Es el eslabón vital, donde la materia prima que se sudó en el campo, comienza a tomar formas, entre las manos de hombres y mujeres, de jóvenes y experimentados torcedores, un arte que va en la cubanía.
En estos locales el ajetreo es incesante, chavetas y manos hábiles se adueñan de los escenarios y poco a poco, de cada mesa, las vitolas se multiplican hasta abrigarse en frágiles y olorosas cajas de cedro, que llevan los puros hacia varios destinos del mundo.
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