La palabra feminismo suele suscitar, cuando menos, desconfianza. En ocasiones, ofende. Por ello se vuelve necesario educar en la materia.
En su libro El patriarcado no existe más, la filósofa argentina Roxana Kreimer demuestra que estos no son precisamente los mejores tiempos para ser varón y expone cifras al respecto porque, como suele manifestar, dato mata relato:
“(…) por cada 100 mujeres universitarias hay solo 61 hombres, por cada 100 hembras que viven en la calle hay 234 varones, por cada 100 mujeres que pierden involuntariamente la vida hay 344 hombres en la misma condición y por cada 100 féminas que mueren en el trabajo, lo hacen 1 118 personas del sexo masculino”, solo por citar algunos ejemplos.
A pesar de ello, Kreimer demuestra la necesidad de orquestar una lucha encarnizada para otorgar derechos e igualdad a quienes en sus cifras son una minoría.
El feminismo, contrario a lo que la etimología de la palabra sugiere, no es el machismo del otro extremo. Este movimiento combate estereotipos arraigados por siglos en la gnosis social.
Un feminismo verdaderamente inclusivo no resta derechos a los hombres, sino coloca en un estatus de igualdad a las mujeres para equiparar, tampoco para sumar. Entre sus principales ejes de combate se encuentran el acoso callejero, la brecha salarial, el techo de cristal, la cosificación, el maltrato doméstico y la violencia de género, aunque también defiende a las minorías.
¿Qué pasos da el Gobierno para combatir la violencia de género?
Muchos. Constantemente vemos avances en materia de educación, legislación, promoción, educación cívica, atención…
Un claro ejemplo de ello se encuentra en la Gaceta Oficial de la República. El Consejo de Ministros aprobó el Acuerdo 9231 del 2021 que reconoce la Estrategia Integral de Prevención y Atención a la Violencia de Género y en el Escenario Familiar.
¿Cuáles son los principales obstáculos que deben surcar las instituciones cubanas?
La desinformación, el desconocimiento. La FMC funge como mecanismo nacional de adelanto para la mujer. Sin embargo, nuestras encuestas arrojan un número ínfimo de violentadas, cosa que sabemos no es así.
A raíz de esta Estrategia creamos nuestras Consejerías de Violencia, integradas por especialistas de salud mental y otros en materia legal que radican en nuestras sedes para alertar y asesorar a mujeres en peligro.
Otro problema inaceptable es la normalización de la violencia. Un ejemplo reciente y extremo es lo que ocurre en el país talibán. Allá no solo prohibieron la entrada de las mujeres a las universidades, sino que restringieron su acceso a parques, gimnasios, baños públicos… ¿Acaso no son estos derechos elementales? ¿Sabes cuántas mujeres capacitadas están perdiendo?
Excluir así a alguien es una continuación de la política de discriminación sistémica más burda que pueda conocerse. Ellos son el ejemplo del peor de los casos. Lo que a priori pudiera parecer sacado de la ficción, por desgracia, ocurre en la vida real.
En febrero del 2022, este espacio publicó una entrevista a Mía Rochelle Ramos Peraza, una joven trans espirituana. Mía relata: “(…) empecé el técnico de nivel medio en Enfermería y allí no asimilaban que las mujeres transexuales existimos. No me querían decir Mía, sino mi nombre legal, me entregaron el uniforme de modelo masculino”. Más allá de la visibilización constante, ¿qué pueden hacer personas que sufren este tipo de episodios como Mía?
A pesar de que estas son vulneraciones de derechos garantizadas ya en la Constitución de la República, la complejidad vivida por Mía existe. Es un tema difícil la integración social de las personas trans. Tenemos que vencer pautas para entender y gestionar mejor la diversidad sexual y, con ello, acabar estigmas y erradicar la discriminación.
Desde el Cenesex entendemos que la transexualidad pueda ser extraña para muchos. En el tiempo de confinamiento hubo quienes se recluyeron en sus hogares y regresaron a la vida social como personas totalmente diferentes. Sin una crítica directa a nadie, pero sí con una reflexión crítica, tenemos que aprender a respetar la autodeterminación y, ya desde nuestro lado, a trabajar no con una comunicación efectista, sino con una que llegue a todos y logre poner a debate estas cuestiones que aún nos quedan por someter.
¿Cómo planea el Cenesex abordar un tema como este, de lejos importantísimo para la construcción de una sociedad más respetuosa e inclusiva?
El programa nacional de educación sexual aborda el tema de los derechos en muchos sentidos. Pretendemos abrir el campo más allá de la heteronorma y mostrar otras formas de experimentar la sexualidad. Ahora, no siempre las personas que imparten estas asignaturas están preparadas para abordar estas materias tan complejas. Por ello, nuestra directora insiste en la formación del docente.
No obstante, los programas de estudio van más allá de las temáticas de sexo. Se conoce que en Cuba hay discriminación. Por ello, desde el feminismo se abordan temas como las relaciones humanas sanas y la no discriminación por el color de la piel, el aspecto físico o el poder adquisitivo de los niños, por ejemplo. La educación integral de la sexualidad en realidad trasciende lo que las personas intuyen que es la sexualidad.
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