El lenguaje del amor (+fotos)

Para comunicarse mejor es un proyecto que, desde una escuela en Trinidad, fomenta valores en los alumnos y propicia la inserción de un niño con discapacidad auditiva profunda

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Eriggemny Valdivia es un niño con discapacidad auditiva severa que con el apoyo de sus profesores e intérpretes ha logrado insertarse en la enseñanza general secundaria. (Fotos: Ana Martha Panadés/Escambray).

En el aula de séptimo cuatro de la escuela secundaria Carlos Echenagusía de Trinidad los sonidos del amor derriban todas las barreras, y las palabras —cual palomas blancas— dibujan caprichosas formas en el aire. Atento a cada gesto de las manos de sus intérpretes, Eriggemny Valdivia Rodríguez recibe las clases de Matemática, Español, Historia y del resto de las asignaturas incluidas en el sistema nacional de enseñanza.

Este niño sordo es uno de los alumnos que cursa estudios en escuelas generales del sureño municipio a partir del programa implementado en Cuba y que reconoce los derechos y oportunidades de las personas con necesidades educativas especiales, al tiempo que facilita su inserción social.

La inserción de niños con necesidades especiales en la enseñanza general es un programa que Cuba logra impulsar gracias a la entrega de los docentes y muchas otras personas.

Aunque algo tímido, Eriggemny sonríe y se siente a gusto entre sus nuevos amigos. Ellos no solo aprenden el lenguaje de señas para comunicarse con su compañero; también refuerzan valores que embellecen el alma y conjugan el verbo amar en todos los modos y tiempos.

LAS LUCES DE UN PROYECTO

Al profesor Michel Darias Rondón le gustan los retos. Lo compulsan a superarse día a día, clase a clase. Por ello cuando le propusieron ser el guía del grupo, primero pensó en cómo lograr que este niño con una capacidad auditiva profunda no se sintiera excluido y, a la vez, motivar al resto de los educandos.

A su proyecto lo llamó Para comunicarse mejor e integra a las dos intérpretes que trabajan con el pequeño y a los 45 alumnos, quienes en apenas unos meses han aprendido el lenguaje de señas para unirse en un coro donde interpretan la canción Cuba, qué linda es Cuba. Y mientras los niños cantan y mueven sus manos, se dibujan sonrisas.

Como parte del proyecto, el coro interpreta a través del lenguaje de señas la canción Cuba, qué linda es Cuba.

“Este niño no escucha nada, pero mi objetivo siempre ha sido que se sienta como un alumno más. He tenido que prepararme y ha sido una experiencia maravillosa en lo profesional y en lo humano”, comenta el joven docente con 18 años en el magisterio y excelentes resultados. 

Michel, quien ha dejado una profunda huella en sus alumnos y los padres, sabe que este jovencito demanda sobre todo mucho afecto. “Te lo pide constantemente, cuando llega al aula lo primero que hace es dar los buenos días; siempre estoy pendiente de sus necesidades.”

Eriggemny no escucha los sonidos; no puede hacerlo. Mas, su rostro se ilumina cuando alguno de sus amiguitos se acerca y le habla con el lenguaje de los afectos. Gabriela López Hernández y Patricia Zayas Viera muestran algunas de las habilidades adquiridas gracias a la idea del profe Michel.

“El proyecto es muy interesante porque nos permite conocer sobre este lenguaje de señas y también participar con el coro en varias actividades no solo en la escuela. Es muy bonito ver cómo todos nos aplauden”, cuenta Gabriela, mientras su compañera sueña con ser psicóloga infantil.

El joven docente ha alcanzado importantes reconocimientos y mantiene excelentes relaciones con sus alumnos desde la base del respeto, la confianza y la disciplina.

HABLAR Y ESCUCHAR DESDE LOS AFECTOS

Casi a la hora del receso, Escambray pide permiso a la dirección de la institución educacional y se asoma al aula de séptimo cuatro. En la primera mesa escolar, Eriggemny sigue atento el movimiento de los labios del profesor Michel; a su lado, Nailet Mendoza Rodríguez, intérprete en lengua de señas, escucha las orientaciones del guía del grupo y son sus manos las que hablan con el pequeño. Se requiere de mucha concentración y destreza.

“Es un trabajo difícil, tenemos que prepararnos mucho y prestar atención a la clase para captar los contenidos más importantes y poder transmitirlos a este alumno. De eso dependen sus conocimientos y sus resultados en los exámenes”, explica la joven madre de tres hijos y con una sensibilidad extraordinaria.

“Estos niños tienen características especiales. Son más sensibles, muy apegados a las personas que les rodean, por eso tenemos que ganarnos su confianza y su cariño; no solo en la escuela, sino también fuera. Hay mucha conexión entre nosotros para poder entenderlo y saber cómo piensa”.

Nailet trabaja las asignaturas de ciencia y su compañera, Mairén Susell Toledo, las de humanidades. Ambas reconocen lo mucho que se ha avanzado en Cuba en la atención a niños con necesidades especiales, así como el esfuerzo y la entrega de numerosas personas imprescindibles en la formación para la vida de estos pequeños.

Al graduarse en esa especialidad, la joven intérprete trabajó en el sector de la Salud y desde hace poco comenzó en el centro educacional. “Es una experiencia novedosa y gratificante. Lo considero uno más de mis hijos”, confiesa.

El profesor Michel Darias es el guía del grupo séptimo cuatro, que tiene entre sus alumnos a un niño sordo.

EL MAGISTERIO DE MICHEL

“Comencé hace 18 años como profesor en la escuela Pedro Lantigua y desde entonces me entregué por entero a esta profesión”, revela este joven maestro trinitario, quien recientemente alcanzó la categoría de Docente Especialista y se considera amigo de sus alumnos, pero sin sobrepasar los límites del respeto.

Confianza, cariño y disciplina definen su desempeño, una fórmula que le ha deparado, además de reconocimientos, hondas satisfacciones. “Yo guardo muchos secretos de mis alumnos, algunos incluso que los padres nunca conocieron. La adolescencia resulta una etapa compleja, pero en la que puedes obtener todo lo que te propongas con tus estudiantes.”

Y es el jovencito Eliexandre Sosa Alfaro, quien habla con madurez asombrosa. “Tenemos mucha confianza con el profe. Con él puedo hablar de otros temas; lo veo como un padre. Aprendemos de él y él de nosotros”.

Otro de los propósitos del proyecto —comenta Michel— es inculcar en los estudiantes valores como la solidaridad y el respeto a otras personas, aunque parezcan diferentes. Le regocija saber que puede lograrlo.

En ocasiones se cuestiona el desempeño de algunos docentes, ¿es injusto generalizar?, indaga Escambray

Hay muy buenos maestros en toda Cuba y también en Trinidad. Son muchos los jóvenes que fueron mis alumnos y hoy son excelentes profesionales, obreros, seres humanos. Este proyecto me ha marcado mucho. No me veo fuera del aula ni alejado de las clases. El magisterio es mi vida.     

Ana Martha Panadés

Texto de Ana Martha Panadés
Reportera de Escambray. Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

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