Pareciera que el tiempo le acompaña como el mejor de los aliados. Los siglos le han marcado la existencia y ella, la bella Trinidad de Cuba, se alimenta de esos siglos para presentarse siempre majestuosa.
Le lleva el ímpetu de las tradiciones, de su arquitectura, de su gente, de esa brisa del Caribe que la curte y le energiza la vida.
Visitantes nacionales y foráneos la prefieren como destino turístico, si de arribar al encuentro con un pasado que se presenta esbelto en el presente se trata.
Y ahí está, con los brazos abiertos, para enseñar sus maravillas, que le convierten en un atractivo excepcional.
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