En el patio de la biblioteca Gustavo Izquierdo Tardío, de la ciudad de Trinidad, se reúnen cada jueves. Cargan sus años con nobleza y orgullo mientras sostienen sus pasos lentos, pero firmes. Llegan y nadie se lamenta por sus achaques; es esta la oportunidad del reencuentro.
Son cerca de 50 abuelas —y muy pocos abuelos— que integran la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor en la localidad sureña, donde la iniciativa trasciende como espacio de empoderamiento, inclusión social y participación ciudadana de las personas mayores.
Estar actualizados, poder dialogar, gestionarse conocimientos y seguir realizándose como personas figuran entre las motivaciones que los convocan a este programa de la educación cubana, una modalidad de las llamadas universidades de la tercera edad en el mundo y con el mérito de crear entornos comunitarios amigables e incluyentes para este segmento poblacional.
NUNCA ES TARDE PARA CONOCER
El jueves que Escambray decide registrar las vivencias de estos abuelos devenidos estudiantes, la conferencia se centra en las propiedades de la miel, un alimento nutritivo, saludable y natural producido por las abejas. “Sus efectos benéficos van más allá del uso como edulcorante, pues es rico en sales minerales, vitaminas y proteínas”, explica la profesora Ana Elena Rodríguez Cadalso, licenciada en Ciencias Farmacéuticas y líder del proyecto Botica Remedio del Cimarrón.
“Impartimos temas vinculados con la salud, en particular el uso de la Medicina Natural y Tradicional. En el primer encuentro los invité a identificarnos cada uno con el nombre de una planta. Es muy divertido cuando me llaman profe Salvia, incluso en la calle”.
Susana Rodríguez es una de las abuelas que escuchan atentamente las recomendaciones sobre el empleo de la miel. “Es importante conocer sobre los beneficios de las plantas medicinales y de cómo usar las dosis, porque lo mismo que nos favorece, nos puede ocasionar trastornos, sobre todo en mi caso, que soy diabética”, dice animada por la charla y la oportunidad de socializar con otras personas que comparten expectativas muy parecidas.
Luisa Matamoros Pomares y Arelis Luna son fundadoras de esta iniciativa y, aunque ya rebasan las ocho décadas de vida, no se pierden las clases ni tampoco el resto de las actividades que con mucho entusiasmo se “cocinan” entre todos.
“Hemos intercambiado con adultos mayores de otros municipios y antes de la covid visitamos muchos lugares de Cuba, como las ciudades de Remedios y Camagüey o el Mausoleo del Che, en Santa Clara”, comenta Luisa, la maestra jubilada dispuesta siempre a aprender.
“Tengo 82 años, pero me siento como de 15 —bromea Arelis—. La cátedra es sinónimo de salud, de alegría. Es un entorno muy positivo que te ayuda a vivir”.
A la luz de novedosos conceptos, la educación constituye herramienta fundamental para el logro del denominado envejecimiento saludable, por lo que el programa de la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor define temáticas muy coherentes a tono con las preocupaciones y desafíos de esta etapa.
Módulos sobre el cuidado de la salud, las relaciones intergeneracionales, la psicología, las nuevas legislaciones contenidas en el Código de las Familias, la informática y la bancarización se incluyen en el programa docente de un proyecto que ha resultado asidero espiritual para Isabel Teresa Turiño López, coordinadora de la cátedra trinitaria.
La idea —comenta Makarena (así la conocen todos)— surgió a partir de la universalización y en el municipio tuvo una acogida muy favorable desde el comienzo; prueba de ello es que se mantiene hasta hoy con la mayoría de los abuelos fundadores.
“Es muy gratificante trabajar con el adulto mayor, te sorprende su sabiduría inmensa, su optimismo, sus ganas de vivir… No podemos venir a improvisar; hay que prepararse para cada encuentro”, refiere.
Las políticas de atención al adulto mayor demandan atención permanente en una isla con una población que envejece. Según estadísticas publicadas en medios de prensa, el 20 por ciento de los cubanos tiene hoy 60 años de edad y más. Los espirituanos superamos este listón de longevidad, con 21.8 por ciento.
APRENDER A ENVEJECER
Integrarse a la cátedra tras su jubilación le devolvió a Onilda Rodríguez Gómez los deseos de compartir y vivir. “Asumir la tercera edad, con sus limitaciones y oportunidades, es un proceso complejo que puede ser más llevadero si nos integramos y socializamos. El rato que estamos juntos aquí para mí es una de las mejores medicinas”, cuenta esta abuela por segunda vez en el curso.
Osmaida Rodríguez González es de las fundadoras. “Todos los profesores son maravillosos y los contenidos diversos; desde los cuidados de la salud o la convivencia con la familia, hasta temas relacionados con la historia y las tradiciones de la ciudad. Jubilarme no significó dejar de soñar, de disfrutar de otras actividades que me han dado la posibilidad de sentirme bien”, relata.
Para ser parte de la Cátedra Universitaria no se exige un nivel cultural determinado ni se realizan exámenes; la disposición y la alegría de vivir son las que abren las puertas de esta cofradía donde se ayudan unos a otros, como una familia.
Uno de los pocos hombres incorporados es René Salas. Junto a su esposa, Maricela Toledo, conoció de la idea en el círculo de abuelos y decidieron quedarse aquí también. “A pesar de los años se aprende y es muy saludable desde el punto de vista espiritual”.
Lo confirma Eugenia Josefa Mendoza, quien reside en La Popa, un barrio en las afueras de la ciudad, aunque eso no le impide asistir cada jueves a los encuentros. La acompaña su bastón, saluda y contagia a todos con su risa. “Tengo 83 años, pero pienso llegar a los 120”, expresa y su optimismo convence.
Los cursos se inician el primero de octubre en coincidencia con el Día del Adulto Mayor. Para Fredeslinda González es su primera vez y al contar todas sus vivencias invita a otras personas mayores a ser miembros de este grupo donde sobran los deseos de vivir.
La Cátedra Universitaria de Trinidad, con más de dos décadas y aún en la flor de su juventud, agradece a la Empresa Aldaba y varias institucionales culturales el apoyo para agregar al currículo de estos alumnos experiencias enriquecedoras. Otras entidades y organismos pudieran hacer más por el bienestar emocional de nuestros mayores, patriarcas de blanca cabellera y sabiduría invaluable.
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