Meses atrás la noticia de no hacer zafra puso al colectivo y al central Uruguay frente al momento más traumático que se recuerde en el coloso de Jatibonico; una pausa productiva inédita y dolorosa que devino ultimátum para el cañaveral, pues, sin obviar la necesaria modernidad que reclama la industria, será una mayor disponibilidad de materia prima lo que incline la balanza para la nueva arrancada.
Frente a un escenario que sacó lágrimas a hombres curtidos y que para todos allí fue casi como vivir el fin del mundo, esos mismos trabajadores no tuvieron más opción que reinventarse la sostenibilidad financiera con otras producciones y servicios para darle empleo a la mayor parte de la fuerza laboral, emprender las reparaciones, conservar el ingenio y, sin depender de su producto líder, lograr que el Uruguay sobreviva a la parálisis azucarera.
Eddy Gil Pérez, director de la Empresa Agroindustrial Azucarera Uruguay, declaró a Escambray que desde el primer momento lo principal fue tratar de mantener la fuerza técnica calificada, cuidar ese capital humano y buscarle las vías de sobrevivir financieramente.
“A raíz de declararse la fábrica paralizada hemos creado 20 colectivos laborales estatales en la empresa que nos han dado resultados, con un sistema de pago de ingresos menos gastos y que casi siempre, después de la utilidad, se reparte en un 80 por ciento para el trabajador y un 20 por ciento para la entidad. Así hemos mantenido las finanzas y a la mayor parte de los compañeros dentro del sector”, explicó.
“Hoy tenemos 284 trabajadores en la fábrica, el 70 por ciento de los 425 que teníamos una vez que terminó la última zafra —precisó Gil Pérez—. El resto de los obreros está vinculado a fincas estatales de alimentos, a unidades productoras cercanas a su zona de residencia, pero el grueso de la masa laboral la empleamos en Jatibonico”, acotó.
“Trabajando directamente en el central tenemos 180 operarios y especialistas, eso ha permitido adelantar las reparaciones por encima del 70 por ciento, y tener más de 100 obreros ubicados en colectivos laborales que se buscan sus ingresos, nos aportan y así podemos pagarles a los que reparan la fábrica”, detalló Gil Pérez.
En el taller de maquinado se concentra una de las fuentes principales para captar ingresos mediante la explotación de los tornos y otras maquinarias en función de prestar diversos servicios a las entidades y la población, entre los que sobresalen la reparación en la provincia de las ruedas de los ferrocarriles y de componentes de turbogeneradores que están inactivos, este último un proyecto de conjunto con la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas.
La reparación de bombas de sistemas de bombeo de agua, de ejes, trabajos de piezas de tornería, de taladro, de fresas y la fabricación de guaraperas, entre otras acciones, engrosan la lista de las prestaciones en que incursiona el taller de maquinado, labores que han devenido fuentes de ingresos para el Uruguay, toda vez que sostiene ingresos mensuales por encima de los 400 000 pesos; de ellos prácticamente la mitad son utilidades.
La revitalización de la fábrica de hielo, la explotación de la carpintería con surtidos para varios destinos, el uso de parte del transporte obrero en funciones de arrendamiento, la reapertura del taller de fundición tras la recuperación del horno, la producción de pinturas, la recuperación del taller de enrollado en vinculación con una mipyme y la utilización de las piscinas del central como centro recreativo en la etapa de verano son otras de las alternativas que se activaron en el Uruguay y que han posibilitado la protección salarial de los trabajadores empleados.
Aunque la parada del central resulta amarga por donde quiera que se le mire, tiene aristas que hasta cierto punto pueden considerarse positivas, porque despertó la capacidad creativa de los directivos, profesionales y trabajadores, a la vez que otros centrales del país apelan al capital humano del coloso jatiboniquense para el montaje o puesta en marcha de componentes tecnológicos, un servicio que también aporta ingresos. De manera que la calidad de la fuerza técnica calificada del ingenio es otra de las fortalezas para que vuelva a moler, producir azúcar y derivados.
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