Las costumbres obligan a tomar caminos que tienen entre sus fundamentos la medición del tiempo para establecer el orden, el apego a las cantidades para conformar los juicios y el recuerdo de glorias como el mejor motivo de la celebración. El 4 de enero se juntan todos en la memoria de Escambray.
Han pasado 44 años de aquel glorioso momento en que se parió el primer número del periódico. Salido del vientre de una máquina rotativa más vieja que los 63 fundadores, tener acabado su primer número se convirtió en una noble y consagradora obstinación.
Con las desventajas de toda creatura recién nacida, la criatura del diario tuvo su primer suspiro en brazos de la más atrevida enfermera espirituana: Fe Dora Fundora, cuyo propio nombre pareciera una profecía a lo que tuvo que hacer en vida por aquel histórico alumbramiento.
El verde periódico, fiel a su nombre, se empinó glorioso como la cordillera. Del verde al rojo mudó ropajes para lucir altanero los mejores colores de su tiempo. Del papel al éter amplió moradas para cruzar fronteras y universalizar su voz.
En la frente luce orgulloso el sudor de casi cuatro décadas y media de trabajo para un colectivo que ya es otro, poniendo en las manos de su pueblo un producto que también es otro, preñado de historias sin fin.
Los límites de Escambray se fijaron siempre en lo que pueda ser noticia desde los ojos de su gente: la del niño que ríe y del anciano que llora; la del beso de la madre y del infame que atesora; las lágrimas de quien sufre y el goce de una feliz aurora; la de la bomba que mata y la de las manos que forjan.
Una treintena de premios en los Festivales Nacionales de la Prensa Escrita, devenidos después en Festivales Virtuales de la Prensa, han contribuido a perfilar al periódico como un referente dentro del sistema de medios públicos cubanos, en la misma medida que obligan a sus hacedores a repensar constantemente el discurso desde el alma de su pueblo.
Tantos años de herencia y de transformación, de regaños a oscuras o de aplausos al sol, son como una planta que crece, verde en su tallo y roja en la flor, para un proyecto que ha tenido por gloria hablar, gustoso, en boca de su lector.
Feliz aniversario para el colectivo. Día en el que es imposible olvidar a quien lo guió por mucho tiempo con extrema profesionalidad: Borrego. Las gracias a todos por el acompañamiento constante al pueblo espirituano, por la profesionalidad, entrega y grandes valores que transmiten.
Éxitos en lo personal y lo laboral.