Elecciones nacionales en Cuba: Mi barrio, mi país (+ tabla)

La alta concurrencia del pueblo espirituano y cubano, en general, a las urnas este 26 de marzo corrobora la vitalidad de la Revolución, a despecho de los vaticinios apocalípticos de quienes añoran por verla ahogada en el Mar Caribe

pleno de la ctc en sancti spiritus eligen a precandidatos a diputados foto ada gonzalez
Ilustración: Martirena

Mi barrio es calco del ajiaco de opiniones escuchadas en cualquier otro barrio del país, que vivió el 26 de marzo una jornada trascendental de elecciones nacionales, cuando resultaron electos los 470 diputados, entre ellos 20 espirituanos, a la Asamblea Nacional del Poder Popular por espacio de cinco años.

Al colegio electoral de mi barrio llegó Olidia Martínez González con el bastón silencioso en su mano derecha para votar. Mi vecina camina medio achacosa; no obstante, disfruta de una memoria digna de celebrar. Cuando los rebeldes andaban de montaña en montaña y los combatientes clandestinos estallaban un petardo aquí y una bomba allá, esta espirituana (mal)vivía en Jesús María, donde pocas viviendas disfrutaban de electricidad y había una sola pluma de agua a no sé cuántos metros a la redonda; en fin, el hambre era pan nuestro de cada día. “Es verdad, hoy tenemos carencias, pero eso no es justificación para no votar”, opina la jubilada de Comercio.

Después de Olidia, ejerció el voto Eliades Eusebio Luis. Pudo hacerlo en su propio hogar, en el sillón que mece sus 90 años. Algo cascarrabias, negó esa posibilidad rotundamente. “No soy un malagradecido”, lo aclaró con todas las letras. Cuando apenas tenía ocho años, ya montaba hornos de carbón con el padre y el racimo de hermanos que eran.

En nuestro colegio emitió el sufragio, además, el trabajador de la División Territorial de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, Yoelvis Díaz Julién, presidente de mi CDR, quien, escaleras arriba y escaleras abajo, verificó la lista de los electores registrados, con la energía de sus veintitantos años. De la forma en que le abrieron la puerta del apartamento y el tono de la voz, el joven deducía si esa persona acudiría o no a las urnas.

Ahora somos menos en el edificio: unos se mudaron dentro de la misma ciudad espirituana, otros migraron de Cuba, en lo esencial, porque la crisis económica nos ha apretado muchísimo el zapato, además de que las familias buscan reunirse. Es un fenómeno mundial; sin embargo, quienes intentan llevar la Revolución al paredón lo politizan a como dé lugar.

En efecto, esos que nos adversan llamaron al abstencionismo en los comicios, o lo mismo, a pasar de largo frente a los colegios electorales, a sabiendas de que en Cuba el voto es libre, o sea, usted lo ejerce si lo desea; contrario a lo instituido en naciones como Australia, Egipto, Argentina y Luxemburgo, donde no asistir a los centros de votación se sanciona con multas de diversas cuantías, ascendentes a 1 000 euros en el caso del país europeo.

A despecho de tanto bombardeo mediático, votaron 6 167 605 cubanos, de un padrón actualizado de 8 129 321, equivalentes al 75.87 por ciento de los inscriptos, a tenor de los resultados oficiales del Consejo Electoral Nacional.

Mientras ello ocurría a nivel de país, Sancti Spíritus sumaba, también, una cifra alentadora: más del 78 por ciento de los electores ejerció el sufragio, cifra superior a la de los comicios municipales del 27 de noviembre último.

Es cierto que estos porcentajes se separan de los reportados en procesos electorales de años precedentes, como el de 2018, cuando participó el 85.65 por ciento de los electores en la elección de los diputados a la IX Legislatura del órgano supremo del poder del Estado.

No se trata de ser conformistas, sino prácticos, realistas. Cuba, como el resto del mundo, vive otro contexto, atravesado por mediaciones económicas, políticas, individuales y tecnológicas; las cuales intervienen en la construcción del consenso a favor de la Revolución y, por tanto, en la actitud de apostar por nuestro sistema político o discrepar de este.

En términos más terrenales: resultó corajuda (para no emplear otra palabra, que sería la adecuada) la decisión del Consejo de Estado de convocar a elecciones nacionales en medio de una inflación de espanto, de los vaivenes de los apagones eléctricos y de la exacerbación del bloqueo estadounidense, política que continúa lealmente su cometido original: asfixiarnos en el plano económico para lograr el estallido y colapso sociales.

De cualquier modo, me permito una comparación, principalmente para quienes han hecho de la cantidad de ciudadanos que desestimó ir a las urnas durante los más recientes comicios, la comidilla en estos días.

El mayor número de participación de votantes en las elecciones presidenciales desde 1900 hasta la fecha, Estados Unidos lo computó en las de noviembre del 2020, cuando concurrió el 66.7 por ciento de los electores, en la porfía por la Casa Blanca entre el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump con un final archiconocido. Por si fuera poco, en los comicios de medio término de noviembre pasado, la cifra de asistentes no rebasó el 50 por ciento de los convocados.

Independientemente de la variable “participación”, la del “voto unido” capitalizó, asimismo, el interés mediático y de la ciudadanía previo y luego de las votaciones para elegir a nuestros representantes en el Parlamento.

Que esta opción de voto (por todos los candidatos propuestos) registrara el 72.10 por ciento en Cuba y en Sancti Spíritus, específicamente, el 73.37 por ciento, según las estadísticas preliminares, revela la comprensión del pueblo de esta estrategia revolucionaria, esgrimida por uno de los arquitectos fundamentales de nuestro sistema electoral, el líder histórico Fidel Castro, defensor, al propio tiempo, de los vínculos de los dirigentes y parlamentarios con la población.

En tal sentido, los resultados de las elecciones del domingo pasado le pusieron un pie forzado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y los restantes órganos gubernamentales, los cuales deberán perfeccionar sus sistemas de trabajo de cara a los electores y a la población, en general.

Los intercambios de los entonces candidatos a diputados en los centros, barrios y comunidades, deberán ser permanentes, no ocasionales; de allí salieron cargados de planteamientos, inquietudes, porque el pueblo confía en sus representantes. Nadie pensará que los parlamentarios sustituirán a las autoridades locales; pero ese acompañamiento sí podría ser mayor y más eficaz.

Esa es la única opción para corresponder así con el voto del pueblo en las urnas el domingo anterior, consideran los vecinos de mi barrio, Olidia, Eliades y Yoelvis, y la sierpense Onoria (Noris) Hernández Valdivia, quien allá, en San Fernando, cedió su vivienda para un colegio electoral, casi a orillas de los arrozales y resguardado de sembradíos de plátanos, mangos y chirimoyas.

Resultados de la votación de diputados al Parlamento cubano en Sancti Spíritus. (Fuente: Consejo Electoral Nacional)
Resultados de la votación de diputados al Parlamento cubano en Sancti Spíritus. (Fuente: Consejo Electoral Nacional)

Enrique Ojito

Texto de Enrique Ojito
Premio Nacional de Periodismo José Martí, por la obra de la vida (2020). Máster en Ciencias de la Comunicación. Ganador de los más importantes concursos periodísticos del país.

Comentario

  1. Bueno según alguien que trabajo en la mesa de elecciones de nuestro barrio de nuestra cuadra votaron alrededor de 6 personas la mayoría por que tienen cargos estatales eso te marca pero bueno al final aparecen como que votaron muchos mas

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