creo q si algunos de los q están dirigiendo tampoco tienen soluciones y x tanto sobran. Quizás deberían dar paso a nuevas ideas q tiendan a q en nuestro país se produzca y se trabaje con eficiencia q es el único modo de eliminar la inflación. Los dirigentes no pueden estar x encina de la ley popular y ser inmunes ante errores y equivocaciones. Si cuba fuera una empresa parte de su consejo de dirección estaría expulsado sancionado o quizás bajo investigacion
El laberinto de los precios es un remedo paródico del mitológico laberinto de Creta: en el nuestro, están perdidas las Ariadnas (seres encarnados de compradoras y compradores), las cuales, asechadas por la manada de minotauros (encarnación de revendedores), no tienen hilo de guía para escapar del tenebroso túnel, ni tampoco son socorridas por el héroe Teseo: los tiempos las condenan a vagar secula seculorum por los pasadizos del caro laberinto, sin esperanzas de pronto rescate.
¡Quizás Hércules se digne en emprender esta decimotercera tarea emancipadora!
Pero, ¿cuándo?
En total acuerdo con usted. Así pensaba Che y nuestro Comandante en Jefe. Nada que ver con lo que está ocurriendo referente a las decisiones para dar frente a esta Inflación Galopante a la que nos han sometido. Ningún economista sería capaz de introducir reordenamiento monetario en presencia de una crisis económica global. Pero el agente responsable es inmune. Parece que el Sol es verde porque es su palabra, aunque en verdad se aprecie amarillo.
Dayamí, como siempre genial!!
Para que seguir dando vueltas a la inflación si nadie le da el frente. Perdimos nuestro cultivo CAÑA que nos queda esperar
He cerrado el Nauta hogar para afinar la puntería y escribir un ¨¨comentario crítico y publicable¨¨ cosa que en el Mundo cubano actual es casi imposible y si los que aprueban siguen los cánones pautados por Michel en el artículo ¨¨Fuego amigo¨¨ quizás hasta el Presidente esté en riesgo de censura alguna vez.
• Es una necesidad que nuestros cuadros de los Gobiernos provinciales y algunos nacionales se lean el libro 4000 AÑOS DE CONTROL
DE PRECIOS Y SALARIOS, disponible fácilmente en la red, para que cesen las ideas peregrinas y monstruosas sobre la solución de la Inflación en Cuba. No digo más.
• Sobre la base anterior es indispensable que el compañero Randy organice una Mesa redonda para que los ¨Entendidos ¨ y sugiero a miembros de la Universidad de la Habana y del poco oído CEEC expliquen con los argumentos económicos que poseen la complejidad del tema. Y digo complejidad y no complicación por las interconexiones de sus componentes.
• Digo lo anterior porque si el Pueblo manifiesta confusión e incomprensión de tal fenómeno en general y después se encuentran decisiones atroces por los Gobiernos provinciales respecto a la Inflación, esto no hace más que reforzar la ignorancia. Basta con leer, como prueba de lo que digo, los comentarios que se hacen a los artículos periodísticos publicados en los medios cubanos.
• Los Periodistas deben contribuir a que el fenómeno no oculte la esencia, a que no se siga pidiendo incrementos de salario, de pensiones, a que se maree la realidad con noticias que no hacen más que enmascarar una falta de producción crónica debido a situaciones externas y a situaciones internas que se arrastran desde hace décadas.
• Es necesario que se cambie la actual concepción de la crítica pues, por ejemplo, en la ANPP no se critica a nadie y parecen sus sesiones públicas más un acto litúrgico que un Foro con obligaciones de resolver los problemas terribles que nos afectan.
• ¿Quién me puede explicar que de las 75 Medidas me falten por conocer 47 después de 8 meses de aprobadas por mis representantes en la ANPP?
• ¿Cuándo el Ministro de la Agricultura va a dar una explicación objetiva del estado de la Agricultura cubana acorde a las noticias que se publican en los medios provinciales pero ordenada de un modo coherente que no deje espacio a especulaciones y pedidos del Pueblo fuera de lugar?
• Los especialistas económicos de alto nivel de adentro y de afuera se refieren a la obsolescencia del Capital de la Empresa cubana y entonces vendemos como un logro que la Textilera de Villa Clara, un gigante de pies de barro e improductivo cuyo objeto de producción no se cumple hace años, produzca gasa y otra cosa.
• Hay que dejar atrás la Politiquería de la que hoy somos objeto y emplear más las enseñanzas de Fidel pues si hubiéramos hecho esto cuando el DERRUMBE estoy seguro que NOS HUBIÉRAMOS DERRUMBADO.
¡Quizás no logré mi intención declarada antes pero la palabra se ha hecho para decir la VERDAD y no para encubrirla!