Por el grado de rivalidad, dramatismo, emoción y apoyo popular hay que decirlo con todas las letras: el play off salvó, hasta cierto punto, la Primera Liga Élite del béisbol cubano.
Para remarcarlo, los protagonistas de la finalísima se encargaron de sellar el calendario con un desenlace dramático, a la manera de lo que aspiraría cualquier evento de cualquier deporte.
No conformes con haber estirado el play off hasta el séptimo partido, después de una histórica remontada de Agricultores cuando parecía que se imponía la sorpresa por encima de la lógica, el juego de la definición llegó hasta los extremos del dramatismo: a falta de tres outs para el cierre y con diferencia de tres carreras en contra, Portuarios se rebeló en el noveno para empatar a seis, pero los locales, en el cierre de ese inning, no quisieron arriesgar la suerte y definieron con hit de oro de Osvaldo Abreu para dejar al campo a sus contrarios, todo cuanto se necesita cuando se pide el despliegue de un espectáculo deportivo.
La emotividad había comenzado antes cuando Agricultores con 1-3 en contra y dos derrotas iniciales en sus predios, le pusieron color a la final para hacer lo que no había logrado antes ningún elenco en ninguna postemporada de Serie Nacional u otro en diferentes formatos en el béisbol cubano: ganar tres seguidos para reafirmarse como el mejor equipo de la justa de punta a punta.
Así lograron atraer, sin otros ingredientes que no fuera un béisbol jugado con marca puramente cubana, al público que llenó el graderío tanto del Nelson Fernández, de Mayabeque, como el del Mártires de Barbados de Bayamo, Granma.
Y hay que decir que, por lo visto a través de las transmisiones, ambos elencos tuvieron su público con el corazón repartido en cuatro provincias, que hicieron suyo el espectáculo y se convirtieron en su protagonista al punto de que incluso hubo celebración espontánea en las calles de Bayamo por un equipo de dos capitales.
Lo de la salvación es literal en tanto la finalísima, e incluso antes —en la semifinal— vivieron todo lo que no pudo hacer el calendario regular, sobre todo en la asistencia de público, que será la gran deuda a saldar cuando se repita la Liga en su segunda versión, llamada a buscar resortes identitarios, competitivos, promocionales y de todo tipo para no jugar a gradas vacías.
Fue como si quitaran un evento y pusieran otro, que nada tenía que ver con el anterior. Y en ello también tuvieron mucho que ver los protagonistas directos, pues si bien entre errores propios de competencias de este tipo y un pitcheo que no enseñó sus mejores luces, la final no se jugó con los mejores atributos técnicos, sí se derrochó mucha garra por ambos elencos y deseos de jugar.
Puede ser que pesara el incentivo de que el campeón irá a la Serie del Caribe, pero también, considero, hay un extra en los peloteros enrolados que está por encima, incluso, de ciertas demandas insatisfechas a las que el béisbol, no obstante, deberá prestarles atención.
Los representantes de Las Tunas y Granma fueron los mejores en todo el campeonato. En Agricultores se resumió el poderío ofensivo heredado de ambas selecciones en Series Nacionales y la funcionalidad de un pitcheo que, si bien no es sobresaliente, resuelve sobre el box.
También confluye la capacidad competitiva de dos novenas, protagonistas de varias de las postemporadas de los últimos años y ganadoras de títulos, una de Las Tunas, y sobre todo los cuatro de Granma, elenco que está invicto en igual cantidad de finales.
Para aunar esa fuerza invencible de un equipo que fue campeón casi desde su confección y lideró con holgura toda la fase regular, contaron con Carlos Martí, un hombre que, desde la varita de la humildad, la sapiencia y la paz, tiene ese don para aglutinar y esa vis ganadora que nadie le puede discutir. Solo esas conjunciones explican por qué tiene en sus manos el sexto título como mánager (había ganado una Selectiva), dos de ellos en una misma temporada, algo que solo dos managers cubanos han logrado antes que él, una hazaña que remarca lo inexplicable de porqué no figura en el cuerpo de dirección del equipo Cuba que nos representará en el V Clásico Mundial.
Para Portuarios, las palmas por ser el animador de la Liga, primero porque destrozó pronósticos y remontó su actuación inicial de sotanero para clasificar y luego disponer en semifinales de un Centrales, que parecía superior y luego plantarse en una final que no ganó por la sencilla razón de que tenía delante a Agricultores.
Reitero, el play off salvó la Liga Elite, pero solo en parte. Aunque lo último es lo que se queda, cuando pasen las prioridades que ahora tiene el béisbol cubano ahora mismo (V Clásico Mundial, Serie del Caribe…), toca a todos los actores sentarse de nuevo a la mesa.
Deberán repensar todo cuanto dejó el evento en materia de organización, logística y, sobre todo, motivaciones de los jugadores, varios de los cuales se fueron en medio del evento que debió apelar a reemplazos no tan élites como medida de emergencia.
La Liga tiene que conquistar el graderío no solo desde el color de los uniformes, sino sobre todo desde la disposición de sus protagonistas que no siempre llevaron su evento en la piel, como en sus compases finales.
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