Los he visto recorrer, con sus pantalones cortos (encima de la rodilla), sandalias al pie y sombrero contra el sol, lo mismo el céntrico bulevar, que esas calles cercanas bordadas con piedras de un contén a otro; quedar ensimismados mirando altos ventanales de metal, techos de rojiza teja criolla, tendidos eléctricos que parecen haber sido tejidos más por una araña que por la mano del hombre… y, sobre todo, gastar rollos fotográficos completos, antes, y llenar la memoria digital, ahora, frente a esa Parroquia Mayor que sigue retando y ganándole el combate al tiempo.
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Sabe ese visitante que todo ello sucede. Y también lo perciben así, con sano orgullo, quienes hoy habitan la Villa del Espíritu Santo (Sancti Spíritus), cuarta fundada por los colonizadores españoles, exactamente el 4 de junio de 1514.
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Puro aire colonial. Plazoleta Diego Dorado, conocida como La estatua de Judas. Iglesia Mayor, centro de permanente interés para el visitante. Humilde limpiabotas, a los pies de la Parroquia Mayor.
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Gracias por socializar estas imágenes que, si bien fueron captadas por mi lente, no son de mi propiedad, sino entrañable patrimonio de una ciudad bella, con personas tan bellas como la ciudad misma… o más.